San Rafael, en la procesión de rogativas de 1944

San Rafael, en la procesión de rogativas de 1944

Las rogativas por la lluvia celebradas en 1944

El cortejo estuvo formado por las imágenes de San Isidro Labrador, San Rafael y la Virgen de la Fuensanta

La situación hace 80 años no era muy diferente a la vivida hasta hace poco. Había unas menguadas reservas de agua que dibujaban un futuro incierto y el invierno se escapaba con una insignificantes precipitaciones. En la actualidad, las lluvias caídas desde inicios del año mejoran algo una situación que sigue siendo grave, pero en 1944 no se atisbaba esperanza alguna.
Esta sequía se sumaba a otras penurias hacía especialmente grave la situación, como es el caso de la postguerra, la destrucción de infraestructuras por la contienda o la carencia de suministros hídricos, como ocurriría más adelante.

Con San Isidro Labrador

Fueron las gentes del campo quienes se movilizaron para sacar a San Rafael y la Virgen de la Fuensanta en procesión de rogativas, como había ocurrido durante siglos en caso de cualquier tipo de necesidad. En esta ocasión se sumó al cortejo un tercer paso con la imagen de San Isidro Labrador, patrón de los agricultores.
Santuario de la Fuensanta

Santuario de la Fuensanta

El obispo, Adolfo Pérez Muñoz, lideró la iniciativa y organizó en la iglesia del Juramento unos cultos preparatorios que culminaron con la procesión de rogativas, cuya fecha se fijó para el 20 de febrero.
Esta procesión tuvo una singularidad y es que no se dirigió a la Catedral, ni a la plaza de las Tendillas, ni a ningún otro céntrico lugar. Discurrió entre la iglesia del Juramento y la iglesia de San Pedro, donde se disolvió el cortejo.

El cortejo

Los batidores a caballo de la Guardia Municipal abrían la comitiva, seguidos del estandarte de la hermandad de Labradores, sus integrantes y directiva, y el paso con la imagen de San Isidro, cedida por el convento de San Agustín. Tras él, las mujeres participantes en la procesión antecedían el paso de San Rafael y los hombres hacían lo mismo con el paso de la Virgen de la Fuensanta. Tras la patrona de la ciudad iban las cruces parroquiales, el Cabildo Catedral y las autoridades.
La imagen del arcángel lució sobre el paso cedido por la hermandad del Socorro escoltado por cuatro faroles, como ha sido habitual siguiendo el modelo de paso trazado en el siglo XIX por el pintor sevillano Virgilio Mattoni.

El itinerario

El recorrido, según el nomenclátor de la época fue el siguiente: a las 17:00 salida de la iglesia del Juramento, Santa María de Gracia, Realejo, San Pablo, plaza del Salvador, Calvo Sotelo, Diario de Córdoba, San Fernando, Lucano, Coronel Cascajo, Don Rodrigo y plaza de San Pedro.
Una vez llegado a esta parroquia, el cortejó entró por la puerta lateral que hay bajo la torre para pasar a continuación ante la capilla sacramental que custodia el arca con las reliquias de los Santos Mártires, antes de abandonar el templo por su puerta principal, donde finalizaba el acto religioso oficial.
A partir de ese momento se organizaron tres procesiones fuera de programa para el regreso a sus respectivos templos de las tres imágenes que forman parte de la procesión y que fueron acompañadas por numerosas personas. Así, la Virgen de la Fuensanta marchó a su santuario; San Rafael, al Juramento, y San Isidro, a la iglesia de San Agustín.
Los cálculos que se hicieron de los asistentes a esta procesión de rogativas hablan de 20.000 personas, como recogió la prensa de la época. Todos ellos, más los que no participaron en la procesión, fueron testigos a la semana siguiente del regreso de la lluvia, que era lo que se pedía. La rogativa surtió efecto y en algunos puntos de la provincia hubo quejas de los agricultores de que había llovido más de la cuenta.
Comentarios
tracking