Tomy Rohde

Tomy RohdeJesús Caparrós

Tomy Rohde, agricultor

«En el campo he encontrado la tranquilidad»

Ha sido galardonado con el premio «Felipe González de Canales» al joven emprendedor

Fernando Giraldo nació en Córdoba en 1987 y su trayectoria, en un principio, parecía fijada como la de otros muchos jóvenes de su edad: una carrera universitaria (empresariales en su caso) y a buscarse la vida. Pero el destino, sabio e inevitable, quiso que Fernando acabase en el campo, en una explotación agrícola que arrendó junto a su padre en La Carlota y que le serviría como tabla salvavidas ante una crisis personal de la que no le gusta dar detalles. Giraldo, por tanto, realizó el camino inverso al de la mayoría de los jóvenes: de la ciudad al campo.
Hasta aquí la historia de Fernando Giraldo, que fue sustituido por Tomy Rohde, alter ego digital para el activismo y la crónica de la vida cotidiana en las redes sociales. Más de 52.000 seguidores en X - anterior Twitter al que seguimos llamando tuiter- y cerca de 8.000 en Instagram. En las redes, Tomy Rohde narra las vicisitudes de Fernando, un joven agricultor que entre otras cosas tiene ya su propia marca de aceite de oliva, el Aceite de Tom, y que diariamente se mancha en el tajo, ha aprendido mecánica de supervivencia y llama al pan pan y al vino, vino.
No hay nada de bucólico en sus historias y críticas. Es un hombre español, rural y currante. Nada de poses ni reflexiones New Age. Ese, posiblemente, es el secreto de su éxito en las redes sociales.
Hace unas semanas le fue concedido el premio «Felipe González de Canales» al joven emprendedor. Ha sido una excusa magnífica para tener cerca y charlar con Rohde y preguntarle sobre algunos de los temas que él tuitea con la perspectiva que da el campo.
Tomy Rohde

Tomy RohdeJesús Caparrós

- En su perfil se presenta como «andaluz, agricultor y con bastante mala leche».
- Sí. Y ya está (ríe). No conozco ni un camionero ni un agricultor que esté siempre de buen humor. Es complicado encontrarlo.
- ¿Y eso por qué?
- Porque así están las cosas. La situación está muy cruda desde hace bastantes años y eso se transmite generación tras generación, supongo (ríe). Es una ironía, de todas maneras. Es raro que yo esté de mala leche. Me río mucho. Pero si es verdad que cuando vas conociendo a agricultores, y algunos camioneros, aunque estés de risas con ellos si les tocas el tema de la agricultura se ponen de mala uva.
-¿Ser andaluz es lo mejor del mundo?
- Sí. A mí me da lástima la gente que no nace aquí. Lo tenemos todo. El paisaje, el trabajo, el ocio…todo. El que no es de aquí intenta jubilarse en Andalucía, y eso es por algo.
- El primer tuit que le he leído hoy ha sido sobre Ricky Gervais y no hablando del final de campaña de la aceituna.
- Cierto. Lo he dicho muchas veces, y es que yo no hablo de agricultura, sino de mi vida en general, de mi día a día, de lo que pienso y me pasa. La agricultura no es un oficio, sino un estilo de vida, encuadrado en la España rural además. Cuando ví a este señor no sabía en qué contexto estaba y me encantó lo que dice. [ El humorista británico, famoso por su humor ácido, se ha vuelto viral de nuevo por la presentación en los Globos de Oro 2020 en la que llamó pervertidos a los actores vips presentes en la gala y a los que vinculó con el proxeneta Jeffrey Epstein ] Hay mucha gente, sobre todo políticos, dando lecciones a los demás. Millonarios que vienen a decirnos a los trabajadores cómo tenemos que pensar, qué debemos votar, qué tengo que comer, cómo criar a mis hijos o relacionarme con la gente. ¿Quiénes son ellos, que viven en una vida paralela al resto de la sociedad? Traslada esto a los que legislan y quieren controlar la agricultura y la ganadería.
-¿Por qué está tan caro el aceite de oliva?
- Pues porque no hay. Se ha jugado, además, a legislar una serie de aspectos que han hecho que se encarezcan los costes de producción, leyes que impiden que baje el precio. Hace tres años que ya lo avisamos los agricultores, pero nadie hizo caso. Hubo olas de calor que quemaron la flor del olivo y no hubo cosecha. Cogimos lo almacenado del año anterior y lo vendimos, más la cosecha nueva. Y hemos llegado a este año con más sequía y casi con la misma aceituna del año anterior. Ahora se culpa a los distribuidores o a nosotros, los agricultores, cuando llevamos, ya digo, varios años avisando. Ocurre con la aceituna pero va a pasar con todos los cultivos que hay.
- En cualquier caso, el que tenemos que comprar es el ‘Aceite de Tom’ ¿no?
- (Ríe) Todos los aceites de Andalucía, y de España, son estupendos. No por ser mío es el mejor ni está bendecido. Es verdad que está muy bueno. Yo barro para mi casa y está vendido todo desde marzo del año pasado. De hecho, se vendió en doce horas. Este año tengo mucho menos y estamos todos exactamente igual. Hay que tratar de consumir el aceite de oliva más cercano. Estamos en Andalucía y todos tenemos un pariente o un conocido que tiene olivos y que lleva las aceitunas a una almazara. Es preferible que se consuma, si se tiene la posibilidad, de ir a la almazara o la cooperativa directamente.
Tomy Rohde

Tomy RohdeJesús Caparrós

- ¿Qué quiso olvidar en el campo y qué es lo que ha encontrado?
- Tuve una época muy mala con 20 años, cuando estaba en la facultad. Hablé con mi padre y me encontré con varias opciones, entre ellas irme al pueblo a trabajar vendiendo seguros. Ese mismo año se me presentó la oportunidad de arrendar un terreno y así lo hice. Necesitaba hacerlo debido a un asunto personal que prefiero no comentar. Yo deseaba perderme en un sitio, y me gustó tanto, que ahí me quise quedar. Y hasta el día de hoy. Yo no quiero dinero, ni que me caiga la lotería , sino vivir tranquilo. Y en el campo he encontrado la tranquilidad.
-¿Por qué se vacía la España rural?
- Esa pregunta da para varias entrevistas, pero de manera resumida te diré que eso pasa porque se da más dinero para asfaltar una calle y poner una cafetería de moda en Madrid que para construir un ambulatorio en un pueblo de cinco mil habitantes. Así de claro. Además de eso se suben los peajes a esa gente de pueblo que por narices tiene que coger un vehículo propio porque no tienen ni trenes ni autobuses. Todo lo gravan. Es muy bonito vivir en un pueblo, pero como tengas un hijo, éste no tiene acceso a la misma educación que otros niños porque está todo lejos. No cuenta con los mismos servicios. Todo es un problema.

Se da más dinero para asfaltar una calle y poner una cafetería de moda en Madrid que para construir un ambulatorio en un pueblo de cinco mil habitantes

- ¿Cómo lleva lo del cambio climático?
- No me gusta llamarlo así porque, como todo en la vida, también lo han politizado. Esa es una cuerda de la que cada vez más gente tira, porque es una cuerda que da dinero. Y así te encuentras, por ejemplo, una legislación sobredimensionada. Yo ya no lo llamo cambio climático ni calentamiento global, sino «algo pasa que no llueve», porque es así. Antes llovía ahora no. Llevo cinco o seis años sin embarrarme en la recogida de la aceituna. El problema es que se gana más dinero hablando del cambio climático que tratando de solucionarlo. Sabemos que el peso en el ahorro de contaminación de España y Europa es ínfimo comparado con otros sitios del planeta, y que hagamos lo que hagamos no va a afectar en casi nada, aunque tenemos esa responsabilidad. Pero la responsabilidad más inmediata y urgente es la de dar de comer a la gente. Y resulta que se prohíbe o regula, por ejemplo, el uso de transgénicos y los regadíos, la utilización del agua. Se quitan infraestructuras o se le ponen trabas, todo pensado para paliar el cambio climático. No se puede restar tanto.
- Usted dice que el campo mancha, corta, hiela, quema y hasta puede matar.
- Sí. Hace una semana un compañero mío perdió una mano por un descuido. Estaba a tres meses de la jubilación. Y nadie tiene la culpa, son cosas que pasan. Hace unos días volqué con el tractor. Eso es el campo. Luego la gente se queja de que la comida está muy cara.
- ¿Con qué se ha manchado hoy?
- Hoy con nada. Se me ha caído un poco de cerveza después de trabajar (ríe).

El problema es que se gana más dinero hablando del cambio climático que tratando de solucionarlo.

- Una vez se le olvidó la furgoneta en un olivar ¿Cómo puede ocurrir algo así?
- Pues es muy fácil, porque hay una hondonada, empiezas a andar y viene un compañero a recogerte mientras haces otras cosas. Al final no recuerdas cómo has ido allí (ríe). Eso pasa porque echas muchas horas y se te olvida todo.
Momento de la entrevista

Momento de la entrevistaJesús Caparrós

- ¿Quiénes son peores para la agricultura? ¿Los burócratas, los ecologistas o los pesticidas?
- (Saca el móvil y enseña una gráfica) En 1940, el grano que se sacaba en una finca de EEUU era una media de 20 toneladas. Desde ese año ha subido a 180 toneladas. Los pesticidas han hecho eso. No estamos diciendo que haya que envenenar. Un paracetamol es necesario y efectivo, pero si te tomas veinte puede morirte. Los fitosanitarios son necesarios bien aplicados. Y con los ecologistas me llevo bien. El cambio que se quiere hacer en la agricultura o la ganadería debería consistir en que el ganadero o el agricultor se ponga de acuerdo con el ecologista. Y te digo que si los dejas solos, se ponen de acuerdo. No lo hacen cuando interviene el burócrata. O político, como quieras llamarlo.
- Ha sido premiado como mejor emprendedor en los recientes galardones Felipe González de Canales ¿Quiere dirigirnos algunas palabras?
- Lo primero es pedir perdón porque no llevaba chaqueta. Me gustaría hacer una observación y es que el más ‘chico’ que había allí era yo. Es lo que más me sorprende siendo una asociación de jóvenes agricultores. Creo que pasa en todas, pero allí yo era el más joven. Hay una cosa que dijo el señor González de Canales y que a mí me gustó. Podría resumirse en «a ver si dejamos de hablar y empezamos a trabajar». Hace unos meses, en otra entrevista, me preguntaron por las medidas que había tomado en ese momento el ministerio de Agricultura para la sequía. Les dije que esperásemos, porque había qué ver qué resultados tendrían. Hemos visto que no han sido buenas. Pues esto es un poco lo mismo; menos hablar y más hacer.
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