
Autoridades asistentes a la inauguración del edificio de Telefónica en las Tendillas
Casi un siglo de teléfono automático en Córdoba
La inauguración del edificio de las Tendillas supuso pasar de la operadora al teléfono con dial
Los cordobeses disfrutaban de las ventajas que proporcionaba el teléfono desde finales del siglo XIX, concretamente desde julio de 1890, pero hace ahora 95 años, este servicio que había crecido como la espuma, dio un considerable salto al automatizarse el servicio telefónico. Esto significaba que se podía llamar directamente de un teléfono a otro -dentro de una zona acotada, claro- sin necesidad de pasar por una operadora.
Ese 24 de noviembre de 1928 se inauguraba el edificio de la Telefónica en la plaza de las Tendillas, el mismo que aún persiste en la esquina con Diego de León, y pasaban a mejor vida las otras sedes que estaban repartidas en la ciudad, como las de la calle Gondomar, plaza de Jerónimo Páez y la calle León Torrellas, absorbida al poco por la calle Cruz Conde.
En Jerónimo Páez
La de Jerónimo Páez había sido la ‘casa madre’ del teléfono en Córdoba. Allí fue donde en 1890 comenzó a funcionar en la ciudad este medio de comunicación gracias al impulso del ingeniero militar prieguense Manuel Sidro de la Torre, quien en aquel caserón sería instalada la denominada Academia Politécnica. Esto fue la revolución y al poco ya estaban abonadas las instituciones, las empresas más potentes y aquellos particulares cuyos bolsillos se lo podían permitir.

Operadora telefónica en Córdoba

Plaza de Jerónimo Páez en 1912
La sede de Jerónimo Páez lucía en su terraza una gran torre de madera a donde llegaban los hilos de hierro -aún no se usaba el cobre- que facilitaban las comunicaciones que de día establecía una operadora y en el turno de noche lo hacía un operador.

Torreta de Telefónica en la el edificio de Jerónimo Páez
Nuevas instalaciones
El establecimiento del servicio interurbano necesitó de nuevas instalaciones y para ello se construyó el edificio de la calle Gondomar que aún conserva su fachada original y que permitía hasta 12 conversaciones a la vez. Más tarde se inauguraron otras subcontrates, como las de la calle León Torrellas y la de Villa Azul, en la sierra, donde los abonados contaban con servicio propio, al igual que en Alcolea. Estas dos se mantuvieron aún en servicio algunas décadas más.
Como se ha dicho, el 24 de noviembre de 1928 se inauguraba el nuevo edificio de Telefónica en la plaza de Cánovas, ahora Tendillas. En aquel momento era el lugar más ‘top’ de toda la ciudad, que en esos años veía nacer su nuevo centro urbano con arquitectura de calidad tanto en la plaza como en la vecina calle Cruz Conde.

Subcentral de Telefónica en la calle Gondomar
Ese día, a las 17:00, se apagaron de golpe las subcentrales de Gondomar, León Torrellas y Jerónimo Páez y de forma simultánea comenzó a funcionar el edificio de hormigón diseñado ex profeso para ser el cerebro telefónico de Córdoba. Su autor fue un arquitecto veinteañero, llamado Ramón Aníbal Álvarez, que poco después formaría parte del Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (Gatepac).
El edificio
Lo que más conocieron los cordobeses de la época fue el vestíbulo, dividido entre las cabinas y un mostrador atendidos por señoritas en donde se vendías fichas al precio de 30 céntimos para poder realizar una llamada urbana.
El sótano era una amplia zona de máquinas, donde además de almacén y las calderas de la calefacción había un motor de petróleo que movía un generador eléctrico en los momentos en que se cortaba el suministro energético.

Construcción del edificio de Telefónica en la plaza de las Tendillas
La puesta en marcha del servicio automático de teléfonos supuso que de forma simultánea llegaran a los hogares, los despachos y las oficinas los aparatos con dial. La prensa de la época explicaba así su funcionamiento: «Hay un disco con diez rebajos (sic) en su circunferencia. El abonado coloca su dedo en uno de los rebajos y hace girar el disco hasta el tope. Retira el dedo y el mecanismo retrocede hasta tomar su posición normal después de hacer cierto número de contactos y así tantas veces como números haya que marcar».
Un ventaja estética de la que se benefició toda la ciudad con la entrada en funcionamiento de la central automática de la plaza de las Tendillas fue que desaparecieron de las calles del Córdoba los tendidos de cables telefónicos que, al cabo del siglo, han sido sustituidos -con mayor fealdad aún- por los de fibra óptica.
La inauguración
Nadie quiso faltar al acto de inauguración, porque más que un acto social al uso en este caso suponía un salto al futuro.

Sede de Telefónica en la plaza de las Tendillas tras su inauguración
El edificio fue bendecido por el canónigo doctoral y vicario general, Rafael García, y junto a él estaba el gobernador civil, el militar, el alcalde propietario, el alcalde interino, y una lista interminable de autoridades y personajes de la vida social de la Córdoba del momento que fueron testigos de un momento histórico que tuvo dos fases: cuando el gobernador civil accionó la palanca que ponía en marcha el sistema automático de teléfonos y cuando el joven Manolito Baena realizó la primera llamada desde una de sus cabinas con su ficha de 30 céntimos.
En los 15 días siguientes a la inauguración el nuevo y flamante edificio de la plaza de las Tendillas vivió unas jornadas de puertas abiertas para que los cordobeses husmearan detenidamente unas instalaciones que les abrían una puerta al futuro.