Nadia Calviño y Luz Casal en La Coruña
La desahogada vida de Nadia Calviño entre Luxemburgo y España
La presidenta del Banco Europeo de Inversiones regresó a La Coruña para apurar sus vacaciones y celebró la lluvia con su paisana Luz Casal
Nadia Calviño ha cambiado los cielos plomizos de su Coruña natal por los de Luxemburgo. El 1 de septiembre retomó su agenda en el Banco Europeo de Inversiones, tras unas semanas de vacaciones en su tierra natal donde aprovechó para deleitarse con la música de su paisana Luz Casal en Boimorto y celebrar la lluvia. «Gran ambiente y la mejor música en el corazón de Galicia, donde hasta la lluvia es arte», reflexionó sobre la actuación del Festival de la Luz.
A sus 56 años, la que fuera vicepresidenta del Gobierno y ministra de Economía mantiene intacta su imagen de pija demodé con pendientes de perlas, pañuelos de seda estampados y broches en la solapa. Lejos del crispado escenario político, lleva una discreta vida en Luxemburgo, donde se ha instalado junto a su familia. Viaja con frecuencia a Bruselas por motivos laborales y a España, de vacaciones. En enero de 2024, fue nombrada presidenta del BEI, con un sueldo de 385.000 euros al año, que se ve beneficiado con la menor presión fiscal que tienen los cargos europeos. Haciendo cálculos, aumentó su sueldo anual en un 355,2 % respecto a su etapa en el Ejecutivo de Sánchez.
A sus allegados coruñeses siempre les extrañó verla en un Gobierno con Podemos. «Ay, no me hables, ahí está con estos», comentaba un familiar. Más tecnócrata que política, ni era militante socialista ni diputada cuando llegó al Ejecutivo, en junio de 2018. En el segundo mandato, se enzarzó con Pablo Iglesias y con Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social, pero se calmaron los ánimos. En mayo de 2021, las elecciones de Madrid sacaron a Iglesias del Gobierno y Ayuso acabó con su carrera política. A finales de ese año, el Gobierno acordaba la reforma laboral. En el tramo final de la legislatura, Calviño afiló su colmillo político con muestras constantes de adoración al líder supremo Pedro Sánchez y sonadas intervenciones en el Congreso.
Nadia Calviño en La Coruña
Nadia Calviño comparte su vida con Ignacio Manrique de Lara, criado en Majadahonda y procedente de una acomodada familia de Extremadura. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales en 1992, estudió con ella en la Universidad Complutense de Madrid, donde nació su amor. Juntos tienen cuatro hijos.
La familia vivió varios años en un chalet en el barrio de Mirasierra (Madrid). Cuando Pedro Sánchez fue nombrado presidente del Gobierno y fichó a Calviño, la vivienda fue puesta en alquiler y la familia se trasladó a una residencia oficial. Ella tiene otro inmueble en la misma zona y un chalet en Bruselas, en el barrio de Etterbeek. En 2022, intentó colocar a su marido en un cargo de directivo en la empresa estatal Patrimonio Nacional. Terminó renunciando a la plaza por las acusaciones de nepotismo.
El matrimonio se deleita con la ópera y la buena mesa y suelen veranear en Galicia y Extremadura. Siempre que regresa a La Coruña queda con su tía Mari Carmen Calviño, pintora muy conocida en los círculos artísticos de la zona. El pasado verano la familia al completo se reunió en la tierra de su marido, cerca de Mérida, para la boda de su hija Alina Manrique de Lara, quien trabaja en el Parlamento Europeo. El banquete se celebró en la finca el Lavadero de Lanas, ubicada en el embalse de Proserpina.
La directora del BEI es hija de José María Calviño Iglesias, el primer secretario general de Acción Republicana Democrática Española tras la legalización del partido. En 1980, los socialistas lo designaron vocal del Consejo de Administración de RTVE, y en 1982, Felipe González lo nombraba director del ente público. De su etapa se recuerda tanto la emisión de La bola de cristal como un sectarismo atroz y constante manipulación partidista.
Para arrancar el curso político, Nadia Calviño ha concedido una entrevista en La Voz de Galicia, donde reconoce que ha sufrido con los incendios forestales. «Debemos invertir más en prevención y adaptación a este tipo de situaciones», ha afirmado en relación con el fuego y la dana. Ya de vuelta en Luxemburgo contempla en la lejanía cómo la clase política a la que un día perteneció sigue despellejándose por la gestión de estas catástrofes.