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16 de abril de 2024

Una niña haciendo sus tareas

Una niña haciendo sus tareasPexels

Educación

Deberes en verano: ¿sí o no?

Después de un curso lleno de obligaciones, de tareas que hacer para la clase del día siguiente y de actividades extraescolares, llega el verano; tres meses de vacaciones que están para disfrutar y desconectar, pero también se puede aprovechar para afianzar todo lo aprendido durante el año escolar. No obstante, el ritmo puede ser más relajado, y siempre desde la calma y la tranquilidad de no aprender por obligación sino por el disfrute y la curiosidad de saber algo nuevo cada día.
El tiempo que duran las vacaciones es muy largo en comparación con lo que dura el curso. Por ello, la doctora Mercedes Bermejo, vocal de la junta de gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, apunta que es importante que «no haya una desconexión absoluta de todo lo que tiene que ver con el conocimiento adquirido», pero que también ha de dedicarle un tiempo exclusivo al ocio activo, a deportes de aire libre o de agua, para compensar todo el esfuerzo intelectual realizado a lo largo del año.

Aprender en familia

Dependiendo de cada niño y de lo que mejor y peor haya llevado determinadas materias en el colegio, pueden aprovecharse los largos días de verano para reforzar aquello en lo que ha tenido mayores dificultades. Si ha mostrado dificultades en la lectura o la escritura, también dependiendo de la edad, existen una gran cantidad de cuadernos de actividades en el mercado que pueden ayudarles de una manera más entretenida a mejorar aquellos aspectos más flojos. Poder elegirlos con ellos es una manera que la psicóloga recomienda para que no tenga la sensación de que se trata de algo impuesto, de una obligación más; al igual que acudir con ellos a una librería y que escojan su propia lectura, ya no tanto porque la profesora les haya mandado leer tres libros en verano.
Puede ser una oportunidad para aprender en familia. Si en lo que flojea el alumno es en historia, pueden proyectarse en casa documentales u organizar algún viaje a un lugar donde no solo estudiar, sino vivirlo en primera persona. Bermejo destaca que «desde la calma de las vacaciones, donde a nivel cognitivo el cerebro está más descansado, hay una mayor probabilidad de afianzar ciertos conceptos o conocimientos».

Lectura, cuadernos, juegos

Como con tantas otras cosas en niños, el ejemplo es fundamental. «Los padres también pueden estar en la playa y dedicar un rato a leer o a hacer crucigramas, a hacer cosas que desarrollen el cerebro», afirma la vocal del colegio de psicólogos. Ser partícipes de la curiosidad intelectual de sus padres ayudará a los niños a encontrar sus propios estímulos y, sobre todo, a vivir lo bonito, entretenido y divertido que es aprender ya no solo dentro del aula.
Si desde el colegio no se les ha mandado ninguna tarea una buena alternativa puede ser establecer un tiempo de lectura, por ejemplo, de media o una hora antes de bajar a la playa o la piscina por las mañanas o incluso por las noches antes de dormir. Hay también muchos juegos que se pueden realizar de sumas y restas para reforzar las matemáticas o incluso libros de actividades interactivos y divertidos, sobre lo que también es importante pactar previamente el compromiso que se ha de adquirir: completar una página al día o el tiempo dedicado a hacer ejercicios; para que a fin de cuentas «no lo vivan como una obligación más o una responsabilidad como las que tienen durante el curso, sino como un disfrute vivido en compañía de la familia».
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