Antiguas instalaciones de Cenemesa en Córdoba

Antiguas instalaciones de Cenemesa en Córdoba

El portalón de San Lorenzo

La lucha de Hitachi por su futuro en Córdoba

«¿De qué sirvió que aquella generación se entregara como lo hizo, para que ahora sus nietos no puedan disfrutar de un posible puesto de trabajo en donde trabajara su abuelo?»

Este 25 de abril del 2025 hemos presenciado una ruidosa manifestación de trabajadores de la multinacional Hitachi de Córdoba frente al Ayuntamiento.

Por haber estado trabajando 42 años en esta empresa, no tengo más remedio que ser sensible a las cosas de esta fábrica, y por ello he preguntado a dos de los manifestantes qué era lo que reivindicaban, y estos dos jóvenes me han dicho: «La empresa Hitachi pretende recortar los derechos adquiridos al personal de nuevo ingreso, unos derechos que fueron luchados y obtenidos de los suecos de ABB por los compañeros de entonces, algunos ya jubilados».

Como los vi un poco confundidos sobre la historia de nuestra fábrica, dejo por aquí una pequeña semblanza de su historia.

Durante muchos años esta empresa se llamó Cenemesa, su nombre original. Luego Westinghouse, de nuevo Cenemesa, luego ABB, y desde hace unos años Hitachi. Empezó a funcionar en la línea de motores y pequeños transformadores de distribución allá por el lejano año de 1930, prácticamente como una nave de reparación de los muchos motores que entonces había en la Electromecánicas (SECEM). Pero el Consejo de Administración de ésta decidió segregarla como empresa independiente y dedicarla por entero a la fabricación de motores, si bien, durante algunos años los miembros del Consejo de Administración de ambas empresas fueron prácticamente los mismos.

El que Cenemesa fuera en su origen una nave que en su día perteneció a Secem lo demostraban los letreros de las fuentes esparcidas por el patio, e incluso el gran pozo que estaba nada más a la entrada compartido por ambas empresas. Incluso, se entraba por los mismos accesos, hasta que a principios de 1970, siendo ya Westinghouse, se abrieron los suyos propios, que son los que existen actualmente con sus aparcamientos.

Logotipos de las distintas empresas

Logotipos de las distintas empresas

A aquella fábrica de motores original se la conocía como Fábrica Primera o Fábrica de Rotativas. A principio de los años sesenta del pasado siglo el jefe de División era don Elías Romo Baldominos, un joven ingeniero que había llegado desde Guadalajara. Como jefe de Taller actuaba un tal Sánchez Cañas, que lo era todo en esta fábrica, y que ejercía su mando sobre un grupo de maestros: Luis Aguilar, Basuste, Barrena, Ramos, Mora, Chups, Galvín, Monturque, Morales, López, Ruz, Muñoz, Evaristo Monserrat...

Aquello funcionaba de maravilla con un ritmo modélico. Baste decir que las prensas donde se perforaban los estator y los rotor de los motores no paraban de funcionar durante las 24 horas, muchas veces a las órdenes de Luis Hernández Fernández, al que cariñosamente se le conocía como El Tarta. El Servicio de Verificación estaba en manos de Tinoco de la Peña, y Mariano García, con Tafur Jorge como responsable del Servicio. Por la Oficina Técnica aparecían Rafael Morales 'Moralón', Antonio González, Enrique de Vigueras y Rafael Lucena. Y en el Departamento de Proyectos y Delineación estaban, entre otros, don Manuel Ocaña Jiménez (sí, el insigne arabista), Juan de Ávalos y Vicente Crespo, cuyas oficinas de delineación se encontraban en Madrid, en la Casa Central (Gran Vía).

Don Manuel Ocaña Jiménez, uno de los primeros trabajadores de la fábrica, nos comentaría que durante los años 1940-50 la empresa subió de forma exponencial. Un auténtico éxito y un orgullo para Córdoba, que fabricaba toda clase de motores, y en especial los de 1/4 de caballo que demandaba sin parar la industria en auge de la llamada serie blanca de los electrodomésticos. De aquel Servicio de Expediciones a cargo del señor Martínez salían todos los meses auténticos cargamentos para su venta.

Aquella sala de los motores Carsa

Era un lujo entrar en la llamada Sala de los motores Carsa, en la que unas cuarenta trabajadoras se dedicaban a engarzar las bobinas dentro de los estator, haciendo posteriormente el conexionado. Aunque muchas eran jóvenes también había otras un poco más mayores, como Antoñita Haro, Rafaelita Roldán, Consuelo Simón y María Alcaide. Esta última, que posiblemente podía doblar la edad a la mayoría de las jóvenes, era considerada por todas la más ágil y eficaz. Y aquellas muchachas como Rafaela Roca, Antonia Vázquez, Carmen López, Isabelita Hernández, la singular Sofía, María González, Rafi López, Rosario Rodríguez, María Luque, Dolores Jurado, etcétera. llenaban aquella sala de juventud y eficacia.

Por aquellos tiempos la autoridad sindical que existía en la fábrica lo componían Antonio Carmona, Paco Fresco, Manuel González y García Noci…entre otros, todos bobinadores. Trataban de encauzar cualquier problema o reclamación que se planteara, pero no cabe duda de que fue una época de poca conflictividad.

Las nuevas fábricas al otro lado de la vía de Málaga

Los americanos de Westinghouse que siempre demostraron un interés muy importante por Cenemesa, decidieron a principios de los años de 1950, construir tres modernas fábricas al otro lado de la vía de Málaga. Una dedicada a la fabricación de transformadores de potencia, especialmente del tipo acorazados (diseño americano), Otra nave dedicada a fabricar aparellaje (interruptores de alta, media y baja tensión. Cuadros de cabinas de AT y BT. Centros de control de motores, y conductos de fases aisladas. Y luego una tercera fábrica más pequeña que se denominó Herramental, en donde se concentró un equipo de grandes profesionales: de que disfrutaban incluso de sueldos especiales: Ajustadores-matriceros, torneros, fresadores, y un gran equipo de proyectistas de utillaje, que eran los que abastecían de utillaje a las otras dos fábricas. La plantilla de personal en estas tres fábricas estaba en torno a los 1.420 trabajadores.

En el año 1966 Westinghouse se hizo con la mayoría del accionariado de Cenemesa y la fábrica cambió su nombre. La transición entre propietarios comenzaba sin grandes problemas, tanto en el terreno de la carga de trabajo y la facturación, como en de los conflictos laborales, si bien se habían apreciado ciertos conflictos un poco antes, a raíz de la subida del salario mínimo a las 1.800 pesetas mensuales (1964). Surgieron en la zona denominada Las Cortinas, que era el lugar de la Sección de Soldadura. Allí estaban Blas Pérez Poyato y Rafael Conejo Córdoba, de la fábrica de Aparellaje, dos enlaces sindicales muy activos y críticos con la dirección de la fábrica, llegándose a plantear por estas fechas los primeros conatos de «bajo rendimiento» que causaron algunos dolores de cabeza a don Manuel Jaén Lacalle, por aquellas fechas el jefe de Personal. Fue el primer conflicto que se planteó en la fábrica de Córdoba prácticamente desde que empezara a funcionar en 1930. Al final las disputas se resolvieron pronto y la cosa quedó relativamente en paz.

Recordando a aquellos sindicales

Mientras, en el ámbito sindical de los llamados sindicatos verticales los compañeros más representativos fueron: Blas Pérez, Rafael Conejo, Rafael Caballero, Emilio Fernández, Rafael Díaz, Antonio Galindo, Paco Pérez, Francisco López, entre otros. Seguían con su labor de reivindicaciones, consiguiendo bastantes mejoras para los trabajadores. Pero a estos honrados enlaces sindicales, que lo dieron todo por la fábrica y sus compañeros, la historia sesgada y manipulada que nos ha llegado hasta nuestros días los tacha de «borregos» y «tontos útiles» al servicio del régimen de Franco. Para estos historiadores de la sabida y continuada deformación histórica los auténticos sindicalistas son aquellos que propiciaron la estafa de la constructora de viviendas PSV, o los de la falsedad manifiesta de los cursos que nunca se impartieron, o aquellos que intentaron inventarse falsos expedientes de vida laboral, con periodos cotizados falsos y sueldos también inventados, robando a costa de los verdaderos trabajadores.

La manifestación de trabajadores de Hitachi

Valga esta extensa aclaración previa para los manifestantes de la empresa Hitachi que protestan contra la multinacional japonesa, porque interpretan que pretende reducir los derechos adquiridos del personal de nuevo ingreso, derechos que creen que se consiguieron en la época de ABB.

A este respecto, yo les diría a los compañeros de Hitachi, porque siempre me consideraré compañero de ellos, que con la llegada de los suecos de ABB en 1990 los trabajadores, por acuerdos con los sindicatos de entonces, o quien fuera, tuvieron que renunciar a una serie de logros que compañeros como Blas Pérez, Rafael Conejo, Rafael Díaz, Rafael Caballero, Emilio Fernández y Antonio Galindo, por citar algunos, consiguieron en sus reivindicaciones históricas en aquellos años de 1960-80.

Ejecutivos de Westinghouse y políticos de la Junta de Andalucía antes de la prueba

Ejecutivos de Westinghouse y políticos de la Junta de Andalucía antes de la prueba

Queremos decir que antes de que la ABB sueca se hiciera cargo de la antigua Westinghouse, esta empresa con ayudas que les facilitó la Junta de Andalucía, se enfrascó en la tarea de fabricar pequeños helicópteros, pero no hubo suerte con aquél intento. Seguramente la viabilidad de aquel proyecto fallaría por otras cosas, pero sin duda, también sería muy determinante que en el primer vuelo de prueba que realizó el ingeniero italiano Macchi (autor del diseño), este helicóptero se estrelló contra un sembrado de girasoles que existía en donde hoy existe el Hospital Quirón. Carlos Álvarez de Toledo que como presidente de la empresa, presenció este fracasado vuelo, suponemos que se negó a este negocio que se llamó Areoversa, que por otra parte aportaba poca mano de obra.

Los acuerdos con ABB

Como consecuencia de los fallados intentos de reflotar la empresa, incluso con fabricaciones de productos un tanto ajenos a la tradición productiva de la empresa. Aquello provocó en las oficinas centrales de Madrid distintos cambios en su cúpula directiva. Solamente puso un poco de orden en Madrid el señor Xabier de Irala Estévez que tomaría el mando como vicepresidente ejecutivo ABB. España.

Entre los acuerdos (firmados por Miguel Peláez, de Comisiones Obreras) para la adquisición de la empresa por la multinacional sueca ABB estuvo desmantelar prácticamente toda la histórica División de Aparellaje. Los interruptores se fabricarían en ABB-SACE, y aquí en Córdoba solamente se quedaría el ensamblaje de algunos interruptores de 420 KV. Desaparecían las secciones de tornos, fresas, ajuste, chapistería, soldadura, montaje de interruptores MG, DHP, y MFA, así como el montaje de cuadros de AT, BT y Centros de Control de Motores. En una palabra desaparecía prácticamente toda la actividad de la División (430 trabajadores).

Para rematar, también se desmantelaba la División de Herramental que durante muchos años fuera el gran orgullo de Cenemesa.

Se dejaba sólo la División de Transformadores, donde se decía que todo iría bien… pero ya se estaba preparando el expediente pactado de 330 prejubilaciones que tendría lugar en 1993. Para completar aquel expediente se cogieron hasta compañeros que acababan de cumplir los 51 años. Con independencia de este expediente que nos tenían «reservado», ya la nueva organización de la fábrica de ABB nos «obsequió» con una serie de recortes de modo inmediato.

Lo que eliminaron los suecos

A los compañeros de Hitachi les recuerdo las cosas que nada más llegar los suecos a Córdoba se permitieron quitarnos lo siguiente:

Primero. Eliminaron la costumbre tradicional del pago de anticipos a los trabajadores, que desde el mismo año de nacimiento de la empresa en 1930 se venía haciendo. Los trabajadores tenían derecho a pedir anticipos a cuenta de su sueldo devengado ante cualquier eventualidad familiar.

Segundo. Borraron de un plumazo el Economato de la fábrica sin dar ninguna compensación a cambio, con todo lo que representaba para la economía familiar por sus precios especiales.

Tercero. Aumentaron la jornada de trabajo. Incluso al personal de oficinas, que tradicionalmente había conseguido la jornada continuada, lo hicieron trabajar por la tarde, teniendo que comer en la fábrica.

Cuarto. Se igualó el valor de los quinquenios de todos los profesionales, en contra de la ventaja que suponía a los trabajadores de que fuera un 5% de sus emolumentos.

Quinto. Redujeron sensiblemente el valor de las dietas de los trabajadores que salían al exterior, hasta el punto que en determinados casos, y según qué viajes, hasta se perdía dinero si se viajaba.

Sexto. Revisaron unilateralmente los criterios de los complementos por tóxicos, penosos y peligrosos.

Séptimo. Casi desde el primer día empezaron a subcontratar los trabajos que siempre se hicieron en el taller de carpintería, cerrándolo por completo al poco tiempo. Este taller tenía 38 trabajadores.

Octavo. Empezaron los estudios para llevarse la calderería y el formado de las cubas de los transformadores. Dejaron su nave completamente sola, sin nadie, desmantelando labores de corte, aplanado, plegado, soldadura y montaje. Esta nave tenía 112 trabajadores.

Noveno. Comenzaron a preparar el «producto común» referido al bobinado de columnas, que también empezaron a mandar fuera.

Décimo. De la noche a la mañana dejaron la nave de aislantes sin actividad, porque enviaron a la calle toda la ejecución de aislantes, corrugados y canales curvos. La nave posiblemente más grande de toda la fábrica quedaba así totalmente vacía. Tenía 115 trabajadores.

Undécimo. Se mandaba ya a la calle la ejecución, montaje y cableado de las cabinas de ventiladores o refrigeración de los transformadores, que siempre se había hecho en Aparellaje, en la Sección de Cableado.

En suma, que si los americanos de Westinghouse comenzaron con las suspensiones temporales del empleo el equipo de transición que formó ABB empezó a elaborar y ejecutar estudios de aquí para allá, no ya para reducir la plantilla con expedientes de prejubilaciones, sino para ir dejando las naves vacías sin actividad.

La impresión de las naves vacías

Y al ver dichas naves vacías, los compañeros que coincidimos en aquella época nos hacíamos, las siguientes preguntas:

¿Qué pensaría Luis Cartones (el maestro Luis Rodríguez Blanco), si levantara la cabeza y pudiera ver su amplia nave de aislantes poco menos que para jugar al fútbol, esa nave donde Enrique Repullo y Murillo Velarde tantas veces tuvieron que modificar los moldes para obtener correctamente los canales del corrugado que se encargaba de hacer en aquella enorme prensa el 'gordo' Domínguez?

¿Qué sentiría Diego Leiva Asensio, que entró de aprendiz en esa carpintería y la fue montando maquina a máquina, viendo su sección desmontaba cuando fue de las más dinámicas de la fábrica, por su dedicación y ocupación permanente?

¿Qué hablar de esa nave de calderería, que recibiera el calificativo simpático de «los húngaros» por su maestría y experiencia, en la que hay que recordar a Julián Sáenz 'El Dientes', Daniel León, Pablo Molina, Enrique Fernández, Eloy García, Jorge Orden, Antonio Gordillo, Antonio Trenas, Rafael Rincón, Rafael López, Alfonso Chofles, o el simpático e incansable trabajador El Majo? Tantas horas trabajando en medio de aquellos tremendos ruidos y cada día aprendiendo una cosa más.

¿De qué sirvió que aquella generación se entregara como lo hizo, para que ahora sus nietos no puedan disfrutar de un posible puesto de trabajo en donde trabajara su abuelo? La ABB en 1990 tenía como idea ir poco a poco desmantelando la fábrica hasta su cierre final. Pero, al final, los propios jefes que venían con esa idea tuvieron que recular al ver la calidad de la fabricación que suponían los transformadores acorazados.

Por tanto, sepan los compañeros que ahora trabajan en Hitachi que siempre estaremos a su lado defendiéndolos en su lucha por las condiciones laborales. Y tomen conciencia de que toda vuestra fuerza está en los transformadores tipo acorazado que se fabrican en Córdoba. Porque son una auténtica joya, por su calidad y su reputación mundial en orden a un rendimiento eficaz. Desde los años de 60 tuvo una introducción en todos los países de economías entonces emergentes, y eso habla mucho de los clientes potenciales que tiene la fábrica de Córdoba, que necesitan para las nuevas y la renovación de sus antiguas instalaciones.

Últimamente, incluso se ha llegado a fabricar para los Estados Unidos un transformador de un millón de Kvas. Todo este recorrido en potencia empezó hace poco más de 61 años, en 1964, cuando se fabricó un transformador de 124.000 Kvas. a 224.000 voltios para Unión Eléctrica Madrileña, que fue todo un record en Europa, por lo que hubo que apuntalar algunos puentes de la vía secundaria al transportarlo en una góndola. Y de aquél transformador de 1964 no tenemos más remedio que acordarnos de Modesto Rodríguez, Ignacio Guisado, Julio Montesinos, Luis Hernández, Eloy García, Antonio Gordillo, Enrique Fernández, Pablo Molina, Luis Rodríguez, Antonio Domínguez, Ángel González, Jorge Orden, Rafael Rincón, Manuel Alfaro, Rich Belmonte, Blanco Ratia, Aranda Martínez, Prieto Salas, Fernández Hernández, Fernández Roldán, Antonio Trenas, Rafael López y Pedro Reina… por citar a algunos compañeros que participaron en sus fabricación,

Sepan ustedes también, que primero fueron los españoles de Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica, luego los americanos de Westinghouse, después los suecos de ABB y ahora son los japoneses de Hitachi, los que han sabido ver que lo que se fabrica en Córdoba, es una garantía de transformador por diseño y experimentada reputación. Las condiciones laborales, como todo en la vida, han ido variando. Y, por favor, no tengan como referente en materia de derechos laborales a los suecos de la ABB.

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