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29 de marzo de 2024

Los 13 de la Isla del Gallo. Óleo de Juan B. Lepiani, que representa a Francisco Pizarro en la isla del Gallo, invitando a sus soldados a cruzar la línea trazada en el suelo

Los 13 de la Isla del Gallo de Juan B. Lepiani, que representa a Francisco Pizarro en la isla del Gallo

Los Trece de la Fama: los soldados españoles que acompañaron a Pizarro en la conquista de Perú

Lo cierto es que ni Pizarro pronunció aquellas palabras, ni fueron trece los soldados que decidieron quedarse ambiciosa y valerosamente con su capitán

Cuenta la leyenda que Francisco Pizarro, natural de Trujillo (Extremadura) e hijo ilegítimo del capitán Gonzalo Pizarro y quien embarcó en 1502 rumbo al Nuevo Mundo para explorar y conquistar nuevos territorios y sus riquezas, dijo a su hueste en la isla del Gallo: «Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro a Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviese». Un mensaje que fue poco alentador para aquellos cansados y hambrientos soldados, salvo trece de ellos que, leales a Pizarro, se quedaron y ayudaron a su capitán a conquistar Perú.
Pero lo cierto es que ni Pizarro pronunció aquellas palabras, ni fueron trece los soldados que decidieron quedarse ambiciosa y valerosamente con su capitán.
Pizarro tomando posesión del Pacífico en nombre de los reyes de España, pintura de Ignacio Merino (1850)

Pizarro tomando posesión del Pacífico en nombre de los reyes de España, pintura de Ignacio Merino (1850)

La historia comienza en 1524 cuando Hernando de Luque, Diego de Almagro, Pedrarias Dávila y Pizarro firmaron en Panamá un acuerdo para emprender la conquista del Perú y repartirse los beneficios entre los cuatro a partes iguales. El trujillano, motivado por la envidia que le había producido ver cómo su sobrino, Hernán Cortes, había conquistado México, decidió aferrarse a esta oportunidad. De modo que, al mando de 112 soldados castellanos, un grupo de indios nicaragüenses y cuatro caballos partieron, a bordo del navío Santiaguillo, rumbo a Perú.
Los víveres que habían preparado se acabaron a los pocos meses de haber partido. Cabe destacar que uno de los métodos que utilizaban los nativos para defenderse de los españoles era con la práctica de la tierra quemada de manera que no tuviesen manera de aprovisionarse: una tercera parte de los miembros de la expedición habían muerto por inanición. Por ello, y debido a los constantes ataques de los indígenas, Pizarro decide pedir refuerzos y varios navíos con víveres. Mientras esperaban aquellos refuerzos, el hambre cada vez era mayor y las enfermedades y ataques de los indígenas no cesaban.
A su vez, Pedrarias Dávila fue sustituido como gobernador de Panamá por Pedro de los Ríos, quien, conociendo el derrotero de la expedición, mandó una embarcación para traer a Pizarro y a los supervivientes devuelta. Este fue el contexto que llevó a Pizarro a trazar una raya en el suelo de la isla obligando a sus hombres entre seguir o no en la campaña de conquista del Perú donde solo trece cruzaron la línea apoyando su decisión de seguir adelante.
Bajo toda la teatralidad de la que fueron partícipes los cronistas de la época, recogemos documentos como el de Antonio de Herrera que menciona que fueron trece hombres y un mulato los que permanecieron con Pizarro. Mientras que Garcilaso de la Vega insiste en que solo fueron trece, Francisco de Jerez, testigo de lo acontecido en la isla del Gallo, escribió que fueron dieciséis. Otros como Girolamo Benzoni habla de catorce o Antonio de la Calancha lo reduce a doce hombres.
Fuese el número que fuese, lo cierto es que los primeros en «cruzar la raya» fueron, además del propio Pizarro, el piloto mayor Bartolomé Ruiz de Estrada, sin embargo este fue ordenado regresar a Panamá para negociar la empresa ante el nuevo gobernador. Los dos intérpretes al servicio del trujillano, Felipillo y Manuel no tuvieron más opción que acompañar a Pizarro. Así pues, dado que el piloto tuvo que volver para entrevistarse con De los Ríos, cruzaron la línea quince, pero permanecieron catorce o dieciséis si incluimos a los dos intérpretes.
Existe una lista con los nombres de los Trece de la Fama que, además de ser reproducida por varios cronistas, la encontramos en la capitulación de Toledo de 1529, en la que el Pizarro pidió para todos ellos la hidalguía o, en caso de poseerla, el rango de caballeros de espuela dorada. Estos fueron: Bartolomé Ruiz, Cristóbal de Peralta, Pedro de Candía, Domingo de Soraluce, Nicolás de Ribera, Francisco de Cuéllar, Alonso de Molina, Pedro Halcón, García de Jaén, Antón de Carrión, Alonso Briceño, Martín de Paz y Juan de la Torre. Finalmente, Pizarro zarpó desde la ciudad de Panamá con 180 soldados en 1532 a la conquista del Imperio Inca.
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