El juez Santiago Pedraz
La pasión desconocida del juez Pedraz y el dardo envenenado de Esther Doña
La pintura le ayuda con sus lecturas, su trabajo y sus reflexiones. Su fin tampoco es vender cuadros, se lo han ofrecido pero él no quiere
Hay quien, como al juez Santiago Pedraz, pintar le sirve para reflexionar, podría evadirle mezclar colores y dibujar formas sobre un lienzo en blanco, pero no. A él la pintura le ayuda con sus lecturas, su trabajo y sus reflexiones. Su fin tampoco es vender cuadros. Se lo han ofrecido pero él no quiere, los regala a sus amigos, a familiares o los dona. La única pintura y dibujo que ha estudiado es la del colegio. Es pintor autodidacta.
Desde que se abrió su cuenta de Instagram, lo único que publica son sus obras acabadas, ni siquiera exhibe su proceso creativo o cómo es el lugar de su casa donde pinta. Exactamente quince obras, casi a cuadro por mes desde que se abrió la cuenta en la red social. Se estrenó el 5 de enero de este año con la obra Impostura del universo interior que fue, en palabras de su entonces novia «un maravilloso regalo a la familia Doña, muchísimas gracias, mi amor». La exnovia del juez, en el programa de Antena 3TV donde colabora, resaltó que, gracias a ella, la obra de Pedraz era ahora conocida. Es verdad, le hacen el polígrafo de Conchita y sale afirmativo.
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En Sálvame tienen una técnica para crear intriga, consiste en lo que ellos llaman «cebar» la entrevista y es dar pildoritas de imágenes del personaje para ir creando tensión. En las grabaciones previas que emitieron para «cebar» la entrevista con Esther Doña, ella posaba delante de uno de los cuadros que el juez le regaló. No habría fotos del exnovio, pero sí cuadros con la parte de atrás dedicadas con amor y un Instagram lleno de imágenes de los dos felices. No miente, dice la verdad.
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Del juez conocíamos las sentencias de los casos mediáticos en los que ha trabajado, desde que ingresara en la judicatura en 1984 en el puesto 102 del total de 116 jueces que entraron en su terna, pero su afición a pintar no y dado que no vende sus cuadros, sólo puede servirle para que aumenten las peticiones de donaciones de sus obras. Hace unos días, un cuadro suyo fue subastado y superó los mil euros. A un hombre como él, con vocación de servicio, la fama que su noviazgo le ha aportado, más allá de que le reconozcan por la calle, le den mejor mesa en un restaurante o le pidamos entrevistas, le ha servido para que le pidan cuadros con fines benéficos. Pues bienvenida sea esa visibilidad artística con tan loables fines. Una publicidad que más de una ONG o Asociación benéfica le estará agradecida a Esther Doña.
En el piso de la colaboradora de Antena 3 las cámaras no captaron fotos del juez, pero sí del marqués de Griñón y los cuadros de amor que Santiago le regalaba, esos no se los llevó el juez cuando envió a recoger las escasas pertenencias que tenía en casa de su novia. Entre ellas no estaba el anillo de zafiros y brillantes de la pedida. Un anillo que una amiga se había encargado de comprar en una joyería de la calle Serrano de Madrid por el que el juez, como adelantamos en este periódico, pagó 1.530 euros.
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