Los orígenes de un tesoro en Ribera del Duero

En la localidad de Anguix (Burgos), se encuentra Bodegas Áster, de donde salen vinos llenos de cuerpo y color que merece la pena probar

En lo alto de un otero, rodeado entre viñedos y pinares, se divisa una casa solariega que alberga un tesoro líquido lleno de cuerpo y color. En la localidad de Anguix, entre Aranda de Duero y Palencia, en el año 2000 se levantó Viñedos y Bodegas Áster. Un espacio que integra en plena naturaleza burgalesa la elaboración de vino y las bondades del enoturismo.

El viñedo es el telón de fondo del precioso paisaje que se contempla desde la sala de elaboración. Unas vistas que se equiparan a la belleza de la nave donde reposan barricas de roble francés en las que se crían los vinos destinados a Áster Crianza, Áster Finca el Otero y a su Club de Cosecheros, antes de redondearse en los silenciosos botelleros. Con más de seis décadas de antigüedad, sus cepas sorprenden por encontrarse en una zona de laderas de erosión suave, con suelos poco fértiles, de una calidad extremadamente alta.

«Tenemos unos suelos muy característicos y una altitud en torno a 800 metros y el clima continental extremo de Ribera del Duero hace que los vinos tengan una expresión diferencial. Desde que comenzamos a plantar viñedo hasta que producimos los primeros vinos han pasado diez años», comenta a El Debate Alejandro López, el enólogo de la bodega.

Su elaboración comienza con una selección de uva Tinta del País (100 %) procedente de esta parcela de suelo franco-limoso y de muy alta calidad, cuyos frutos se dedican en cosechas excepcionales exclusivamente a las botellas de Finca El Otero. Es el caso de la añada 2018 que se caracteriza por su influencia atlántica, su equilibrio y frescura, tres rasgos de los que son responsables la combinación entre edad, suelo y altura.

«Nuestro reto es conocer cada vez mejor cada una de nuestras parcelas, continuar desarrollando vinos que expresen este terruño de Anguix, la Tinta del País», añade Alejandro López.

Finca el Otero recibió el premio al Mejor Vino Tinto del Mundo 2016, otorgado por la prestigiosa publicación The Wine Merchant. La fermentación maloláctica en barricas de roble francés nuevo y su crianza de 16 meses con dos trasiegas artesanales, han terminado por redondear un vino que sobresale por la complejidad olfativa, su elegancia y paso de boca armonioso e intenso, así como su final, largo y amable, idóneo para su disfrute por copas o junto a carnes rojas, asados de cordero y quesos bien curados.

Para esta Navidad, se han unido con Cascajares para presentar Esencia de Ribera del Duero, un pack con uno de los platos más tradicionales de estas fiestas, el asado de cordero lechal, y el vino de Finca El Otero 2018.

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