80 años de Dunia: algo más que una cafetería

En octubre de 1943 abría sus puertas en la avenida del Gran Capitán Dunia, un establecimiento que vino a dejar huella en la hostelería local y cuyo concepto variaba entre el salón de té y el bar americano, como figuraba en su propia publicidad, o como cafetería, que es como quedó fijado en la memoria sentimental de los cordobeses.

La Córdoba de 1943 estaba dominada, sin lugar a dudas, por las tabernas. El Gran Bar, la Granja Royal, el Café de la Perla y pocos más eran excepciones. Los empresarios Domínguez Rosado y Onieva fueron los promotores y ellos quisieron aportar un nuevo concepto para una ciudad que aún estaba sumida en la postguerra.

La clientela de Dunia

Dunia se anunciaba como un local diferente, pero pronto logró una clientela con un perfil propio. Ubicada en la acera oriental del Gran Capitán, junto a la actual sede de la Agencia Tributaria, no tardó en hacerse el lugar favorito de magistrados, jueces, fiscales y abogados del colindante Palacio de Justicia. Tampoco faltaban los médicos de la cercana Casa de Socorro o las señoras que buscaban su café tras salir de misa de 11:00 de San Hipólito.

Este local contó con una buen aceptación desde el principio. El secreto pudo estar en su diseño y decoración, obra de los arquitectos Francisco Hernández-Rubio, Ángel Marchena y José Rebollo, aunque también pudo participar Daniel Sánchez Puch, como reconoce Gabriel Rebollo.

La prensa de la época afirmó que estos arquitectos «comprendiendo el sentido y la orientación que hacía falta imprimir a su proyecto decorativo, han expresado su concepción artística de un modo poco usual en esta clase instalaciones».

La planta del local era un handicap que debían solventar estos arquitectos, ya que era muy estrecha y con muy poca fachada a la avenida del Gran Capitán, lo justo para la puerta y un ventanal. Pero, eso sí, la acera era una extensión natural con unos veladores que causaron sensación con la comodidad de sus butacas, un detalle cuidado al extremo.

Los arquitectos autores de Dunia eran unos jóvenes profesionales que iniciaban su carrera trabajando conjuntamente para la Dirección General de Regiones Devastadas, por lo que también dejaron su huella en distintos puntos de la provincia remediando los destrozos causados por la Guerra Civil.

Aparte de este trabajo oficial, también se dedicaban a trabajos particulares, como éste de Dunia, que tuvo repercusión más allá de las fronteras locales. La revista de arquitectura 'Cortijos y rascacielos', en su número 21, de enero de 1944, dirigida por Casto Fernández-Shaw, dedica un extenso artículo a Dunia, en el que se afirma que «es hoy lugar de reunión predilecto de la juventud distinguida de aquella ciudad».

Esta publicación, dirigida a un lector especializado, aplaude que «la decoración de tubo de clínica, que hemos padecido antes de la guerra, ya no se aplica más que en su justa medida» y que ahora se vuelve «al mueble confortable y al disfrute de líneas queridas y admiradas, aunque siempre con innovaciones que responden al sello personal de cada artista».

La decoración

La decoración, que podía encajar en el centro de cualquier ciudad, tenía unos detalles propios que la personalizaban para Córdoba. Se trataba de dos grabados del siglo XIX de David Roberts: una vista panorámica de la ciudad con el Puente Romano en primer término y el otro era el patio de la casa de los Caballeros de Santiago.

Otro elemento singular en la decoración, aparte de las lámparas de araña, era el busto del dios Apolo que estaba en una hornacina frente a la puerta de entrada y que daba la bienvenida a todos los clientes.