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27 de abril de 2024

Requisa de trigo en el óblast de Kiev

Requisa de trigo en el óblast de KievCreative Commons

Historia

El Holodomor: cuando Stalin mató de hambre a Ucrania

Cada cuarto sábado de noviembre se conmemora a las víctimas ucranianas de la hambruna infligida por la URSS, que provocó entre cuatro y siete millones de muertos

Expliquemos cómo empieza una matanza. Partamos del año 1921. Los bolcheviques controlan Ucrania después de una contienda devastadora, parte de la llamada Guerra Civil Rusa (1917-1922), en la que han llegado a movilizarse ejércitos alemanes, polacos, rusos blancos, nacionalistas ucranianos, revolucionarios de Makhno, señores de la guerra y soldados rojos. Chaves Nogales dejó testimonio de estos tiempos tumultuosos en su célebre libro El maestro Juan Martínez, que estaba allí.
Terminado el periodo de la Nueva Política Económica (1922-1928), el llamado Capitalismo de Estado llega a su fin. El Comité Estatal de Planificación ha diseñado el Primer Plan Quinquenal (1928-1933) llamado a transformar a la URSS de economía fundamentalmente agraria a potencia industrial. Desde el XV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1929), cuando se expulsa a Trotski y Zinóviev y se degrada a Kámenev, Stalin manda en el partido. De todos modos, para mayor seguridad, también expulsa a Bujarin. Stalin tiene planes colosales. Los comunistas se proponen colectivizar las explotaciones agrícolas. Ucrania es el granero de Europa, pero los campesinos se resisten a entregar sus tierras. A esa resistencia se suma el elemento identitario. La llama nacionalista ucraniana sigue viva. A los bolcheviques, entre los que, por supuesto, hay ucranianos, se los ve como ladrones e invasores. Hay una guerra civil latente.
Los comunistas priorizan la industria pesada. Concentran la producción. En Ucrania, se construyen más de 400 fábricas. En 1932 se termina la gigantesca Estación Hidroeléctrica del Dniéper. Las plantas siderúrgicas y químicas en Donetsk simbolizan ese desarrollo soviético que asombra a los corresponsales extranjeros (que, por otra parte, apenas salen de Moscú). ¿De dónde salen los fondos que financian este desarrollo frenético?

Los territorios fértiles de la URSS

La respuesta está en los territorios más fértiles de la URSS como la región del Volga, el norte del Cáucaso, Kazajstán y, sobre todo, Ucrania. Allí, la resistencia de los campesinos se ha ido enconando desde 1928. También se ha ido endureciendo la represión. Los bolcheviques empezaron desatando la violencia contra los «propietarios acaudalados», que en ocasiones eran los que tenían dos cerdos en lugar de uno. Se combinan los asesinatos, los encarcelamientos y las deportaciones. A mediados de la década de 1930, en torno a un millón de personas han sufrido desplazamientos forzosos. Las sublevaciones y protestas de los campesinos –cada vez más frecuentes desde 1930– han terminado, en ocasiones, en revueltas armadas que los soviéticos sofocan a sangre y fuego o, como decía Balytskyi, jefe de la GPU –el siniestro Directorio Político del Estado– en Ucrania, «se dio la orden para reprimir decididamente la sublevación». Resulta evidente que los campesinos no van a entregar las tierras ni su producción de grano. Sin embargo, eso es exactamente lo que necesita la URSS: el grano. Gracias a su exportación, la URSS recibirá divisas y, con ellas, financiará el Primer Plan Quinquenal que tanto asombra al mundo.

Decisiones apocalípticas

Las autoridades soviéticas toman decisiones apocalípticas. Imponen a los campesinos cuotas de producción cada vez más exigentes. A quienes no las alcanzan, los acusan de sabotaje y actividades contrarrevolucionarias. De la confiscación de grano, se pasa directamente a una guerra no declarada contra los campesinos. Ya en noviembre de 1931, un grupo de alumnos de la escuela de Pechirsk, en el distrito de Bratslav, escriben a las autoridades sobre el hambre que padecen: «Por el hambre todo nos parece de color amarillo y nos duele el estómago por la basura que comemos porque nos quitaron no sólo el último grano de trigo, sino también patatas, judías y todo lo que se podía comer».
En el otoño de 1932, se pasa de la confiscación del grano a la matanza por hambre. En julio, se termina de decomisar todo lo que se podía comer incluidos los animales domésticos. Una resolución del 7 de agosto de 1932 castiga con penas que van desde los 10 años de prisión hasta la ejecución a quien robe espigas de los campos. Brigadas de bolcheviques registran las casas. Los funcionarios soviéticos han exagerado tanto las cifras de la producción que ahora buscan un grano inexistente. Ucrania muere de hambre, pues, por la violencia y la corrupción. A los pueblos y explotaciones agrarias en las que no se produce suficiente se los inscribe en listas negras. Las consecuencias de esta medida son terribles: se cortan sus comunicaciones, se les prohíbe el comercio, así como la producción de harina. Partidas armadas se lo llevan todo. Los campesinos intentan emigrar a las ciudades o a los pueblos más grandes en busca de alimento, pero los caminos están bloqueados y fuertemente vigilados. Algunos, desesperados, comen corteza de árbol o caen en el canibalismo. Entre el invierno de 1932 y la primavera de 1933, hay comarcas enteras de las que no puede entrar ni salir nadie. En ellas, no hay alimento. Se trata de una condena colectiva a morir de inanición. Las cifras de muertos oscilan entre los cuatro y los siete millones. Los soviéticos trataron de ocultar, desde el comienzo, su crimen. Al responsable del censo de 1937, que recogía el descenso de habitantes de Ucrania, lo detuvieron y lo ejecutaron. El censo jamás se publicó.
Foto de la hambruna en Ucrania

Foto de la hambruna en UcraniaCreative Commons

Los ucranianos en la diáspora denunciaron el crimen mientras se estaba cometiendo. En agosto de 1933, L´Osservatore Romano publicó dos cartas de supervivientes que denunciaban la hambruna creada para destruir la resistencia ucraniana. El heroico periodista Gareth Jones logró infiltrarse en Ucrania y contó, en marzo de 1933, lo que había visto. Sin embargo, algunos gobiernos no lo creyeron. Otros lo ignoraron. Todos se abstuvieron se hacer nada. Sobre el Holodomor, que es como se llamó esta hambruna infligida a conciencia contra el pueblo ucraniano, estaba prohibido hablar. Este silencio duró hasta el fin de la Unión Soviética.

Los años del Holodomor

Cuando el poeta Pavlo Chubynsky (1839-1884) escribió los primeros versos del himno ucraniano («Ucrania aún no ha muerto ni su gloria ni su libertad»), no pudo imaginar el sufrimiento y el sacrificio que aguardaba a su pueblo en el tiempo por venir. El cuarto sábado de noviembre es un día de memoria y dolor. Se suele decir que los años 1932 y 1933 son los años del Holodomor, pero el golpe demográfico, económico y cultural que sufrieron los ucranianos sigue proyectando su terrible sombra sobre nuestro tiempo. La resistencia ucraniana –guardar alimento era resistir, escribir un diario era resistir, empuñar un arma era resistir– conservó el recuerdo de lo que los comunistas habían hecho al pueblo. Sin el Holodomor, es imposible comprender la historia contemporánea de Ucrania. A las víctimas de este crimen se las recuerda cada cuarto sábado de noviembre.
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