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26 de abril de 2024

China tiene restricciones horarias para los vídeojuegos

Un niño juega con una consola portátil conectada a una pantalla de ordenadorEfe

Educación digital

Todo lo que tienes que saber sobre videojuegos si eres padre

En el año 2022, se cuadruplicaron las consultas por adicción de videojuegos. En el hospital de Bellvitge, en L'Hospitalet de Llobregat, mientras que en el año 2011 estas consultas representaban un 1,7 % de los casos atendidos por los especialistas en adicciones comportamentales, en 2019 subieron al 5,7 % y, aunque descendió en los dos años posteriores al confinamiento, en 2022 alcanzó el 15,4 %.
Este mismo año, la Organización Mundial de la Salud añadió esta patología en su lista de enfermedades mentales. Los últimos estudios sobre el tema indican que el 3 % de la población tiene más probabilidad de sufrir adicción a los videojuegos.
Aunque en muchos casos los videojuegos pueden resultar educativos y entretenidos, hay ciertos límites que no se pueden cruzar para no caer en un mal uso, incluso abuso, de las consolas y las pantalla. Los expertos coinciden en que importa más lo que no hacen mientras están con el ordenador, la play o el móvil que el tiempo que pasen delante de la pantalla.
Mientras no se esté renunciando a actividades que antes gustaba realizar, o sacrificando quedadas con amigos o viajes por quedarse en casa para tener el mando o el teclado entre las manos todo el día, no habría motivo para preocuparse.
Según datos del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de FAD, un 84,4 % de los jóvenes españoles juegan a videojuegos y 1 de cada 3 lo hace a diario. Cuatro horas es la media que los adolescentes dedican a este hobbie.
Para saber si un videojuego es apropiado para la edad del niño, se tiene el indicativo PEGI, que marcan el mínimo de años que un niño tendría que tener para poder jugar, ya sea por su complicación, por los gráficos o contenidos. Otra buena manera es que sean los propios padres los que jueguen primero, y bajo su criterio, determinar si su hijo puede jugar o no.
Jugar en familia a un videojuego ayuda a fortalecer los lazos paternofiliales, por ser una muestra de estar compartiendo una afición. En esos momentos, puede aprovecharse para fomentar la comunicación, preguntándole por sus gustos y preferencias; y, por qué no, también es una oportunidad para fomentar su pensamiento crítico, cuestionándole por qué le gusta ese juego en particular o si es él quien decide cuándo deja de jugar o le cuesta tomar la decisión.
Los videojuegos educativos, en los que se aprende mientras uno se divierte, son la mejor opción; pero en caso contrario, las herramientas de control parental pueden emplearse tanto para limitar el tiempo que se vaya a jugar, como para contenidos inapropiados.
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