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28 de marzo de 2024

pepe domingo

Visita obligada para quienes deseen sentir el alma y la pureza de esta ciudad única

Vete de mi parte

La Perejila, autenticidad y sabor de verdad en la Cava Baja

A todos los que las han probado le encantan las perejilas, que son, sencillamente, unas albóndigas estupendas especialidad de la casa

El Madrid de la Cava Baja es un Madrid que te enamora. Esos edificios que parecen caerte encima de tan cerca que están, esa simetría perfecta de tejados y balcones, el bullir serpenteante de la gente de bar en bar, de caña en caña, de tapa en tapa, todo ha contribuido a convertir este trocito de Madrid en visita obligada para quienes deseen sentir el alma y la pureza de esta ciudad única. La Cava Baja se estira desde la calle Segovia hasta el final, atravesada por lugares hermosos, que ya se están convirtiendo en lugares de culto.
Hay que hacer para obligada en El Tempranillo, un bar de los de antes, en donde el vino y las buenas tapas te levantan el ánimo. Y luego, un descanso en los huevos de Lucio, que han recuperado su antiguo esplendor culinario. Por supuesto, no hay que olvidar Casa Lucio, historia viva del Madrid de siempre, y Casa Curro, el templo de las buenas gambas y las cañas bien tiradas. Los Castizos también han sentado sus reales en la Cava con un éxito creciente, que hace honor a su nombre. No me olvido de Los secretos de Lola, una preciosidad de taberna típicamente española, asombro de madrileños y visitantes. Hace pocos meses, el Schotis ha vuelto a abrir sus puertas y los clientes lo han agradecido llenando el establecimiento cada día. La posada de la Villa te espera con su cordero, sus callos, su tipismo, su autenticidad. Algún día nos ocuparemos de esas otras tabernas nuevas que están surgiendo en esta zona y que todavía están intentando figurar entre las estrellas de la Cava.
Y en el corazón madrileño de La Latina, en el 25 de la Cava Baja, está La Perejila, un oasis de belleza, de poderío, de alegría y de calidad. Descubrir este lugar fue para mí un momento inolvidable. Entras en La Perejila y lo primero que te subyuga es la música, españolísima y castiza, que inunda de felicidad toda la calle. Es un local muy pequeño, pero muy coqueto. Su decoración es todo un ejemplo de cómo se puede ser original con sencillez y estilo. No es fácil encontrar sitio, porque la gente se ha acostumbrado a entrar en La Perejila y disfrutar de un momento mágico con su gente y con su carta. Los platos son los de toda la vida con el toque original de la casa. El paté de perdiz de La Carolina es una delicia.
A todos los que las han probado, le encantan las perejilas, que son, sencillamente, unas albóndigas estupendas especialidad de la casa. No dejéis de probar las Castañuelas, unos mejillones sabrosísimos con una salsa muy especial, o los Lunares (chorizos guisados con vino blanco). No puede faltar un gran salmorejo cordobés, unos callos a la madrileña de categoría, unas alubias blancas estofadas con perdiz… Es una carta quizás demasiado extensa, pero en la que hay un montón de platos que te van a encantar.
Creo que lo de menos de la Perejila es la comida, todo está bueno, pidáis lo que pidáis, sin exquisiteces, pero con autenticidad y sabor de verdad. Si a esto le añadís la belleza del local, la música española a todo cantar y la alegría y amabilidad de Ana y Luis, los propietarios, y un personal atento y divertido, tendremos una taberna perfecta para seguir creyendo que la Cava Baja es parte vital del alma y el sabor de Madrid.
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