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02 de mayo de 2024

Crown Prince Mohamed Bin Salman Bin Abdulaziz Al Saud meeting with Spanish King in Madrid in ZarzuelaPalace as part of his official visit to Spain on Thursday , 12 April 2018

Mohamed Bin Salman, en una imagen de archivoGTRES

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Mohamed Bin Salmán, el Príncipe que revitaliza Arabia Saudí con sangre y a golpe de talonario

Incluso Johnny Depp podría firmar un acuerdo anual de siete cifras con él a cambio de lavar la imagen del país

Hace cinco años, Jamal Khasoggi entró al consulado de Arabia Saudí en Estambul, pero nunca llegó a salir. Apenas unos meses antes el periodista se había exiliado en Estados Unidos por miedo a una posible represión del Príncipe heredero, Mohamed bin Salman, tras haber criticado sus políticas en The Washington Post.
Lo que tendría que haber sido una mera visita administrativa para conseguir los documentos para su inminente boda fue en realidad su desaparición del mapa. Arabia Saudí alegó que había entrado y salido con una diferencia de pocos minutos. Sin embargo, el periódico para el que trabajaba Khasoggi demostró que había sido «descuartizado y metido en cajas de madera antes de ser enviado por avión fuera del país».
Dos semanas después, al verse acorralada por la opinión pública y política a nivel mundial, Arabia Saudí reconoció un «asesinato» en su consulado «durante una pelea a puñetazos». Se confirmaba que el periodista había entrado, pero no salido del edificio, en contra de lo que aseguraba el entorno del Príncipe heredero.
Pese a que ha sido señalado desde entonces como el cerebro del asesinato –de ese y muchos otros más– nadie es capaz de probarlo y exigirle responsabilidades. Y eso que llegó a calificar al periodista como «un enemigo corrupto del Estado, que ponía en riesgo su futuro por motivos ocultos».
A las potencias europeas tampoco les interesa ahondar en su culpabilidad. La capacidad de influencia que el apodado Príncipe Maquiavelo posee en la esfera política de Occidente es innegable. Poco a poco se le han reabierto las puertas gracias a acuerdos estratégicos a nivel energético con países como Francia, Reino Unido o Estados Unidos, que le han permitido gozar de total impunidad e inmunidad.
Y todo ello sin ni siquiera estar destinado a reinar. MBS, como le conocen sus amigos, será el primer rey que no descienda directamente del fundador de la dinastía, Abdulaziz bin Saud. Acaba de cumplir 38 años, tiene cuatro hijos y una sola mujer, y todos –seguidores y detractores– coinciden en calificarlo como un hombre sin límites y muy ambicioso.
A pesar de que había varios herederos al trono, el Rey le escogió a él por delante de sus otros dos hijos. Del príncipe heredero siempre se ha dicho que es un reformista o mejor dicho: un modernizador. Desde su llegada al poder en 2017, su principal meta ha sido tener más poder y limpiar la imagen de Arabia Saudí. En un país muy cuestionado por no respetar los derechos humanos, sus primeras medidas fueron: permitir a las mujeres conducir, asistir a eventos deportivos o acudir las salas de cine.
Cristiano Ronaldo junto a Bin Salman

Cristiano Ronaldo junto a Bin SalmanInstagram

Su idea de lavar la imagen del país se basa también en el Plan Vision 2030, un proyecto con el que el país árabe espera dejar atrás la enorme dependencia del petróleo con inversiones en renovables, en turismo y entretenimiento. Gracias a la gran fortuna que atesora por sus acuerdos comerciales, ha comprado el el club inglés Newcastle United por un valor de 365 millones de euros, ha conseguido que grandes astros del fútbol como Cristiano Ronaldo recalen en la liga árabe, que se disputen competiciones deportivas (Supercopa de España o la Fórmula 1) o que Rafa Nadal sea nombrado nuevo embajador del tenis del país.
El último en ceder a su canto de sirena ha sido el actor Johnny Depp, con el que pretender labrarse un camino en Hollywood. MBS, como le conocen su amigos, persiguió al intérprete mientras estaba rodando la película Jeanne du Barry, que terminó cediendo a reunirse con él.
El desenlace fue que Depp pasó más de siete semanas en Arabia Saudí, alojándose en palacios, atravesando el país en yate y helicóptero, e incluso volando a Londres y regresando en el 747 personal de MBS para un viaje rápido que le permitiese asistir a un concierto en el Royal Albert Hall. El periodista Bradley Hope, que ha destapado esta singular amistad en un reportaje de Vanity Fair, asegura que el actor incluso está sopesando un contrato anual de siete cifras para promover el renacimiento cultural de Arabia Saudí.
Johnny Depp

Johnny Depp, en una imagen de archivoGTRES

«Aunque admito que al principio fui un tanto ingenuo con respecto a lo que estaba ocurriendo en la región, he experimentado de primera mano su revolución cultural: desde jóvenes narradores emergentes que irradian nuevas ideas a obras el arte y una floreciente infraestructura cinematográfica», declaraba el actor recientemente. De momento, y hasta que se formalice el acuerdo, Depp ha conseguido la financiación para su próxima película como director, Modi, sobre el artista italiano Amodelo Modigliani.
Aún así, atraer a los nombres más importantes de Hollywood requiere más que dinero en efectivo. Muchos en la industria están nerviosos por los riesgos para la reputación de asociarse con Arabia Saudí. El asesinato de Khashoggi es una gran preocupación y él está lejos de ser el único crítico que ha sido atacado. Muchos otros, desde entonces, han sido arrestados y detenidos.
Claro que no es fácil mostrar su animadversión pública teniendo en cuenta su capacidad de influencia. Martin Scorsese rechazó el pasado pasado asistir al Festival de Cine del Mar Rojo –otro de sus intentos por blanquear su país–. Pero nombres como Baz Luhrmann, Sharon Stone, Priyanka Chopra, Paz Vega o Naomi Campbell no tuvieron problema alguno en posar sobre la alfombra roja.
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