
Miembrso del grupo de AA 'Alegría de vivir' en Córdoba
Grupo ‘Alegría de vivir’ de Alcohólicos Anónimos en Córdoba
«Soy la prueba viviente de que esto funciona. Me considero un milagro»
AA ha cumplido 90 años este 10 de junio y nos acercamos a uno de los dos grupos que hay en Córdoba para hablar de esta conmemoración y conocer su trabajo
Sergio ha tardado un poco en dar con el centro de Cáritas donde cada lunes, miércoles y viernes el grupo ‘Alegría de vivir’ celebra sus reuniones. Los encuentros son cerrados, esto es , solo para enfermos alcohólicos, aunque los primeros lunes de cada mes las reuniones son abiertas y pueden acudir los familiares. «Una de las cosas buenas que tiene esto es que vaya a donde vayas no estás solo», dice Sergio que circunstancialmente ese día está en Córdoba con su esposa por motivos de trabajo y no ha dudado en acudir a la reunión de AA. Lleva un año y medio en el programa y acude puntualmente a uno de los muchos grupos que hay en Madrid, donde actualmente reside. Originario de Huelva, provincia en la que de momento no hay grupos de AA, cuando está en su tierra natal se traslada a Sevilla para no faltar a la reunión. A sus 56 años es la primera vez que está sobrio, que ha asumido su enfermedad y que siente que la vida es un regalo. Todo eso lo comparte con los compañeros del grupo cordobés que en esa tarde de miércoles se ha convertido también en su casa, en un refugio seguro donde ser el alcohólico en recuperación que se rehabilita entre iguales.
El pasado martes 10 de junio Alcohólicos Anónimos cumplió 90 años. La ONCE emitió un cupón conmemorativo. Tuvo su fundación en 1935 en Akron, Ohio (EE. UU.), cuando dos hombres —Bill W. y el Dr. Bob— descubrieron que compartiendo su experiencia podían mantenerse sobrios y ayudar a otros a hacerlo. Desde entonces, A.A. se ha convertido en una comunidad mundial presente en más de 180 países, con millones de miembros que practican un programa basado en principios de ayuda mutua, sobriedad y crecimiento personal. Su método, centrado en el anonimato, la responsabilidad individual y el apoyo colectivo, ha transformado incontables vidas, consolidándose como una de las iniciativas comunitarias más eficaces del siglo XX en la lucha contra el alcoholismo.
Alcohólicos Anónimos llegó a España a mediados del siglo XX, en una época en la que el alcoholismo era aún un tabú silenciado y las redes de ayuda prácticamente inexistentes. Fue en 1955, en Madrid, donde dos personas, Dan C. y Ray C., comenzaron a reunirse siguiendo el modelo nacido en Estados Unidos veinte años antes. Aquellos primeros encuentros marcaron el inicio de una red que, poco a poco y de forma discreta, fue creciendo en distintas ciudades del país.
Durante los años 70, con la apertura social y el inicio de la Transición, el movimiento se consolidó, adaptando su funcionamiento a la realidad española pero manteniendo intacto su espíritu. Hoy, noventa años después del nacimiento de A.A. en Akron, España cuenta con cerca de 600 grupos distribuidos por todo el territorio, donde cada semana miles de personas encuentran una mano tendida, una escucha sin juicio y la posibilidad real de reconstruir sus vidas.

Imagen del grupo 'Alegrís de vivir' de Córdoba
En Córdoba eso ocurre gracias a dos grupos, uno ubicado en el centro de Cáritas de la Parroquia de Santiago, cuyas reuniones tienen lugar martes y jueves, y este que visitamos, de reciente creación,pero lleno de la alegría de vivir que los nomina. Han encontrado acomodo en la plaza de San Eloy, en un local de las Cáritas parroquiales de la Iglesia de San Pedro. En ambos casos, gracias a la generosidad rotunda del párroco y canónigo Domingo Moreno, que mantuvo el centro de Santiago y ha facilitado éste que acoge al nuevo grupo. No obstante, el enunciado de AA recuerda que «no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa». Mantienen así una independencia que ha reportado muchos beneficios terapéuticos a lo largo de sus 90 años de historia.
Hoy recogemos algunos testimonios de los miembros que forman parte de este nuevo grupo cordobés. No verán sus caras en las fotografías ni conocerán sus nombres exactos o completos. El anonimato así lo exige y ellos explican el por qué. Lo importante es su recuperación. Y la alegría que desprenden cuando lo cuentan.

Centro donde se reune el grupo 'Alegría de vivir' de AA en Córdoba
Paso 1.- Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables
Ely, 52 años
-¿Cuánto tiempo lleva formando parte de Alcohólicos Anónimos?
-Llevo cuatro años. Cumpliré ese tiempo el próximo 18 de agosto.
-¿Dónde tuvo lugar su primer contacto con el grupo?
-Inicié mi camino en Alcohólicos Anónimos en Córdoba, España. Aunque he asistido también a reuniones en mi país de origen, fue aquí donde descubrí verdaderamente lo que significa este programa.
-¿Qué le llevó a dar el paso de acudir por primera vez?
-Fue la angustia, la desesperación, la sensación de que mi vida había perdido por completo el sentido. Bebía de manera compulsiva, incluso contra mi propia voluntad. No quería ser esa persona en la que me estaba convirtiendo. No quería ser esa mujer.
-¿Había intentado antes dejar de beber por su cuenta?
-No, jamás. Estaba convencida de que no podía vivir sin una copa. Me consideraba un caso perdido. Rezaba, lloraba, me llenaba de rabia, pero nada parecía funcionar. Me sentía absolutamente incapaz de pasar un solo día sin beber.
-¿Qué ocurrió entonces en Alcohólicos Anónimos para que todo cambiara?
-Llegué como se suele llegar: derrotada, desesperada. Crucé esa puerta con muchas dudas, pensando que quizás no me podrían ayudar, pero también sabiendo que era un intento que debía hacer. Aquella primera reunión fue una experiencia inolvidable. Escuché a los compañeros compartir sus historias y me identifiqué con ellos. Comprendí que no estaba sola, que no era una degenerada ni un caso perdido. Ellos también se habían sentido así… y lo habían superado. Aquello fue un verdadero impulso. Supe entonces lo que significaba el sentido de pertenencia, y lo encontré desde el principio. Me sentí parte de algo.

En las paredes cuelgan lemas habituales de AA y las fotografías de los fundadores
Me dieron pautas sencillas: escuchar, hacer caso, implicarme. Y eso hice. Puse toda mi fe en la posibilidad de salir adelante. Así comencé, paso a paso. Recuerdo perfectamente que el mismo 18 de agosto en que asistí por primera vez a una reunión, tomé mi última cerveza a las cuatro de la tarde. La reunión fue a las siete. Desde entonces, no he vuelto a beber.
Paso 2.- Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.
-¿Ha seguido todos los pasos del programa?
-No he realizado todos los pasos. Me detuve en el cuarto y, hasta ahora, no he podido completarlo. Sin embargo, tuve la necesidad –y también el deber moral– de pasar directamente al paso doce, que consiste en transmitir el mensaje a otros. Actualmente, trabajo junto a compañeros con muchos años de experiencia. Entre varios, decidimos fundar un nuevo grupo: Alegría de Vivir, un espacio que nuestra comunidad necesitaba, y que se construyó bajo el principio de «Unidad, Servicio y Recuperación».
Eso es lo que hago en la actualidad: estar al servicio, acompañar, transmitir el mensaje. Pero no he renunciado a completar el resto del programa. Estoy convencida de que lo haré. El programa me ha dado tanto que no puedo dejarlo incompleto. Funciona, es verdaderamente transformador.
Aunque aún no haya recorrido todos los pasos, vivo mi día a día conforme a los principios que el programa enseña. Gracias a ello, hoy puedo decir que soy una persona feliz, con una vida digna, en paz conmigo misma y en coherencia con la sociedad. Y eso, para mí, ya es una forma de plenitud.
Paso 3.- Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de Él.
Pepe, 73 años
-¿Se puede decir que la veteranía otorga un grado o una autoridad especial dentro de Alcohólicos Anónimos?
-No, en absoluto. En Alcohólicos Anónimos no existe el concepto de jerarquía basado en la veteranía. Lo que ocurre es que, con el paso del tiempo y la experiencia acumulada, uno desarrolla una mayor comprensión del funcionamiento del grupo. Hay un texto que menciona a los veteranos, pero yo lo interpreto como una llamada a la responsabilidad: si uno lleva tiempo en el programa, debe procurar velar por su buen funcionamiento. No se trata de imponer ni de interrumpir a nadie, sino de ofrecer una palabra, un consejo, desde la humildad, compartiendo lo que uno ha entendido del espíritu de Alcohólicos Anónimos.
-Se lo pregunto porque usted es una figura veterana dentro de Alcohólicos Anónimos en Córdoba.
-Así es, aunque no solo en Córdoba. Comencé en Cádiz, en el grupo Hércules. Ingresé en el año 1991, y fue el 7 de abril de ese año cuando dejé de beber. Antes de ese día, pasé unos seis meses tremendamente difíciles, intentando dejar el alcohol sin éxito. Arrastraba ya muchos problemas de salud, entre ellos una cirrosis hepática que, aunque hoy está controlada, en aquel momento me ponía en una situación límite.
Paso 4.- Hicimos un minucioso y valiente inventario moral de nosotros mismos.
Cuando entré a mi primera reunión de Alcohólicos Anónimos, supe en mi interior que aquel era mi lugar. Era una contradicción dolorosa: odiaba el alcohol con todo mi ser, lo tenía terminantemente prohibido por prescripción médica, y, sin embargo, no podía dejar de beber. Aquel 7 de abril fue un día glorioso para mí. Desde entonces no he vuelto a tomar ni una gota.
-¿Qué encontró en Alcohólicos Anónimos que no halló en ningún otro lugar?
-Encontré, sencillamente, una vida nueva. Completamente diferente a lo que yo había conocido o imaginado. Todavía hoy recuerdo aquella primera reunión. Allí me reencontré, para mi sorpresa, con alguien que había sido compañero de trabajo y también compañero de borracheras. Ese hombre es hoy mi padrino. Nos encontramos en aquella reunión por pura casualidad, y cuando después pudimos hablar, pensé con claridad: «Esto es lo mío». Porque yo estaba completamente desahuciado, incluso por mi médico. Sentí que esta era mi última oportunidad.

El 'Libro Azul' es el texto fundacional de Alcohólicos Anónimos y una de sus herramientas principales de recuperación.
-¿Cuántos años lleva sin beber?
-Treinta y cuatro años.
-Una de las tradiciones de Alcohólicos Anónimos establece que «el único requisito para ser miembro es el deseo de dejar la bebida». ¿Comparte esa visión?
-Totalmente. Ese deseo es lo que me ha sostenido todos estos años y lo que sigue dándome fuerzas cada día. A diferencia de lo que a veces se dice, de que con el tiempo cuesta más asistir a las reuniones, en mi caso ocurre lo contrario: cuanto más tiempo llevo, más motivación siento para seguir asistiendo y seguir creciendo. Cada reunión me aporta algo nuevo. Siempre aprendo algo. Alcohólicos Anónimos no es un camino que se agote: cada paso, cada encuentro, es una oportunidad de renovación.
Paso 5.- Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestros defectos.

La 'literatura' de AA es una herramienta fundamental en la recuperación: recoge la experiencia de años de trabajo y miles de testimonios compartidos
Estela, 63 años
- ¿Cuántos años lleva en el programa de Alcohólicos Anónimos?
- El próximo 15 de agosto de 2025 cumpliré veinte años en el programa. Como decía mi padre: «para que el demonio no se ría de la mentira», prefiero decir que voy a hacer veinte años.
- Usted ha conocido el programa en distintos países. ¿Mantiene su esencia allá donde se practica?
- Sin duda. Aunque cada grupo es autónomo, el espíritu de Alcohólicos Anónimos se mantiene intacto en todos los lugares a los que he tenido la oportunidad de asistir. Yo soy cordobesa, pero pasé muchos años fuera de España y comencé mi recuperación en Norteamérica. Allí el funcionamiento de los grupos es excelente. Hay muchos, repartidos por toda la geografía, y reuniones a todas horas, con gran asistencia. Eso permite que se ayude a una cantidad enorme de personas. En mi caso, Alcohólicos Anónimos me dio una vida nueva, después de no haber vivido realmente durante los primeros 44 años de mi existencia. Se lo debo todo. Todo lo bueno que tengo me ha llegado gracias a este programa.
- Muchos compañeros coinciden en que, si se trabaja con sinceridad, el programa funciona. ¿Comparte esa afirmación?
- Absolutamente. Alcohólicos Anónimos nos propone –porque aquí nada se impone, todo es sugerido– que trabajemos el programa «un día a la vez», viviendo en bloques de 24 horas. Si ponemos voluntad, si nos entregamos con honestidad y nos rendimos de forma total y absoluta –porque esa es la clave: rendirse de verdad ante la enfermedad–, el programa funciona. El alcoholismo es una enfermedad muy grave y progresiva. Superarla requiere que demos ese primer paso: llegar al grupo. Y eso ya implica una gran fuerza de voluntad, porque solo llegar ya es un acto de valentía.
Paso 6.- Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.
Una vez dentro, uno se encuentra con personas que sufren lo mismo, con las que puede identificarse plenamente. La acogida es cálida desde el primer momento, y lo que se percibe de inmediato es esperanza. En mi caso, fue la primera vez en la vida que sentí que había una posibilidad real de recuperación.
- ¿Cree usted que se conoce bien a Alcohólicos Anónimos? Lo pregunto porque en algunas películas se muestra una imagen parcial o idealizada del programa.
- En mi opinión, lo que se refleja en las películas –aunque sea poco, ya que por principio respetamos el anonimato frente a la prensa, la radio y el cine– es bastante fiel a la realidad. Cuando se muestra a los compañeros presentándose como alcohólicos y se representa la acogida que reciben, eso es exactamente lo que ocurre en nuestras reuniones. Desde el primer momento uno se siente parte del grupo. Y esto sucede en Norteamérica, en España y en cualquier parte del mundo. Alcohólicos Anónimos es uno, con el mismo espíritu y la misma esencia en todos los lugares.
- ¿Qué relevancia tiene el anonimato dentro del programa?
- El anonimato es esencial. Los alcohólicos solemos tener un ego inmenso, más grande que el universo, y el anonimato nos ayuda a mantenerlo a raya. Nos obliga a ser humildes y nos recuerda que esta enfermedad puede afectar a cualquiera: da igual la profesión, la edad, la religión, la raza. No discrimina. He conocido a personas muy famosas que asistían a reuniones, pero dentro del grupo todos somos iguales: médicos, abogados, artistas, trabajadores, gente de todas las condiciones. Eso es precisamente lo valioso del anonimato: aquí nadie es más que nadie. Nos encontramos en un plano de igualdad y de respeto mutuo.
- Después de su recorrido por distintos grupos, ¿cómo definiría el grupo Alegría de Vivir, en el que participa actualmente?
- Este grupo nació del amor profundo que sentimos por el programa mis compañeros y yo. Detectamos la necesidad de que en Córdoba existieran más grupos, más opciones para quienes buscan ayuda. Durante mucho tiempo solo había un grupo en la ciudad, y pensamos que sería valioso fundar uno nuevo que ofreciera otra alternativa.
Paso 7.- Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.
Así surgió Alegría de Vivir. Fue un proyecto concebido con todo el cariño, y puedo decir con orgullo que estamos muy satisfechos. Tanto los fundadores como los compañeros que se han ido sumando han contribuido a crear un espacio de armonía, sin conflictos, donde se habla todo con transparencia. Estamos convencidos de que estamos aportando algo importante a Córdoba, y nos sentimos muy agradecidos de poder hacerlo.

Dos miembros de AA, con los 12 Pasos
Toñi, 61 años
-¿Cuánto tiempo lleva formando parte de Alcohólicos Anónimos?
-El pasado 19 de mayo cumplí cuatro años en el programa.
-¿Qué le llevó, en su caso, a dar el paso de acudir a Alcohólicos Anónimos?
- Antes de llegar a Alcohólicos Anónimos, lo había intentado a través de la Seguridad Social, pero no por iniciativa propia. Fue una psicóloga quien, al saber que bebía, me recomendó acudir. Allí me trataron un psiquiatra y una psicóloga. La psiquiatra me recetó medicación para la depresión, pero yo no me reconocía como alcohólica. Hablaba con el psiquiatra y le decía: «pero si todo el mundo bebe, yo también puedo hacerlo sin problema». Él me respondía con claridad: «la diferencia es que tú sí eres alcohólica». Pero yo no lo aceptaba. Me convencía a mí misma de que tenía el control. Así que dejé el tratamiento.
Después pasaron unos quince años —puede que más o menos, no recuerdo con exactitud— en los que seguí bebiendo de manera compulsiva. Llegué incluso a acudir a otro psiquiatra, esta vez por la vía privada, para tratar lo que entonces ya era una compulsión, tanto con la comida como con la bebida. En una conversación con mi hermana pequeña, tras una consulta, me preguntó: «¿cómo te ha ido?». Y le respondí: «da igual, si mi problema es que bebo». Ella no lo sabía. Me preguntó si bebía mucho, y le dije que sí. Fue ella quien se puso en contacto con Alcohólicos Anónimos, y la persona responsable del grupo que existía entonces en Córdoba me llamó. Concertamos una cita. Desde aquel 19 de mayo, no he vuelto a beber.
Paso 8.- Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.
En las reuniones empecé a identificarme con las historias de los compañeros, aunque al principio no me reconocía como alcohólica. Me costaba presentarme como tal, porque no lo aceptaba. Pero ese es el primer paso: reconocer la enfermedad. Al ver que lo que contaban los demás coincidía con lo que yo había vivido, empecé a leer literatura del programa. Me sentía completamente reflejada en cada página. Fue entonces cuando por fin pude decir: «sí, soy alcohólica».
- ¿Ha recorrido ya todo el camino de los doce pasos?
- Todavía no he completado todos los pasos. Siento que necesito un padrino o una madrina que me acompañe y me guíe en ese proceso. No es que no sepa lo que hay que hacer, pero creo que necesito ese impulso, ese acompañamiento cercano.
- ¿Podría explicar brevemente qué papel tiene un padrino o una madrina en el programa?
- Es una figura de guía. Alguien con más experiencia que te orienta durante el proceso, especialmente en el trabajo de los pasos. Si tienes dudas, inquietudes o problemas en tu vida diaria, puedes llamarle, desahogarte, y esa persona estará ahí. No te dice lo que tienes que hacer, sino que te sugiere, te acompaña con respeto. Y eso es muy importante, porque aquí no se aconseja ni se impone nada. Cada uno habla desde su experiencia, y es esa vivencia personal la que ayuda. Escuchas: «a mí me pasó esto, yo lo viví así», y entonces tú vas recogiendo de cada historia lo que te sirve para tu propio camino.
- Desde su experiencia, ¿se vive de forma distinta el alcoholismo en una mujer que en un hombre?
Totalmente. El alcoholismo en la mujer está muy mal visto socialmente. Se nos juzga con dureza. Nos perciben como si fuéramos personas degeneradas, como si tuviéramos una tara, y nadie se detiene a pensar que detrás de eso hay una enfermedad mental. Esa mirada social te aísla. Yo llegué a encerrarme en casa. Pasé de tener una vida social activa a vivir sola y beber en soledad. Es muy duro.
Paso 9.- Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, salvo cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.
- ¿Cómo ha cambiado su vida desde que entró en Alcohólicos Anónimos?
- Mi vida ha cambiado por completo. Todavía sigo en proceso de recuperación, porque este camino es largo y uno nunca deja de aprender. Pero ha cambiado radicalmente. El programa me ha ayudado a identificar y trabajar mis defectos de carácter, y eso es precioso. Reconocer nuestras sombras nos permite transformarlas. En mi caso, eso ha sido clave.
- Uno de los lemas de Alcohólicos Anónimos afirma que «allí donde haya un alcohólico sufriendo, hay una mano tendida de Alcohólicos Anónimos». ¿Lo siente así?
- Por supuesto. Nos ayudamos muchísimo entre nosotros. Este grupo, para mí, es mi poder superior. El programa no es religioso, pero sí profundamente espiritual. A veces llego sin ganas, porque hace calor, o llueve, o simplemente estoy cansada. Pero siempre salgo con las pilas cargadas, llena de vida, con fuerza para afrontar lo que venga. Y eso no tiene precio.
Aurora, 60 años
- ¿ Cuánto tiempo lleva usted en Alcohólicos Anónimos?
- Llevo un año y medio. Encontré Alcohólicos Anónimos después de mi última borrachera, que fue especialmente dura. Sentí que estaba a punto de caer en un pozo del que no podría salir. En ese momento decidí pedir ayuda. Llamé a Alcohólicos Anónimos y me derivaron a un grupo en mi ciudad. Acudí sin saber muy bien qué esperar, pero ese primer día comprendí con claridad que era alcohólica. Me entregaron una hoja con una serie de preguntas, y al leerlas y responderlas me vi reflejada por completo en ese patrón de consumo que hasta entonces no quería reconocer.
Bebía sobre todo en casa. En situaciones sociales intentaba controlar, aparentar cierta normalidad. Pero al regresar a casa, continuaba bebiendo hasta el final. Especialmente en los últimos meses, la caída era libre. Me di cuenta de que necesitaba ayuda, y la encontré en mis compañeros del grupo. Desde entonces, he descubierto una vida completamente nueva. Mi madrina ha sido fundamental en este proceso. Ella me ha abierto los ojos, me ha acompañado en los momentos más difíciles. Ha habido momentos en los que prácticamente he puesto mi vida en sus manos. Confío plenamente en ella, y aprendo muchísimo, no solo de ella, sino de todos los que forman parte del grupo. Cada día aprendemos unos de otros, a través de nuestras experiencias y del respeto mutuo.
Paso 10.- Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocábamos, lo admitíamos inmediatamente.
- Alcohólicos Anónimos insiste en su total independencia. ¿Cómo se organizan económicamente los grupos?
Nos mantenemos únicamente a través de la Séptima Tradición: cada miembro aporta lo que puede y quiere, sin ánimo de lucro. Con eso se cubren pequeños gastos, como el café o unos dulces para la reunión. No aceptamos subvenciones ni donaciones externas. Nos autofinanciamos por completo. Caminamos solos, pero juntos.
- ¿Qué ha encontrado en el programa que le ha ayudado realmente a mantenerse sobria?
- Sobre todo, me he reencontrado conmigo misma. A medida que he ido trabajando los pasos, me he ido reconociendo, viendo mis defectos de carácter y tratando de corregirlos. No todos, claro, porque la perfección no existe, pero sí intento mejorar cada día. Mi vida anterior no se parece en nada a la actual. Algunas personas que me conocían antes, hoy no me reconocen. Mi marido dice que he vuelto a ser la persona que él conoció, no la que fui después. Eso es muy importante para mí. El apoyo de mi familia, aunque todavía no todos conocen mi historia, ha sido también una gran ayuda. Poco a poco lo irán sabiendo.

Los textos con los que se trabaja en AA
- Dice que lleva un año y medio sin beber, pero también que el programa se vive «día a día». ¿Por qué es tan importante esa visión de 24 horas?
- Porque en Alcohólicos Anónimos no pensamos en el futuro. Vivimos el presente. Antes era una persona que lo planificaba todo: desde las vacaciones hasta el año entero. Cada primero de enero escribía lo que iba a hacer ese año. Pero luego la mitad de esas cosas se quedaban en el aire. Ahora ya no hago planes. Me levanto cada día y digo: hoy no voy a beber. Y mañana… ya veremos.
He aprendido a vivir así. Porque no sabemos si estaremos aquí mañana ni lo que puede pasar. Y eso me da paz. Esa forma de vivir me ha enseñado a disfrutar más de las cosas, a no angustiarme por lo que no ha llegado. Mi vida está guiada por lo que en Alcohólicos Anónimos llamamos el «poder superior». Cada persona lo entiende a su manera. Para mí, como católica, ese poder tiene una dimensión espiritual. No lo concibo como religión, sino como una fuerza que me sostiene. Cada mañana y cada noche leo la oración de la serenidad. Esa oración me da calma. Me ayuda a dormir en paz, a reflexionar sobre mi día y a prepararme para el siguiente. Cada día me repito: no voy a beber. Y así, paso a paso, vamos avanzando todos los que compartimos esta experiencia. Porque no necesitamos hacer grandes planes. Basta con vivir el día. Y vivirlo bien, con alegría y con serenidad.
Paso 11.- Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, según nuestro propio entendimiento de Él, pidiéndole tan solo que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.
Omar, 35 años
- ¿Cuántos años lleva vinculado al programa de Alcohólicos Anónimos?
- Mi primer acercamiento a Alcohólicos Anónimos fue cuando estaba entrando en la veintena. Por aquel entonces, algunas de las personas con las que me relacionaba ya empezaban a acudir a reuniones del programa. Eso da una idea del entorno en el que me movía: amigos y conocidos que, como yo, tenían problemas con el consumo de alcohol o de otras sustancias.
En realidad, mi adicción no comenzó con el alcohol, sino con otras sustancias que acabaron llevándome a abusar también del alcohol. Empecé a visitar grupos de Alcohólicos Anónimos y a escuchar testimonios. Había muchos grupos en mi país, y yo asistía regularmente. Fue allí donde, en una Semana Santa de 2019, levanté la mano para incorporarme formalmente al programa, en un acto que forma parte de una tradición local: después de leer la versión breve de la Tercera Tradición —«El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebida»—, el moderador pregunta si alguien en la sala desea formar parte de esta comunidad. Yo respondí afirmativamente.
Sin embargo, aún no estaba preparado. Me quedaban ocho años más de sufrimiento en la calle, hasta darme cuenta de que Alcohólicos Anónimos era verdaderamente mi lugar. Si hago cuentas, llevo unos seis años en contacto con el programa, pero también debo decir que hoy mismo llevo 24 horas sobrio. Y no lo digo porque haya recaído, sino porque este es un programa de 24 horas para toda la vida. Esa es su esencia: vivir un día a la vez, siempre.

Entrada al local de reuniones del grupo 'Alegría de vivir', por la plaza de San Eloy
- Alcohólicos Anónimos celebra 90 años de existencia. A lo largo de este tiempo ha demostrado con creces que el programa funciona. ¿Cuál cree usted que es el secreto de ese éxito?
- Se suele decir que por la sala de Alcohólicos Anónimos se pasea el poder superior. Y creo que eso, al menos en mi experiencia, es lo que realmente me ha ayudado. Yo llegué al programa como una persona atea. Incluso hoy me cuesta hablar de un poder superior como tal, pero me aferro a la idea de que hay algo que trasciende, algo que da sentido a lo que ocurre en estas salas.
Hay muchos elementos que han contribuido al éxito de Alcohólicos Anónimos. Uno de los más importantes es el anonimato, que actúa como un reductor del ego. En A.A. no hay figuras públicas, no hay jerarquías ni modelos personales que seguir. Como decimos: «anteponemos los principios a las personalidades». Esa frase, que puede parecer sencilla, encierra una enorme verdad: aquí nadie es más que nadie.
Paso 12.- Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos.
Alcohólicos Anónimos es un programa extraordinariamente simple para mentes muy complicadas. Y eso es parte de su genialidad. No es una solución mágica ni una panacea, pero ha sido, sin duda, una de las grandes maravillas del siglo XX. Ha ayudado a un número incontable de personas, y eso no se consigue sin una base sólida.
El componente espiritual del programa —ese misterio que muchos mencionan cuando dicen que «por aquí se pasea el poder superior»— es real. No es necesario comprenderlo del todo, ni debatir si vino antes el huevo o la gallina. Lo importante es que funciona. Y eso, para mí, tiene mucho más valor que cualquier explicación teórica. Yo soy la prueba viviente de que esto funciona. Me considero un milagro. Y como ocurre con el misterio de la Santísima Trinidad, no necesito entenderlo todo: solo sé que está ahí, y que transforma vidas.