Fotografía antigua de la Cuesta del Bailío (Córdoba)

Fotografía antigua de la Cuesta del Bailío (Córdoba)

El portalón de San Lorenzo

Los alrededores de la Cuesta del Bailío

En 1937 el Ayuntamiento elabora un proyecto de alineación de la cuesta, para hacer un acceso estético con escalones y dotarla de una fuente en la parte superior

Al principio del siglo XVIII, lo que hoy se considera Cuesta del Bailío era un simple acceso, con una calle estrecha que se comunicaba con la plaza del Cristo de los Faroles y la calle de los Dolores Chicos. Vendría a ser la tercera parte de la anchura que ahora tienen en la actualidad. Y era considerada una calle peligrosa por los rateros, y por las inundaciones que casi siempre presentaba. Sería ante las quejas del propio Ayuntamiento que observaba como en tiempo de lluvias esta cuesta se hacía impracticable para las personas y por ello se pide al Convento de Capuchinos (a la derecha), que ceden terreno suficiente para que puedan pasar vehículos a ruedas con personas montadas en dichos vehículos. Este acuerdo según nos dice Juan Aranda Doncel llegaría en 1711, y la Cuesta adquirió gran amplitud. De antiguo existía en esta estrecha cuesta un Arco que se llamó Portillo de Corbacho, nombre que recibían las comunicaciones de la muralla antigua de Córdoba con la Axerquía.

En el arco de Corbacho habían colocado un Santo Cristo, al que todos aquellos vecinos llegaron á profesar gran devoción; en 1711, como ya hemos dicho, fue preciso derribar aquel por ruinoso, y don Cristóbal Ruiz Cabeza de Vaca, en unión de otros devotos, pidieron permiso a la Ciudad para labrar en aquel sitio una pequeña ermita donde se siguiese venerando dicha imagen; conseguida esta licencia, la edificaron, ocupando el rincón que allí forma la pared á la derecha subiendo; tenía un patio de entrada con flores y después estaba la capilla, en extremo reducida, donde se fomentó una cofradía á la Virgen, que parece ser la que existe en Santa Marina con el título de Nuestra Señora de la Luz: la devoción se entibió, y aquel edificio se puso tan ruinoso, que en 1858 lo hizo derribar el alcalde don Carlos Ramírez de Arellano, quien tenía el pensamiento de tomar un corral contiguo, de Capuchinos, y dejar una línea recta, viéndose desde el pie de la Cuesta el Santo Cristo que hay delante del hospital de San Jacinto ó los Dolores.

El empedrado de la cuesta

En los años de 1920 llegaría el empedrado de esta cuesta, que al menos mejoraba los embarrados habituales. Al derribar la Ermita antes mencionada se ve que a la derecha se construyen algunas casas, en donde existe actividad, incluso de una peluquería de Pepita Ortega que trabajaba a domicilio y que se anuncia en el periódico aclarando que tiene secador eléctrico.

A todo esto, y a principio de los años de 1920, había gente que subía la pesada cuesta de rodillas haciendo penitencia ante la Virgen de los Dolores.

En 1933 la compañía eléctrica Mengemor instala el transformador que se puede apreciar a la derecha y que debió de ser de la misma potencia que los que había ya instalados en Puerta Nueva y en la calle Montero, esquina Rivas y Palmas, más o menos en donde estuvo la Fuente de Mari Blanca y el posterior puesto de jeringos de Carmela ‘La Gorda’.

En 1937 el Ayuntamiento elabora un proyecto de alineación de la citada cuesta, para hacer un acceso estético con escalones y dotarla de una fuente en la parte superior. Para ello se quitaría el transformador, y una serie de casas a fin de alinear por la derecha la cuesta. Pero por razones de pillar la guerra (1936) de por medio, o por que no habría dineros, dicho proyecto se llevaría a cabo en el año de 1945, con proyecto definitivo de don Víctor Escribano Ucelay, que incluso aparece su firma en la fuente.

Manuel Zamorano Ruiz ‘El Pabilo’ fue el encargado de aquel personal que remodeló la Cuesta del Bailío, y que fueron: Federico Morrugares ‘El Coco’, Antonio Luque ‘El Gordo Piedras’, José López Ordoñez, ‘Cara Ancha’, y de peón actuaba el amigo Villatoro al que apodaban El Lento. Todos eran del barrio de San Lorenzo. Fueron más o menos el mismo equipo de empedradores que realizaron en 1950 el monumento a Manolete de la plaza de la Lagunilla.

El palacio del Bailío que culmina la cuesta, perteneciente a varias ramas de la nobleza cordobesa desde época medieval, fue convertido en el siglo XIX en uno de los primeros cuarteles de la Guardia Civil en Córdoba (1857-1879). Hoy convertido en un lujoso hotel, también fue entre medias la casa del insigne profesor de veterinaria, historiador y arqueólogo don Rafael Castejón, quizás fascinado con los innumerables restos que continuamente aparecían en su solar, incluso de época romana.

En ese cuartel tuvo su despacho de comandante de puesto teniente Paredes, al que le tocó detener en 1890 a José Cintabelde Pujazón, popularmente conocido como Cintas Verdes, por el famosísimo crimen de la finca El Jardinito. El caso tuvo eco en toda España.

Fue un 27 de mayo y Córdoba estaba en plena feria. Cintas Verdes era un tosco personaje nacido en Almería pero que pronto emigró a Córdoba, adquiriendo domicilio en la calle Humosa del barrio de San Lorenzo, cerca de la Piedra Escrita. Aunque estaba soltero mantenía relaciones con su novia, de la que tenía una hija.

El cartel de la corrida

El cartel de la corrida

Era un forofo incondicional del torero Guerrita que aquel día de feria alternaba cartel con Lagartijo y Espartero en la plaza de toros de los Tejares. Un cartel de auténtico lujo, por el que muchos aficionados, muchos de ellos con lo mínimo para vivir, echarían el resto para poder asistir.

A las dos de la tarde de ese día 27 de mayo un tal Braulio, esquilero de la finca El Jardinito, muy nervioso se presentó en el citado cuartel de la Guardia Civil. Ante el teniente, de forma atropellada, empezó a hablarle: «¡¡Todos estaban muertos!! Pepe Vello, Rafael Balbuena, la casera Antonia Córdoba…». Nada más escucharlo el teniente ordenó al cabo que preparase los caballos para ir a la citada finca de la sierra, que quedaba no muy lejos, en la dirección del santuario de Santo Domingo, frente al Maestre Escuela.

Al llegar presenciaron un cuadro tétrico. Aún pudieron escuchar a una moribunda Antonia Córdoba decirles: «Ha sido Cintas Verdes…» De inmediato bajaron para Córdoba horrorizados y comenzaron a buscar a Cintas Verdes por todas las tabernas de la Piedra Escrita sin éxito, pero alguien debió añadir que probablemente estuviese en los toros. Enseguida, la Guardia Civil estableció un control a la salida de plaza y así, cuando salía tranquilamente, Cintas Verdes fue detenido. Sin poner oposición alguna confesó al instante su crimen: «No tuve más remedio que matar a los testigos». Había ido hasta la finca, que conocía por su amante, porque sabía que allí había dinero, y para conseguirlo decidió matar a todo aquel se le interpusiera. Juzgado, fue condenado a muerte.

El lugar de la ejecución fue la Puerta de Sevilla, el 6 de junio de 1891. En su recorrido desde la cárcel al patíbulo fue seguido por multitud de cordobeses que quisieron presenciar tan macabro espectáculo, entre ellos, según contaba mi madre, mi abuelo Juan Recio Pizarro.

La Copa de Europa

Y como no recordar aquella fecha de 1960, en que se celebraba el partido de vuelta de la Copa de Europa entre el Barcelona y el Real Madrid.

El sorteo de la Copa de Europa hizo enfrentarse en semifinales al Madrid con el Barcelona, a doble partido. En el primero, jugado en Madrid, ambos equipos empataron 2-2, y, según parece, los madridistas se quejaron del que el árbitro Mr. Ellis, les pitó un penalti, que tuvo lugar claramente fuera del área, dicho penalti lo marcaría Luis Suárez que hizo doblete en aquél partido y le valió su fichaje multimillonario por el Inter de Milán, en donde se convirtió en una figura internacional a las órdenes de Helenio Herrera que hizo el gran Inter de Angelo Moratti, Luis Suárez Miramontes (1935-2023), fue el único jugador español que obtuvo el Balón de Oro.

El partido de vuelta en Barcelona adquirió tanto interés que la propia Televisión Española, decidió televisarlo el día 23 de noviembre de 1960. En aquellos tiempos, no había lógicamente móviles, no había televisión, pues eran escasos los receptores que habría fuera de Madrid o Barcelona. Fue un miércoles 23 de noviembre de 1960, y todos acudimos a la Cuesta del Bailío, donde en la esquina con la calle Alfaros, estaba el establecimiento de radio y electricidad Radio Arjosan que era, junto con la tienda de aparatos eléctricos que Sevillana de Electricidad tenía en la calle la Plata y que se denominaba Electromen, los únicos que en sus escaparates echaron a funcionar sus televisores para que la gente viera el partido.

De esta forma las dos tiendas citadas se convirtieron en los únicos escaparates cara al público en donde se pudo ver aquel partido. Fue el primero televisado que se veía en Córdoba, y parece que la aficionados del Madrid y el Barcelona se repartieron el lugar por aficiones. Al menos eso me pareció a mí, pues en la Cuesta del Bailío casi la mayoría era del Barcelona, y por el contrario los de la calle la Plata eran claramente del Real Madrid.

El remate de cabeza del gol de Evaristo Macedo ante la salida de Vicente 'El grapas'

El remate de cabeza del gol de Evaristo Macedo ante la salida de Vicente 'El grapas'

Y es que en aquellos tiempos todas estas cosas del fútbol corrían de barrio en barrio, y toda la gente joven estaba al día de todo. El partido lo ganaría el Barcelona gracias a un gol del delantero brasileño Evaristo Macedo, que se lanzó de cabeza y en plancha ante la tardía salida del portero Vicente, al que apodaban El Grapas, y que consiguió tres veces el Trofeo Zamora al portero menos goleado de Primera División. El resultado sería 2 a 1.

Polémicas y comentarios de la prensa aparte, el CF Barcelona se clasificó en aquella sexta edición de la Copa de Europa y fue el primer equipo que eliminó al Real Madrid de la citada competición europea, competición de Copa de Europa, que había sido auspiciada por el rotativo francés ‘L' Équipe’ y con la importante aportación del propio Real Madrid en la personas de Santiago Bernabéu y Raimundo Saporta, que entonces se podía decir que los Coros y Danzas de la Sección Femenina y el Real Madrid de Bernabéu eran los mejores embajadores de España de cara al exterior. Pero lo que quiero destacar aquí es que la prensa de Barcelona se hizo eco de que al terminar el partido de Barcelona el 23 de noviembre de 1960, los jugadores del Madrid, aún siendo eliminados, tuvieron el detalle de felicitar a los del Barcelona, por lo que el público culé arrancó en un sonoro aplauso para los jugadores del Real Madrid. Pocas veces realmente ha podido pasar esto del aplauso al equipo contrario entre estas dos aficiones, pero allí ocurrió.

La prensa más importante de Europa se hizo eco de aquella eliminatoria, y sin querer citar los comentarios sobre el arbitraje, diré que todos los periódicos resaltaron el detalle de que los «jugadores madridistas felicitaron a los jugadores barcelonistas”. Así, el periódico ‘Daily Herald’ decía: »Los jugadores del Real Madrid nunca fueron tan grandes como en esta derrota”; ‘Daily Exprés': «El Real Madrid se marcha como los campeones que nunca han dejado de ser”; ‘France Soir’: »Todos los honores de la guerra van al vencido, abatido por la coalición de la suerte y el Real Madrid mereció este trato”.

Bajaron la cuesta...

Esta cuesta del Bailío se convierte en un bello escenario con la bajada de algunos pasos de nuestra Semana Santa. La Hermandad de los Expiración fue la primera que hace este recorrido (Bajar la Cuesta del Bailío), en 1959. y ya posteriormente serán otras hermandades las que elegirán este recorrido destacándose bastante entre todas la Hermandad del Prendimiento por la cantidad de personas que congregaba en el momento del desfile.

Mi amigo Arturo Morales Contreras me contaba que bastante antes y allá por el 1950, y en un día que echaron de fiesta aquellos que eran trabajadores de la Electro Mecánicas, (Nave de Estiraje), como su hermano Gonzalo Morales ‘El Gonzo’, José ‘El Suegra’ y Pepe ‘El Lobo’, bajaron en coche de caballos esta Cuesta del Bailío ante el espanto de Antonio Sanz, el espartero’ que vivía en la casa frontera a la citada cuesta.

En esta Cuesta del Bailío y nada más empezar a la izquierda, existía una casa en donde vivía la familia de Antonio Toledo Moreno, que fuera un excelente montador de Westinghouse y que se recorrió medio mundo poniendo a punto interruptores de los llamados Magrini y cuadros de centrales eléctricas y centros fabriles. Emparentó con los hermanos Martínez Castro de la calle Pedro Fernández al casarse con una hermana de ellos. He mencionado a estos hermanos Martínez Castro porque toda la familia ocuparon un puesto relevante como empleados de Westinghouse y, además, su padre, Rafael Martínez, fue jefe de Expediciones cuando la empresa se llamaba Cenemesa y además fue un destacado antiguo alumno del Colegio Salesiano y hermano mayor de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Calvario, en aquellos años de 1950, en que andaban por allí Rafael Pérez Casas, Antonio Estévez Sanz ‘El espartero’, entre otros, muy cerca de la citada Hermandad.

Paloma Cuevas, en el anuncio de Ferrero Rocher, en la Cuesta del Bailío

Paloma Cuevas, en el anuncio de Ferrero Rocher, en la Cuesta del Bailío

Pero una especie de Reválida vendría para esta Cuesta del Bailío, cuando en el 2006, la bella cordobesa Paloma Cuevas, hija del torero Victoriano Valencia, que nació en Córdoba cuando su trabajo era empresario de la plaza de toros de Córdoba. La casa de bombones Ferrero Rocher escogió la elegancia y la popularidad de esta mujer que estaba casada con el torero Enrique Ponce, para rodar un excelente corto publicitario, teniendo como marco singular la Cuesta del Bailío. Sin duda este anuncio y su recorrido por la Cuesta del Bailío de Córdoba, significará siempre para la citada Paloma Cuevas un recuerdo imborrable. La espléndida buganvilla que ya luce en la tapia de la derecha fue un testigo de belleza excepcional de aquél bonito momento, en que aquella joven baja los escalones como un auténtico torbellino de ilusión.

Curiosamente y haciendo esquina con la calle Alfaros vivía José Casas Luque otro excelente profesional de Westinghouse. Junto a esta casa de la calle Alfaros tenía un almacén de comestible un simpático personaje que por San Lorenzo se le conocía por el apodo de El sopla.

El Cristo de la Expiración bajando la cuesta del Bailío

El Cristo de la Expiración bajando la cuesta del Bailío

El Cristo de la Expiración

Un recuerdo para el capataz don José Gálvez Galocha con unos costaleros que venían de Sevilla (cargadores del muelle), y que solían cobrar 200 pesetas por sacar el paso, se atrevió en 1959 a sacar el Cristo de la Expiración excepcionalmente el Jueves Santo, y decimos de forma excepcional porque el martes que era el día de su salida, no lo pudo hacer por lluvia y entonces y con ánimo de sacar el Cristo, pidieron permiso a la Agrupación para hacer un recorrido que no fuera coincidente con la Carrera Oficial.

Por lo que se hizo un recorrido de calle Alfonso XIII, San Miguel y plaza de Los Dolores, y entonces el capataz don José Gálvez se atrevió, a comunicarle, a los hermanos mayores, que él con su equipo de costaleros bajarían el Cristo por la cuesta del Bailío. Y aquello fue algo espectacular por lo atrevido y a la gente que concitó aquella bajada. Impresionado, el hermano mayor por aquello, le gritó más que le dijo al capataz, cuando iban por mitad de la cuesta: «Veinticinco pesetas más por cada escalón que bajen». Además, para más belleza de aquel descenso, entre el silencio de la multitud que se agolpaba en la cuesta, solo se oía la voz del capataz, y las saetas de El Terremoto, El Finito y Miguel, acompañaron con sus saetas durante este descenso.

Quiero recordar que este capataz José Gálvez Galocha era padre de un compañero de la Universidad Laboral al que nosotros por su simpatía y capacidad para hacer chistes le apodábamos El Apoderado, y todo fue que en aquellas horas de comedor en la Universidad Laboral, se hablaba de lo divino y lo humano. Todo ello claro está, después de que el padre Larrañeta, nos leyera las noticias más importantes de la prensa y en especial las noticias deportivas de atletismo. La información que nos dio fue de que el atleta español Tomás Barris había obtenido un gran resultado en la prueba de 1.500 lisos de 3.41.7 en Turku (Finlandia) y que además del triunfo en la prueba le había supuesto batir el record de España.

Foto histórica con la llegada de Tomás Barris, vencedor en la prueba de 1.500 (1958)

Foto histórica con la llegada de Tomás Barris, vencedor en la prueba de 1.500 (1958)

El Pellejitos

Pues como teníamos pendiente en la Universidad Laboral una competición atlética de enfrentamiento entre el Colegio Luis de Góngora y el Gran Capitán, el amigo Gálvez al que se le conocía por El Apoderado, dijo allí en la mesa que él se había traído a un atleta para correr fondo que iba a dar la sorpresa sobre todo a los favoritos, que no eran otros que Villén Alcaide, Ángel Gallardo, José Balmaseda y José Castillo que eran los considerados a ganar. La verdad es que nadie conocía a su apoderado, pero a la semana siguiente que tendría lugar la prueba de 5.000 metros lisos y entonces pudimos ver a un desconocido José María Gálvez al que apodaban Pellejitos por su escuálida presencia, pero empezó aquella competición y el tal Pellejitos empezó a correr a correr y se dejó a todo el mundo atrás, ganando con diferencia aquella prueba.

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