Al tenazónRafael del Campo

Un libro de caza puramente cordobés que pasará a la historia

Actualizada 05:00

El pasado domingo 23 de junio, en Intercaza, se presentó un libro que creo pasará a la historia de Córdoba. Se titula « Sesenta años en la sierra, con el zurrón, el rifle y el molli». El libro es resultado del empeño de Emilio del Campo Molina ( tan buen y apasionado médico como brillante cazador ) y recoge 74 relatos de cazadores cordobeses unidos por la afición al campo y por una amistad entrañable entre ellos.

La literatura puramente cordobesa de los últimos años, o sea, la escrita contemporáneamente en Córdoba y por cordobeses, ofrece abundantes referencias, imágenes, ambientes y contextos cinegéticos.

En poesía, las referencias son más bien evocativas y tangenciales, pero asimismo muy significativas. En la obra del poeta Mario López ( una de las figuras señeras del elogiado grupo Cántico ) aparecen constantemente ambientes campestres y venatorios e, incluso, el autor dedica algunos poemas específicamente a esta materia: así los titulados « El Cazador del Alba» y «Cacería» , entre otros.

Pero, como es natural, es en la narrativa donde la materia cinegética toma mayor cuerpo y desarrollo. Y tenemos ejemplos brillantes entre nuestros paisanos cordobeses:

Juan Luis González Ripoll en «Narraciones de caza mayor en Cazorla» compacta una serie de historias del campo y sus personajes, de sucedidos cinegéticos y curiosidades serranas , que dan a la caza un sentido autentico y puro. Todo ello contado con estilo mágico, de una sencillez y una belleza difícilmente alcanzables.

Ahondando en ese estilo aparentemente sencillo, ese artista integral que es Mariano Aguayo ( a quien, por otra parte, debemos la obra que ilustra la portada del libro ) ha creado una narrativa cinegética amplísima que va del relato ( «Relatos de caza “) a las memorias ( “Desde mi testero» o « Montear en Córdoba “ ) pasando por el ensayo ( “ El gran Libro de la rehala» ) hasta culminar en novelas entrañables de una calidad difícilmente alcanzable : « Los potritos», “ El Otoño de los jabalines “ o “ Furtivos de 36 “

Muy apreciable es también la aportación del excelente y recordado jurista Carlos Valverde Castilla con su «Diario de un safari en Sudáfrica» , obra lindera entre la crónica periodística y el relato, que mantiene hábilmente la tensión y que impacta, entre otras razones, por la agilidad de la narración y por la precisión del lenguaje.

También toca en su amplia obra literaria el tema campestre y cinegético el magistrado Francisco de Paula Sánchez Zamorano ( que aporta una muy profunda narración al libro ) y que articula una de sus novelas más memorables, “ El crepúsculo de Virbio “, en torno a un personaje cazador.

« Sesenta años en la sierra, con el zurrón, el rifle y el molli» (debido, como dije al principio, al empeño, al impulso y a la ilusión de Emilio del Campo ) viene a añadirse a la bibliografía anterior. Pero con una personalidad muy definida que lo distingue de todos ellos porque este libro no es, en modo alguno, un libro más.

De una parte, porque todos los beneficios que se obtengan se donan a la ONG cordobesa «Pollos y Corazones» que desde un cristianismo militante está haciendo una encomiable labor en beneficio de los más desfavorecidos.

De otra parte, porque no existe en la bibliografía cordobesa, ni en la española ni, por ende, en la universal, un libro que compile tantos y tan abigarrados relatos, obra, además, de un grupo de paisanos ( 55 autores, nada más y nada menos ) cuya relación ha crecido alimentada por una pasión común: el ejercicio de la caza entendida como el respeto a la naturaleza y a la pieza venatoria y disfrutada en el campo libre, al embriagador cobijo de la auténtica amistad.

El lector podrá disfrutar de los relatos de cazadores muy veteranos (alguno nonagenario) que vierten sus experiencias con el estilo desenfadado y sutilmente irónico de quien está de vuelta de todo. Pero también del relato de jóvenes que están todavía «echando los dientes» en esto de la caza y en cuyas letras se adivina la vehemencia de la juventud y la ilusión ( y la incertidumbre ) del que columbra aun un largo camino por recorrer. Y sin embargo, el lector reconocerá que, a pesar de las diferencias de edad de los autores, los relatos reflejan características similares, puntos comunes, y esa forma tan típicamente cordobesa de vivir la caza. Y es que, al fin y al cabo, a los jóvenes y a los viejos los separa la edad, cierto, pero los une algo mucho más importante, esencial: el amor al campo, a la naturaleza, a la caza, a las gentes de nuestros pueblos y nuestras sierras…y el culto a la amistad. Y estas coincidencias, tan profundas, tan conmovedoras, se ven traslucir en todos los relatos y dan al libro unidad y coherencia.

Llama la atención en todos los relatos la agilidad de la narración, la expresividad de los términos, el finísimo humor, la precisión del lenguaje….También la tensión de las historias, que atrapan desde el primer momento, ya estemos ante aguardos nocturnos, o en una montería, ya recechando…o practicando cualquier otro arte venatorio. Especial importancia tienen los relatos de caza menor, modalidad con la que casi todos hemos comenzado nuestras hazañas y que ha consolidado nuestra afición. En el libro hay varios relatos magistrales que aluden al ojeo de perdiz, a la caza del pájaro con reclamo, al zorzal…. Y a los perros, esos colaboradores entrañables, nobles y esforzados, que gozan siempre de un lugar principal en nuestro recuerdo.

Los autores, se nota, han vivido intensamente lo que narran y esa autenticidad trasciende del texto y se amarra al corazón del lector y lo conmueve.

Sostengo con plena convicción que la importancia de este libro va a ir creciendo con el paso del tiempo y que ningún sabio del futuro podrá conocer plenamente nuestra sociedad cordobesa y nuestra idiosincrasia campestre sin haberlo leído ( incluso estudiado ) concienzudamente.

Y no sólo por la calidad de los relatos y por la originalidad de los textos sino, muy especialmente, porque son un testimonio de cómo apreciamos la caza los que, de verdad, la conocemos de primera mano y, por ello, la entendemos como cultura, como forma de acompasar la relación del hombre con la naturaleza, del hombre con los animales, del urbanita con el mundo rural .

En este mundo que se agita de modo trepidante y que bascula entre el absurdo y la memez, el libro es la reivindicación sosegada de un modo de vivir pausado, apegado a la tierra, a lo natural, a lo autentico… un modo de vivir que hoy tratan de erradicar los que, tal vez por nuestra pasividad, tal vez por nuestra indiferencia o nuestros complejos, se han erigido en turbios dictadores disfrazados de ecologistas progres.

Os recomiendo que compréis y leáis este libro, pero no sólo por el noble destino de su recaudación. También porque deseo que, al compás de su lectura, disfrutéis con sucedidos de caza, anécdotas, curiosidades, y os contagiéis de la amistad, de la humanidad que rezuman su páginas….

Yo desearía, sin embargo, que no quedara la cosa en un mero disfrute literario… Y que, por ello, al adentrarnos en esta originalísima obra, seamos conscientes de la deuda que tenemos contraída con los antepasados a los que debemos esta bendita afición y de la obligación que tenemos de conservarla para aquellos que nos sucederán en el curso de la vida. Y que así nos aprestemos a dar la batalla por la caza, por la defensa de nuestra cultura y por el respeto consciente a la naturaleza. Sin miedos, sin complejos y hasta el final. Sí, hasta el final, sin miedo ni a nada ni a nadie, y cueste lo que cueste.

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