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03 de mayo de 2024

Felipe, el Atrevido; Juan sin Miedo; Felipe, el Bueno y Carlos el Temerario

Felipe, el Atrevido; Juan sin Miedo; Felipe, el Bueno y Carlos el Temerario

El Atrevido, el sin Miedo, el Bueno y el Temerario: la casa de Borgoña, una dinastía heroica, pero soberbia

Durante un siglo protagonizaron la historia europea entre el asombro, la admiración y la envidia de sus contemporáneos. Su corte fue la más brillante de los siglos XIV y XV y su generosidad atrajo a los mejores artistas del momento

Hubo una vez una dinastía de romántico heroísmo y altiva hasta la soberbia. Se encarnó en una sucesión de duques brillantes y ambiciosos que fueron el paradigma de la transición desde la Europa feudal hacia el esplendor del Renacimiento. Fue la casa de Borgoña, antecesora privilegiada de los monarcas que han venido rigiendo los destinos de España.
Solo hubo cuatro duques independientes. Tuvieron nombres de épica grandeza: Felipe «el Atrevido», Juan «Sin miedo», Felipe «el Bueno», Carlos «el Temerario». Durante un siglo protagonizaron la historia europea entre el asombro, la admiración y la envidia de sus contemporáneos. Su corte fue la más brillante de los siglos XIV y XV y su generosidad atrajo a los mejores artistas del momento que llenaron de belleza sus residencias y sus capitales, como Brujas, Dijon o Bruselas. Su dramático final coincidió con el declive de una forma de vida y de gobierno inimitables que influyó sobremanera en sus sucesores, especialmente en los españoles.
El heroísmo de Juan el Bueno y su hijo Felipe en la batalla de Poitiers sigue siendo famoso

El heroísmo de Juan el Bueno y su hijo Felipe en la batalla de Poitiers sigue siendo famoso

Eran de sangre real. El primer duque, Felipe, acreditó su sobrenombre desde muy niño, por el arrojo que demostró combatiendo junto su padre, el Rey Juan II de Francia, en la terrible derrota de Poitiers. Cuentan las crónicas que permaneció impávido pese a su reducido tamaño. Rodeados de enemigos, fue avisando de los riesgos a su progenitor: «Padre, te atacan por la derecha», «padre protege tu izquierda».

Condujo al reino de Francia en los difíciles días de la guerra de los Cien Años

Herido y prisionero fue conducido a Inglaterra donde permaneció como rehén durante varios años, ganándose el respeto de todos por su dignidad y su altivez. Nombrado Duque de Borgoña por su padre, se casó con Margarita de Flandes, la heredera más rica de Europa en aquel momento.
Regente de Francia a la muerte de su hermano Carlos V, condujo al reino de Francia en los difíciles días de la guerra de los Cien Años. Sus inteligentes relaciones diplomáticas le permitieron desarrollar una activa política matrimonial, que redundó en beneficio de su sucesor, Juan «Sin Miedo».
Consiguió su sobrenombre durante la cruzada organizada para frenar el avance otomano por el heroísmo que demostró en la batalla de Nicópolis (actual Bulgaria), donde el ejército cruzado Franco-Húngaro fue aplastado en parte por su imprudente comportamiento. Herido y prisionero, fue rescatado por su padre, pagando al Sultán Bayaceto la increíble cantidad de 300.000 escudos.
La batalla de Nicópolis, miniatura del Maestro del Libro de Oraciones de Dresde , de las Crónicas de Jean Froissart

La batalla de Nicópolis, miniatura del Maestro del Libro de Oraciones de Dresde , de las Crónicas de Jean Froissart

La locura del Rey Carlos VI sumergió a Francia en una terrible espiral de conflictos civiles. Juan encabezó uno de los bandos enfrentados. Llegó a ordenar el asesinado de su rival, Luis de Orleans, lo que profundizó las divisiones existentes y la impotencia de Francia, derrotada por los ingleses en la terrible batalla de Azincourt.
Buscando una difícil reconciliación, Juan «sin Miedo» fue asesinado durante una entrevista con el Delfín de Francia, el futuro Carlos VII en el Puente de Montoreau en 1419. Este asesinato tuvo terribles consecuencias. El hijo y heredero de Juan «sin Miedo», Felipe «el Bueno», juró vengar la muerte de su padre, para lo cual propuso una alianza a los ingleses que llevó a la monarquía francesa a una de las situaciones más difíciles de su historia.

Juan «sin Miedo» fue asesinado durante una entrevista con el Delfín de Francia, el futuro Carlos VII

La política de Felipe «el Bueno» se centró en el buen gobierno y el desarrollo de sus estados lo que le convirtió en inmensamente rico. Su corte se convirtió en la más espléndida de Europa, dotada de un complejo ceremonial que fue heredado por los Habsburgo españoles, al igual que la preciada orden del Toisón de oro que hoy constituye la más preciada condecoración española.
Felipe se viste de gala, con un extravagante chaqué, para recibir una Historia de Hainault del autor, Jean Wauquelin, flanqueado por su hijo Carlos y su canciller Nicolas Rolin

Felipe se viste de gala, con un extravagante chaqué, para recibir una Historia de Hainault del autor, Jean Wauquelin, flanqueado por su hijo Carlos y su canciller Nicolas Rolin

El último representante de la casa de Borgoña fue Carlos «el Temerario», el más brillante y ambicioso de todos. Dedicó sus esfuerzos a soldar sus dispersas posesiones a caballo entre Francia y el Imperio Alemán incorporando Alsacia y otros territorios de la orilla izquierda del Rin, con el objetivo de reconstruir la antigua Lotaringia.
Carlos es uno de los ejemplos más significativos de la transición del Medioevo al Renacimiento. Príncipe culto y refinado, también fue un hombre violento y obstinado hasta la imprudencia. Su gran enemigo, el sinuoso e inteligente Luis XI de Francia, fue acumulando aliados contra el borgoñón que finalmente causaron su ruina. Su desprecio ante la naciente potencia de la infantería suiza le llevó a sufrir las severas derrotas de Grandson y Morat, donde su brillante caballería medieval fue arrasada por los piqueros helvéticos, antecedente próximo de los tercios españoles.
Su derrota y su muerte acabaron con el sueño borgoñón, pues su única heredera, María de Borgoña, fue desposeída de la parte francesa de sus posesiones. Casada con Maximiliano de Austria, su hijo Felipe «el Hermoso» fue rey consorte de España. Su nieto, bautizado con el nombre de Carlos (nuestro Carlos V) en honor de su bisabuelo, recibió lo que quedaba de la herencia borgoñona, junto a la brillantez, el gusto artístico, la nobleza y la valentía de sus antepasados.
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