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Los Reyes Felipe y Letizia, junto al presidente de Colombia, Gustavo Petro

Los Reyes Felipe y Letizia, junto al presidente de Colombia, Gustavo PetroEFE

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La elegante 'cobra' de la Reina Letizia al presidente de Colombia, Gustavo Petro

La Reina Letizia mantiene siempre un saludo formal que cumple con la etiqueta real: solo apretones de manos, nunca besos ni abrazos, a menos que el gesto lo inicie ella

Una cena de alto perfil, con más de 100 invitados, entre ellos 35 jefes de Estado y 12 jefes de Gobierno, tuvo como telón de fondo el majestuoso Real Alcázar de Sevilla. El pasado domingo 30 de junio, los Reyes de España ofrecieron una recepción oficial con motivo de la IV Conferencia Internacional de la ONU sobre la Financiación para el Desarrollo. La cita, centrada en movilizar recursos para avanzar hacia una mayor justicia global, no solo reunió a líderes mundiales, sino que también dejó espacio para titulares inesperados sobre protocolo… y sus límites.

Durante el tradicional besamanos en el Patio de las Doncellas, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, protagonizó un momento que rápidamente se volvió viral: tras saludar con un apretón de manos a Felipe VI, intentó acercarse a la Reina Letizia para darle un beso. Ella, impecable y firme, frenó con elegancia el gesto: dio un pequeño paso atrás y extendió la mano, respetando el manual no escrito pero bien conocido de la Casa Real. Sin aspavientos, sin incomodidad. Un recordatorio sutil —pero inequívoco— de que en la institución monárquica, la cortesía no incluye familiaridades.

Las reacciones no se hicieron esperar. En Colombia, el episodio fue interpretado por algunos medios nacionales como un gesto frío, con titulares como «Reina de España ignora beso del presidente Petro», mientras en redes sociales abundaban los elogios a la naturalidad con la que la esposa del Jefe del Estado español manejó la situación: «Se lanza, pero ella digna, no se lo permite. Bien por la Reina», resumía un usuario. Incluso hubo quien calificó el momento como un «desplante diplomático», aunque, como es habitual, desde Zarzuela no hubo comentario oficial. No hacía falta: el lenguaje corporal bastó.

Conviene recordar que el protocolo real español es claro: en actos oficiales, el saludo debe limitarse al apretón de manos, y solo si es iniciado por el miembro de la Familia Real. Lejos de ser una cuestión de frialdad, se trata de preservar la distancia institucional y la neutralidad que exige su posición.

En otras culturas, más cálidas o espontáneas, puede chocar. Pero no es un desaire, sino una norma ceremonial. Y quien conoce el historial de saludos de la madre de la Princesa Leonor sabe que sus apretones de manos son, además, contundentes. Todavía resuena aquel «dame la mano como a un hombre» que le espetó al embajador español en EE. UU. en plena recepción oficial. Según el protocolo, ni muy flojos ni demasiado fuertes: el saludo perfecto transmite respeto, no sumisión ni dominio.

La noche, en la capital andaluza, dejó además otra escena comentada. Pedro Sánchez y su esposa, Begoña Gómez —que volvía a la escena pública tras un periodo de discreción— no posaron con los Reyes a su llegada, como sí hicieron el resto de los mandatarios. Un fallo de organización que se solucionó de forma rápida: el jefe de protocolo repitió la presentación para asegurar que el presidente del Gobierno y su esposa tuvieran también su fotografía institucional.

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