Mihrab situado en la macsura de la Mezquita Catedral
Las claves de la restauración de la macsura
Los trabajos arrancarán en las cubiertas y después se intervendrá en las cúpulas
El Cabildo Catedral ha anunciado el inicio de las obras de restauración de macsura el mismo día en que se han colocado los primeros andamios en la Mezquita Catedral. En este templo siempre hay albañiles, pero ahora van a intervenir en la que quizás sea la zona más sensible de la arquitectura andalusí. Desde ahora y durante tres años un equipo multidisciplinar va a recuperar el esplendor que gozó esta zona del templo que estaba reservada para el rezo de la familia del califa.
Es la institución capitular la que afronta 'a pulmón' el coste de la obra, que ronda los cuatro millones de euros, concretamente casi 3,8 millones de euros. Lo que ahora comienza no es el inicio sino la culminación. Previamente a esta restauración se han desarrollado dos fases, como son el estudio multidisciplinar de la parte exterior e interior de las cúpulas de la macsura, y la redacción del proyecto.
El canónigo portavoz del Cabildo Catedral, José Juan Jiménez Güeto, ha explicado la génesis de esta zona del templo, que se comenzó a construir sólo dos días después de que Alhaken II se hiciera con el poder tras la muerte de su padre, Abderramán III. Este nuevo califa hizo que «el oratorio musulmán alcanzará las cotas más plásticas y originales de todas las llevadas a cabo en la Aljama cordobesa, poniendo de manifiesto el esplendor político que vive el califato y que lleva a Córdoba a sustituir a Damasco como referente cultural y artístico».
La singularidad del recinto estriba en su decoración, cuando «la tradición bizantina llega hasta la mezquita de Córdoba a través de los artesanos enviados por el emperador bizantino Nicéforo II, quienes desarrollaron una excepcional labor decorativa», ha detallado.
José Juan Jiménez Güeto
El espacio se dividió después en dos capillas, una en el siglo XIV y otra a finales del XVI. El recinto presentaba problemas estructurales y el Cabildo encomienda en 1771 al arquitecto francés Baltasar Dreveton que interviniese sin que se «alterase ni mudase» cosa alguna de la fábrica que tiene en su construcción y que se ejecutaran las obras «de modo que quede segura».
Poco después, en 1815, el obispo Pedro Antonio de Trevilla ordena la retirada del retablo de San Pedro y los expertos le aconsejan la restauración del mihrab. El arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero ha destacado la importancia de estos trabajos, considerados como la primera restauración con criterios modernos.
El trabajo se le encomendó a Patricio Furriel y su mano se advierte con facilidad en los laterales del arco del mihrab, donde el mosaico brilla con menos intensidad y la hojarasca de las dovelas es más carnosa y menos esquemática que la realizada por los maestros bizantinos.
Gabriel Ruiz Cabrero, arquitecto
«Con las obras de la Macsura vamos a aprender cosas que se desconocían y es muy emocionante»
Así se llega al siglo XX, cuando Ricardo Velázquez Bosco enlosa de mármol las naves de la ampliación de Alhaken II, restaura la quibla, los mosaicos de la puerta del tesoro y reduce la altura de la verja que cerraba el recinto.
Primero, las cubiertas
Así, en entorno de la macsura llega a la actualidad con estas dos únicas intervenciones en los últimos 200 años. Ahora, ante la aparición de síntomas de deterioro, el Cabildo ha decidido una restauración integral de todo el espacio para atajar los daños ocasionados por los problemas de estanqueidad y ventilación de las cubiertas y recuperar la belleza del recinto. Curiosamente, unos daños detectados de humedad no se debían a filtraciones de agua, sino a la condensación producida por los visitantes del monumento.
Lo primero que se va a hacer es desmontar las cubiertas, para inspeccionar el tablero de soporte y restaurarlo con materiales idénticos. También se recrecerá la cornisa para habilitar unas aberturas de ventilación.
Para los muros de cerramiento de las linternas de las tres cúpulas, se prevé recuperar sus perfiles, reconstruyendo los contrafuertes y los planos de fachada, que irán recubiertos con mortero de cal y donde se restaurará la policromía original.
Gabriel Ruiz Cabrero
Las celosías que aportan luz al interior serán retiradas para su restauración. Una vez repuestas se protegerán con un vidrio separado del plano de fachada y así solucionar los problemas de ventilación y condensación de las cubiertas.
Las maderas, por su parte, serán tratadas con producto antixilófagos con carácter preventivo, ya que tienen huellas de ataques antiguos. Por último se colocarán de nuevo las tejas en su disposición original.
Después, en el interior
Una vez terminado el trabajo en las cubiertas, se comenzará a actuar en las cúpulas, en el interior del templo. Con la finalidad de evitar el mayor perjuicio posible a la visita turística, se intervendrá de una en una.
La primera será la oriental, que fue en la que se actuó con mayor intensidad en el siglo XVIII a causa de los daños sufridos. Se restaurarán los enlucidos y los emplacados se consolidarán, sustituyéndose sólo aquellos que se consideren irrecuperables.
El siguiente turno le corresponderá a la cúpula occidental, en la que también se consolidarán los enlucidos y emplacados. El mosaico de su paramento, realizado por Nicolás Duroni en 1815, será consolidado al igual que los restos de policromía aparecidos en las nervaduras y en el paramento.
La última intervención será la del mihrab, donde se conserva la mayor superficie de mosaico original datado en el año 965. El proyecto contempla el acotamiento de todas las intervenciones que se han realizado en este lugar a lo largo de los siglos con el objetivo de mantener el espacio tal como ha llegado a la actualidad.
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