El rodadero de los lobosJesús Cabrera

La imagen del pleno

«Recientemente hubo uno que duró ocho horas y, que yo sepa, no cambió la calidad de vida de los cordobeses, por ejemplo»

Actualizada 04:30

Esta semana tocaba pleno y no lo hubo. Cuentan que no es la primera vez que se suspende una sesión pero lo cierto es que ni los más viejos del lugar recordaban este hecho. El de este jueves duró exactamente tres minutos y sólo dio tiempo a la aprobación del acta de la sesión anterior, según aseguran, ya que quienes estaban sentados en la primera fila del público no se pudieron enterar de nada por la protesta de los vecinos de Villarrubia.

No es la primera vez que se protesta en un pleno. Ni la última. Lo mismo que hay quien convoca a la prensa en la puerta del Ayuntamiento porque saben que ahí tienen a los periodistas asegurados también hay quienes creen que su problema, sea el que sea, tendrá más foco mediático si lo hace en un pleno. Y si grita, aún más. Desalojo asegurado y a partir de ahora suspensión, fotos muy expresivas, objetivo cumplido y a otra cosa.

Que cada uno valore esto como quiera. Antes de que se suspendiera el pleno, en las intervenciones que los portavoces realizan antes de la sesión para avanzar cómo va a discurrir, el portavoz socialista, Antonio Hurtado, ofreció una lección de lo que deben ser las relaciones entre el gobierno y la oposición, algo que curiosamente no cuadra en absoluto con lo que hizo su fórmación la última -y única- vez que estuvo en la Alcaldía, ni mucho menos con lo que el Ejecutivo de la nación hace en el Congreso de los Diputados. La pena es que este momento quedara eclipsado por todo lo que vino después.

Hurtado es un político que goza de simpatías generalizadas en Córdoba. Es del PSOE antes de que Pedro Sánchez dinamitara el pasado de la formación, se hizo muy popular cuando enseñó con paciencia y didáctica a los cordobeses a usar el euro que estaba por llegar, tuvo un primer paso por el Ayuntamiento en el que dejo frases para la historia y también brilló como senador y luego como diputado, entre otros hitos de su larga trayectoria política.

Este jueves, en cambio, sorprendió a propios y extraños cuando se descolgó anunciando una interminable batería de preguntas al gobierno municipal. No es la primera vez que hace esto y que los ruegos y preguntas con dos horas de extensión duran más que el pleno en sí. En esa intervención previa a la sesión avanzó los temas en los que iba a interpelar al equipo de José María Bellido y dijo que: «Como es un pleno que no queremos que sea corto, porque los plenos cortos dan muy mala imagen, porque se debate una vez al mes y hay que aprovecharlo».

La buena o mala imagen de un pleno no depende de su duración sino de la eficacia de los acuerdos adoptados, como todo el mundo sabe. Recientemente hubo uno que duró ocho horas y, que yo sepa, no cambió la calidad de vida de los cordobeses, por ejemplo.

Los ruegos y preguntas no generan debate, porque para eso están las mociones. Algunos, en cambios, reciben sonoros zascas que se escuchan hasta en Las Jaras. Muchos de estos ruegos y preguntas ya se han formulado en comisiones y en otros órganos, por lo que su traslado al pleno no tiene más misión que ser inmortalizados por la cámara de la TVM para después sacar cortes con los que alimentar las redes sociales de cada uno, porque de esta parte de la sesión no queda el más mínimo rastro en las actas.

La última -y única- vez que el PSOE ha estado al frente de la ciudad, que no hace tanto tiempo, impuso ‘manu militari’ la norma tan democratica de que los ruegos y las preguntas de la oposición no se contestaban en el pleno. Si acaso, se respondian por escrito, algo que no ocurría siempre. Entonces, recordarán, ni debate público, ni control al gobierno, ni gaitas.

El equipo de Bellido está ahora en plena fase de redacción de un nuevo reglamento del pleno en el que, entre otras cuestiones, se va a poner coto al abuso de los ruegos y las preguntas, como en los últimos años se sufre en el Ayuntamiento de Córdoba. Lo interesante será el fijar el número de minutos, o de horas, a partir de los cuales se comienza a tener buena imagen. La eficacia y el acuerdo, si eso, lo dejamos para otro día.

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