Álvaro García de Luján Sánchez de Puerta

Ovnis falangistas en Puerto Hurraco

Actualizada 04:30

Uno de mis últimos y más fecundos pasatiempos es escudriñar los cielos de España en busca de posibles avistamientos de platillos volantes. Ver un maldito marciano. Se lo recomiendo, aunque no sea apto para todos los públicos ni para estómagos agradecidos. Conlleva más sinsabores que recompensas esto de la ufología. Créanme.

Imagínense. Coger el buga y plantarse en páramos extremeños o en las estribaciones manchegas, pillar un buen telescopio casero, pasar toda la noche en vela mirando hacia arriba, el termo de café con una gota de brandy, la silla plegable de cámping, el infausto recuerdo merodeando de los hermanos Izquierdo -qué mal rollo- tirando de escopeta contra sus rivales los Cabanillas y medio Puerto Hurraco en el 90, entre las sombras algo inquietas de la madrugada extremeña, no es que mole mucho. Muchos dirán, con razón, que no merece la pena. Además, quieras o no, te dejas una pasta. Qué le voy a hacer, es tarde para cambiar.

A lo que voy. Entre las últimas y fascinantes noticias que inundan nuestra ciudad y alrededores, destacan la celebración del Día de la Patata Rellena en nuestra provincia; la retirada del Título de Hijo Adoptivo por parte de nuestro buenrrollista Ayuntamiento a un señor muy malo -pero malísimo, oiga- llamado Ciriaco Cascajo que vivió hace ya casi un siglo; y los supuestos estragos causados por la penúltima DANA -si intercalamos una «I» tras la «D» obtendríamos el nombre de la temible jefa lagarta de la serie V; jó todo encaja- y conocida como Gota Fría antes del apocalipsis climático.

Y es que me refiero a la noticia de la semana y, posiblemente, de la última década. Y es la que sigue. La asociación «Todes Transformando» -se llama así, no es coña, lo juro- y el PSOE -una de mero- han denunciado ante la Fiscalía la campaña de la «Asociación Católica de Propagandistas» en marquesinas de Córdoba porque, a su juicio, «promueve mensajes transfóbicos y discriminatorios» hacia su colectivo y los niños trans de nuestra provincia. Ojo. Sí, lean bien: ni-ños-trans. Y todo por algo tan venial como publicitar un mensaje tan razonable y natural como «la mujer nace, no se hace». Al loro con el supuesto daño.

Así que, como todo este disparate de ingeniería social woke -el drama vendrá después, porque llegará- me sumerge en la melancolía y en la desdicha, llevo unas semanas -como les dije- empapándome en el estudio de posibles visitas alienígenas a nuestra piel de toro. Total, una marcianada más. Tras un somero repaso a documentos desclasificados -tengo contactos- que sostienen la posible visita de los ummitas a la España de los 70 -aún hay quien defiende que cuarto mitad de los actuales españoles provenimos de tal excelsa civilización galáctica- me centré en los avistamientos de objetos volantes no identificados -aunque no genéricos- en Puerto Hurraco.

Y fue entonces cuando me pregunté: ¿Es posible la existencia de Alienígenas falangistas en aquel excelso medio rural? ¿Marcianos ultraderechistas, quizás? ¿Reptilianos fachas, tal vez? Todo cabe en las sesudas cabezas que rigen los designios de nuestra política de diversidad-afectivo-sexual-tralarí-que-te-vi. Llegado el caso, ¿Serán llevadas también estas especies de los confines de la galaxia ante los tribunales por asociaciones memorialistas? ¿Tal vez ocupen portadas de Cordópolis en un futuro no muy lejano? La Ley de la Memoria Democrática será implacable con estos pobres desdichados marcianos anti-demócratas de piel verde y antenas por orejas. Son un peligro para la convivencia democrática. Fijo.

Como casi todo me lo tomo en serio y siempre -desde chico- he tenido inclinaciones hacia la defensa de los más débiles, es hora de reconocer que uno de mis sueños no cumplidos es poder asistir, aunque solo sea por una vez, a una sesión de la Mesa de la Diversidad Afectivo Sexual compuesta, entre otros, por colectivos LGTBi+ y presidida por el alcalde Bellido. Allí, entre el murmullo de mis contertulios vestidos a la última moda tendencia bo-ho tonos lilas, temerariamente, tomaría la palabra y plantearía seriamente considerar el avistamiento de ovnis en Puerto Hurraco como fenómeno diverso y -por qué no- queer acompañado del hashtag #OvnisPuertoHurracoSomosTodes.

Y es que, al fin y al cabo, el mundo de la diversidad bien merece un viaje interestelar.

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