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16 de abril de 2024

Coronación imperial de Carlomagno, por Friedrich Kaulbach, 1861

Coronación imperial de Carlomagno, por Friedrich Kaulbach, 1861Wikimedia Commons

Carlomagno y la idea de Europa: fue el responsable de una naciente 'cultura europea'

El primer autor occidental en hablar de Europa como una unidad política y no un mero concepto geográfico fue un misterioso clérigo anglosajón de la cancillería de Carlomagno: Cathwulf

El ciclo historiográfico carolingio, enormemente rico en crónicas de todo tipo tras siglos de escasez de fuentes, fue obra de una élite intelectual, sobre todo monástica, directamente vinculada a la corte de Carlomagno y sus sucesores. Una élite interesada ante todo en ofrecer una idea a la posteridad: el Regnum Francorum es el centro del mundo tanto por designio divino (sanción por parte del Vicario de Cristo de la unción y coronación de los carolingios) como por una legitimidad que estaría apoyada en tres pilares. La primera sería la leyenda de los orígenes troyanos de los Francos. En segundo lugar la teoría de la translatio Imperii desde Bizancio como Segunda Roma, a Aquisgrán como Tercera Roma, y por último, el mito de la Edad de Oro que habría florecido durante el reinado de Carlomagno, convertido en la quintaesencia del Rey fundador en tanto que pater Europae, es decir, Padre de Europa.

Carlomagno como «Padre de Europa»

Si bien un cronista anónimo ya había hablado de los europenses como aquellos que habían vencido a los invasores musulmanes en la gran batalla de Poitiers (732), en realidad, el primer autor occidental en hablar de Europa como una unidad política y no un mero concepto geográfico, como sucedía en época clásica desde Heródoto y Estrabón, fue un misterioso clérigo anglosajón de la cancillería de Carlomagno: Cathwulf.
Este Cathwulf, de quien apenas sabemos nada más allá de que trabajaba en la cancillería real y residía en la abadía de Saint-Denis al servicio de su abad Fulrado, escribió una Epístola exhortatoria dirigida a Carlomagno en el año 775, acaso con motivo de la erección de la nueva iglesia abacial de Saint-Denis (en diciembre de ese año), que constituye uno de los primeros espejos de príncipes del Medievo, así como un hito fundamental en la evolución del pensamiento político carolingio.

Se puede afirmar que Carlomagno fue, de forma incontestable, un pater Europae, en tanto que responsable del nacimiento de una incipiente cultura ‘europea’ unitaria

Ya desde la propia intitulación de la Epístola de Cathwulf, que se presenta humildemente ante Carlomagno como «el último de vuestros siervos», el despliegue de superlativos sicofánticos por parte de este clérigo insular resulta llamativo: domino Regi piissimo, gratia Dei celsissimo, Regno Christi rectissimo. Unas intitulaciones a las que enseguida añade la primera proclamación conocida de Carlomagno como señor de Europa (anunciando el pater Europae que décadas después sería santo y seña de la publicística carolingia): Quod ipse te exaltavit in honorem glorie regni Europe («pues Cristo os ha exaltado al honor y la gloria de la posesión del Reino de Europa»).
Carlomagno, Emperador de Occidente por Louis-Félix Amiel

Carlomagno, Emperador de Occidente por Louis-Félix Amiel

A continuación, Cathwulf enumera ocho pruebas que demostrarían que Carlomagno, tras la muerte de su hermano Carlomán (diciembre del año 771: quinta prueba) y la conquista del Reino de los Lombardos tras su espectacular paso de los Alpes (entrada triunfal en Pavía en junio del año 774: octava prueba), ha sido «honrado por Dios con la corona de la gloria por encima de sus antepasados y sus coetáneos».

El anónimo autor de este poema proclama a Carlomagno Padre de Europa

Esta grandeza de Carlomagno alabada por Cathwulf fue intuida por muchos de sus contemporáneos, sabedores de que estaban en presencia de una figura excepcional. Por ejemplo, en otra obra intitulada Karolus Magnus et Leo Papa, un largo poema épico del que sólo conservamos el tercer libro y que fue compuesto poco después del año 800, descubrimos un discurso muy similar al de Cathwulf. Aunque el autor permanece anónimo, hay que señalar que, en vista de la temática y de la importancia concedida a la fundación de Aquisgrán, no hay que descartar la autoría de Eginardo, el célebre biógrafo de Carlomagno.
A partir de fórmulas panegíricas y métricas tomadas de Virgilio y Venancio Fortunato, el anónimo autor de este poema proclama a Carlomagno «Padre de Europa» (v. 505: pater Europae) y en dos ocasiones «Faro de Europa» (vv. 12 y 169: Europae pharus), en lo que supone una de las primeras definiciones políticas de este concepto geográfico de origen griego.

El poema del abad Angilberto de Saint-Riquier uniría la mitificación política de la figura de Carlomagno con la idea de Europa

Pero será el largo poema latino que sobre la figura del Emperador compuso en el 811 el abad Angilberto de Saint‑Riquier la obra definitiva que uniría la mitificación política de su figura con la idea de Europa. En efecto, en su poema, titulado Carmen de Carolo Magno, leemos: «Carlos, cabeza del orbe, gloria de los Francos, amado por tu pueblo, venerable Padre y cabeza de Europa, óptimo héroe, Augusto señor de una poderosa Ciudad, donde florece una Segunda Roma cuyos muros tocan las estrellas del cielo».
Más allá de la grandilocuente retórica de estos autores carolingios, no se puede negar que se dio en la época de Carlomagno una unificación cultural de la Europa carolingia en torno a un uso homogeneizado de la lengua latina y la letra minúscula carolina por los benedictinos al servicio del Emperador. Tampoco se puede negar, por otro lado, que, gracias a la renovatio carolingia, Occidente pudo disponer durante siglos de un instrumento cultural internacional: el latín, lengua que fue el vehículo exclusivo de la filosofía y la ciencia en Europa hasta el siglo XIX. En este sentido, se puede afirmar que Carlomagno fue, de forma incontestable, un pater Europae, en tanto que responsable del nacimiento de una incipiente cultura ‘europea’ unitaria en torno a la lengua latina, el monacato benedictino y la idea de Imperio Romano Cristiano.
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