De comienzo en comienzoElena Murillo

Fernando Donaire y Juan de la Cruz

Apostar por la cultura en un momento en el que predominan los tiempos que el sociólogo Bauman definió como líquidos, es reconocer el impacto positivo que ésta tiene en los más diversos ámbitos, pero fundamentalmente en el personal y social. La publicación de una obra literaria es una oportunidad de enriquecimiento y disfrute. Si además trae consigo la capacidad de reflexión o permite el acceso a las obras completas del gran místico del Renacimiento, San Juan de la Cruz, la posibilidad de experimentar emociones se multiplica.

Este lunes la Biblioteca Pública «Grupo Cántico» acogía la presentación de la última obra del sacerdote Fernando Donaire Martín, Juan de la Cruz. Al natural, un libro con el que la editorial PPC abre una colección que lleva por nombre el propio subtítulo, Al natural.

Acompañaban al autor el profesor y escritor Antonio Mialdea así como el gestor cultural y creador teatral, Carlos Aladro. El primero hablaba de la obra como de la «historia de las complejidades de la vida» y añadía que sería posible utilizarla como terapia a las respuestas que a veces esperamos encontrar. En este sentido, la dedicatoria de la página inicial es una declaración de intenciones: «A Juan de la Cruz, luz y compañía en el azaroso camino de la vida». Quedó sintetizada de manera magnífica la estructura del libro: una primera parte biográfica en la que se recogen aspectos de la vida tanto del santo como del autor (éste afirmaba que uno se va contando con lo que va escribiendo); una segunda parte en la que se mezclan realidad y ficción y una parte más reflexiva que concluye con un apéndice teatral.

Quizá lo más original provenga precisamente de ese apéndice que no es otra cosa que una obra de teatro dividida en tres actos y que lleva por título «De súbito la luz». Esta composición recoge los últimos días del santo carmelita y es el fruto de un curso que el mismo autor realizara con el dramaturgo Eusebio Calonge en el Teatro de la Abadía (Madrid) y que le sirvió para acercarse a la obra teatral. Por tanto, señalaba Fernando Donaire que esta creación no es casualidad. Además, es germen de un proyecto futuro puesto que posee la firme intención de llevarla a escena.

En el capítulo quinto se muestra cómo los clásicos, como el caso del místico carmelita, son actuales; porque en la actualidad importa lo que hablaron en el Siglo de Oro. Carlos Aladro añadía que San Juan de la Cruz hizo de su vida una obra de arte.

Fernando Donaire vuelve a brindar a los lectores la ocasión de conocer un poco más al santo poeta. Como recoge en la publicación: «hablar de San Juan de la Cruz es hacerlo de poesía y de ese misterio que le envolvió en su encuentro con Dios, que llamamos mística».

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