Una niña frente a la televisión
Sobrecarga cognitiva y problemas del habla: la última evidencia del impacto de las pantallas en niños
Los dispositivos pueden favorecer la colaboración y la empatía, pero también pueden provocar aislamiento social y dificultades en la interacción cara a cara
Los niños españoles pasan cada día cuatro horas delante de una pantalla. Esto sin tener en cuenta las que ya ocupan con los dispositivos durante la jornada escolar. Este es uno de los datos que se desprende del último informe de la aplicación de control parental Qustudio, que a través de sus encuestas también ha estimado la edad a la que los menores tienen en posesión su primer móvil: a los 12 años. Tan solo uno de cada cinco padres lo considera un momento adecuado, pero aún así, se lo entregan.
No obstante, antes de tener un dispositivo propio y tienen acceso a los de sus padres o a los de uso común en casa. Otro estudio, realizado por expertos de varias universidades japonesas, desveló que el 84 % de los menores de 1 a 3 años y el 88 % de los niños de 4 a 6 años superan el tiempo recomendado de exposición a pantallas.
Esta conclusión es apoyada por un reciente informe, que ha investigado la influencia del uso de pantallas, la lectura de libros y las interacciones con adultos en las habilidades lingüísticas y motoras de niños pequeños en 19 países de Hispanoamérica. Aunque no encontraron ninguna asociación significativa entre el tiempo que se dedica a los dispositivos tecnológicos y el desarrollo de las habilidades motoras, sí lo han asociado con las habilidades lingüísticas. Cuanto más tiempo de pantallas, peor desarrollo del lenguaje.
No todo es negativo. Esta relación se volvía beneficiosa cuando los adultos comparten activamente el tiempo dedicado a ver la televisión o el ordenador y eligen contenido educativo. «El principal factor negativo es el tiempo que el infante pasa en solitario en una tarea que es completamente pasiva como es el uso de pantallas sin acompañamiento», precisa Lucas Gago Galvagno, coordinador del informe. «Encontramos que, si el adulto acompaña la actividad, o si el contenido es educativo, el desarrollo lingüístico tiende a aumentar», incide el científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas a la agencia Sinc.
Por otro lado, también como muestra de la última evidencia sobre las pantallas y los menores, un estudio elaborado por varias universidades españolas expone que el uso temprano (y excesivo) de dispositivos digitales en la infancia puede ayudar a mejorar ciertas habilidades, si bien, también conlleva ciertos riesgos como la que han bautizado como sobrecarga cognitiva. Esta incluiría desde reducción de la atención, problemas en los procesos de aprendizaje o retrasos en el desarrollo del lenguaje (como ya apuntaba el anterior estudio desarrollado en Hispanoamérica).
Este trabajo, elaborado por expertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), la Universidad Europea, la Universidad de Nebrija, la UNIE y la Universidad de la Costa (CUC), ha analizado los efectos positivos y negativos de las tecnologías digitales en funciones cognitivas, desarrollo cerebral y resultados conductuales. En el mismo, se destacan mecanismos psicológicos y neurofisiológicos que explican cómo estos dispositivos influyen en el cerebro, particularmente en el control cognitivo y la toma de decisiones.
Entre sus conclusiones muestran que el impacto de este uso no es uniforme, si no que algunos factores como la edad, el género y el nivel socioeconómico, pueden regular sus efectos. Así, señalan en el estudio que mientras ciertas tecnologías pueden mejorar funciones ejecutivas y el rendimiento académico al fomentar la participación y motivación de los estudiantes, su uso desmedido puede generar distracciones, afectar el enfoque y reducir el rendimiento.
Otros efectos negativos, continúan los autores, van desde la disminución de la atención sostenida, interrupciones en los patrones de sueño hasta, en casos extremos, comportamientos disruptivos. «Los mismos mecanismos que potencialmente mejoran ciertas habilidades cognitivas también pueden conducir a resultados negativos. La exposición prolongada a la multitarea basada en pantallas puede sobrecargar la capacidad cognitiva del cerebro, lo que lleva a una reducción en la eficiencia de los circuitos neuronales involucrados en el pensamiento profundo y concentrado y la atención sostenida», apuntan.
Los dispositivos digitales pueden favorecer la colaboración y la empatía, pero también pueden provocar aislamiento social y dificultades en la interacción cara a cara. Además, el uso excesivo de pantallas puede obstaculizar habilidades como el lenguaje y la resolución de problemas, mientras que un uso controlado e intencionado puede fomentar la creatividad y habilidades cognitivas específicas.