
El duque de Feria, Rafael de Medina y Fernández de Córdoba y Nati Abascal con sus hijos Rafael y Luis Medina Abascal junto a Rafael Anson durante un posado en su casa
Gente
Depresiones, droga y cárcel: así fue la vida del otro duque de Feria
El padre de Luis y Rafael Medina protagonizó uno de los escándalos más morbosos de la alta sociedad española
Rafael Medina y Fernández de Córdoba fue encontrado muerto en una de las habitaciones de su casa de Pilatos. El portero del palacio sevillano en el que vivía con su madre y que era sede del legado Medinaceli, le llevó el periódico como cada día y vio el cuerpo sin vida, resultado de un exceso de barbitúricos. A pesar de que falleció oficialmente el 8 de agosto de 2001, el malogrado duque de Feria llevaba ya muerto mucho tiempo.
Desde su juventud, sufrió distintas depresiones y fue ingresado varias veces. Sin embargo, su verdadera bajada a los infiernos llegó cuando fue condenado por tráfico de drogas y corrupción de menores en 1993. Ingresó ese mismo año en prisión y salió dos años después con varios episodios depresivos, un posible trastorno bipolar y la declaración de que consumía cocaína porque la necesitaba para vivir.

Posando con Naty Abascal durante un acto benéfico en los jardines del Moro
En ese momento, Naty Abascal, a la que le unía una relación desde que eran unos niños, ya llevaba años divorciaba de él. Durante años, el matrimonio entre una de las modelos españolas más internacionales con uno de los herederos del legado de la Casa Medinaceli copaba las hojas de las mejores revistas y periódicos de la crónica social española. El nacimiento de sus dos hijos, Rafael y Luis, parecía llenar de felicidad a esta familia de la alta sociedad sevillana. Sin embargo, poco tardó la top model en desvincularse sentimental y judicialmente de él.
Con las detenciones de su exmarido, intentó poner tierra de por medio entre él y sus hijos, a los que mandó a estudiar fuera para intentar alejarlos del foco mediático a fuerza de matricularlos en internados. La situación empeoró aún más cuando se publicaron fotografías del duque junto a dos niñas menores de 12 años. El duque acabaría condenado a 18 años de cárcel (que después el Supremo redujo a nueve) por rapto y corrupción de menores y sus hijos alejados de España y rumbo a Estados Unidos.
Con el tiempo, Luis, ahora imputado por el caso de las mascarillas, se convirtió en el confidente de su padre. Actuó como testigo no solo de las consecuencias de su vida de excesos, sino también de los estragos que su enfermedad mental causaba. Le rescató de un intento de suicidio y le visitó cuando ingresó en un psiquiátrico, pero su imagen siempre quedó relegada a los clubs de alterne andaluces que frecuentaba y a las grandes cantidades de alcohol y drogas que consumía.
Cuando falleció, Luis reconoció tener la conciencia tranquila por hacer todo lo que pudo por ayudarle. Su madre, Naty Abascal, a pesar de las diferencias que les separaron, lloró por su pérdida y por la soledad que había sentido ante la marginación a la que le sometió la sociedad española: «Qué poco caso le han hecho, se lo han quitado de en medio. Rafael era un enfermo, lo ha sido siempre y así había que tratarlo. Para mí ha sido el padre de mis hijos y todo lo que haya ocurrido antes no tiene mayor importancia. Lo han dejado solo, qué poco han hecho por él...».