
El Papa Francisco en 2024
La ilusión romántica que tuvo el joven Bergoglio, según reveló él mismo, y que dejó por su vocación sacerdotal
«Durante el seminario tuve un pequeño flechazo: es normal, de lo contrario no seríamos seres humanos», contó el Papa en su libro de memorias titulado Vida
Su vida cuando era joven fue similar a la de cualquier otro chico de su edad, con novia incluida, según escribió él mismo en la página 76 de su biografía, Vida, publicada en marzo de 2024.

El Cardenal Jorge Bergoglio
El hijo de emigrantes italianos nacido en Argentina, Jorge Mario Bergoglio vivió la ilusión de un amor de juventud con una joven argentina, tal y como se recoge en el libro en el que participó, escrito sobre su vida y los acontecimientos históricos que le marcaron.
Según revela en estas memorias, este dato biográfico ocurrió cuando «estaba en la boda de uno de mis tíos y me quedé prendado de una chica. La cabeza me daba vueltas, de lo guapa e inteligente que era».
«Durante el seminario tuve también un pequeño flechazo, normal; si no, no seríamos seres humanos», admitía el Papa en estas memorias. En el pasado yo ya había tenido novia, una chica muy dulce que trabajaba en el mundo del cine y después se casó y tuvo hijos», escribe en Vida.
El Papa Francisco confesó también que cuando tuvo que decidir entre su corazón y la fe. Una decisión que no fue nada fácil. «Durante una semana no pude quitarme su imagen de la cabeza y me era difícil ponerme a rezar. Luego afortunadamente aquello pasó y pude dedicarme en cuerpo y alma a mi vocación».
Una historia recogida en la obra publicada el pasado año que repasa su vida sin querer ocultar nada. «No hay que olvidar la lección más importante: podemos releer la historia de nuestra vida para hacer memoria y poder transmitir algo a quien nos escucha. Pero para aprender a vivir, todos tenemos que aprender a amar».

Papa Francisco
Juventud
Hay también una simpática anécdota de la infancia, mil veces contada pero no confirmada, del primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia, que creció en el barrio de Flores, en una casa colorada en la calle Membrillar en Buenos Aires, donde se revela que compartió una amistad especial con su vecina, Amalia Damonte.
Una vecina a quien con tan sólo 12 años, dicen que le escribió una carta proponiéndole matrimonio y explicándole que si no aceptaba, sería cura. Un recuerdo entrañable del joven Papa argentino: «Si no me caso con vos, me hago cura».
Dicen también que esa inocente relación no prosperó debido a la oposición de los padres de Amalia, quienes consideraban inapropiado que su hija mantuviera correspondencia a tan temprana edad. Amalia, por su parte, continuó con su vida en Argentina.
El llamado a ser Papa Francisco entraba al seminario arquidiocesano de Villa Devoto, a los 19 años, tras haberle contado a su madre en un principio que iba a estudiar medicina, algo que no era cierto, pero que a ella le hubiera gustado. En marzo del 58 entraba en la Compañía de Jesús. Y el año que el hombre pisó la luna por primera vez, el futuro Papa se ordenaba como sacerdote.
Se diplomó en Humanidades y Filosofía, además de Teología. La llamada de Dios se anteponía al final a las ilusiones románticas.
Infancia
Un Papa marcado por su nada fácil vida pero con una infancia feliz. Tenía 3 años cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y cada tarde escuchaba en la casa de su abuela Rosa, en Buenos Aires, situada a 50 metros de la casa de sus padres, las historias de sus parientes italianos. Una abuela y madrina que le enseñó a rezar y que le «habló por primera vez de Jesús».
Un Papa que nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires. Sus padres eran Mario José Bergoglio y Regina María Sívori, dos italianos que emigraron a Argentina en los años duros 30. «Yo soy hijo de inmigrantes y soy de la oleada migrante del año 29», explicó en su día con nostalgia.
Fue el mayor de cinco hermanos y trabajó en varios oficios, como ser portero de discoteca o en tareas de limpieza para ganar dinero, y ejerció de profesor. En marzo de 2013, cuando tenía 76 años de edad, fue elegido el 266º Papa de la Iglesia Católica, tras la renuncia del Papa Benedicto XVI. Tomó entonces el nombre de Francisco como homenaje a San Francisco de Asís y su devoción por los más pobres. Salió en 2013 desde Buenos Aires y nunca regresó.
Le encantaba el fútbol, la música y la poesía y vivió especialmente preocupado por la «inmigración y la soledad», según declaró el Padre Ángel, su amigo de la misma edad, quien charló a solas con él en varias ocasiones en el Vaticano. «Me pagó el billete de metro en Argentina antes de ser elegido Papa. Si hubiera sabido que algún día iba a ser Papa, lo hubiera guardado», comentó el Padre Ángel con tono de humor tras conocer la noticia de su muerte.