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02 de mayo de 2024

Los artesanos han reconstruido un Belén inspirado al de San Francisco y Macra, en la provincia de Cuneo (norte de Italia)

Los artesanos han reconstruido un Belén inspirado al de San Francisco y Macra, en la provincia de Cuneo (norte de Italia)AFP

Grupo Natividad-CEU

¿Por qué está san Francisco de Asís representado en el Belén central del Vaticano?

El belén es el fruto de una tradición extensa donde espiritualidad, historia y arte se entrelazan. Las primeras representaciones artísticas de la Natividad de Cristo se remontan a pinturas realizadas en las paredes de las catacumbas

¿Por qué en la escena central del Belén de la basílica de San Pedro del Vaticano hay una imagen de un fraile que viste un hábito marrón entre la Virgen María y san José? Su representación puede parecer anacrónica e incluso inoportuna, pero de hecho es fundamental que esté presente esta figura.
Hace ocho siglos, en 1223, se inició la tradición del belén como la conocemos actualmente gracias a san Francisco de Asís (1182-1266), fundador de la Orden de Frailes Menores, también conocida como la Orden Franciscana. Así lo describieron los primeros biógrafos del santo medieval en varias hagiografías, las historias de vidas de santos. Varias de ellas fueron publicadas apenas unos años después de la muerte de san Francisco y, además, también algunos autores le conocieron personalmente, como fue el caso de Tomasso de Celano.

Origen del Belén

Sin embargo, antes de adentrarnos en cómo la época medieval configuró la escena del belén, debemos explorar sus antecedentes en la antigüedad. El belén es el fruto de una tradición extensa donde espiritualidad, historia y arte se entrelazan. Las primeras representaciones artísticas de la Natividad de Cristo se remontan a pinturas realizadas en las paredes de las catacumbas que usaban los primeros cristianos para esconderse cuando todavía el cristianismo estaba prohibido y era perseguido en el Imperio Romano.
Éstos no solo eran lugares para su encubrimiento, sino también para la reunión, transmisión y fraternización. Etimológicamente, «iglesia» proviene de la palabra griega «εκκλησια», que significa asamblea; y es en éstas primeras agrupaciones donde los primeros cristianos podrían haber representado las primeras escenas del nacimiento del Mesías.
Belén pintado en las catacumbas de Priscila

Belén pintado en las catacumbas de Priscila

Por ejemplo, en las catacumbas de Priscila se pintó a la Virgen María envolviendo al Niño mientras tres figuras, probablemente los Magos de Oriente, les ofrecen regalos; y también en las catacumbas de los Santos Pedro y Marcelino dos magos adoran a la Virgen entronizada. Otras representaciones que no siempre se estudian son los sarcófagos romanos, repletos de escenas de la Natividad donde se pueden observar detalles como bueyes, mulas o asnos, pastores, la estrella de Oriente o los Magos de Oriente.
Pero retornando a san Francisco de Asís, las fuentes primarias coinciden en que en el día 25 de diciembre de 1223, el santo medieval decidió celebrar una misa en Greccio, Italia, que recreara aquello que Jesucristo había visto al nacer. San Francisco, como describió Tomasso de Celano, habló con un noble de la provincia y le comunicó su deseo de preparar humildemente una escena de belén viviente con un pesebre colocado sobre heno.
Allí se rindió memoria a la Natividad del Señor y se agradeció al Señor la salvación que nos brindó a los cristianos, tal y como se observa en el fresco atribuido a Giotto en la Basílica Mayor de Asís. En este sentido, las diferentes biografías de san Francisco de Asís recogen este momento y lo enfatizan debidamente, pero dependiendo de la que se esté examinando, cada escrito menciona detalles diferentes. En la Vida primera de San Francisco aparecen un buey y un asno, también presentes en la obra del Espejo de Perfección, también conocido como la Leyenda mayor de San Francisco. No obstante, para estudiar el lugar donde el santo recreó la escena del nacimiento de Cristo exactamente, se debe acudir a la Vida segunda de San Francisco, donde se describe el saliente de una roca en una cueva.

La tradición que había iniciado san Francisco fue continuada por santa Clara en diferentes monasterios franciscanos

La tradición que había iniciado san Francisco fue continuada por santa Clara en diferentes monasterios franciscanos, y las representaciones del nacimiento de Cristo, aunque ya no incluían personas, sí que fueron repetidas empleando figuras de cartón de apariencia realista al ser de tamaño real y haberse policromado. También el medio de representación varió con los siglos, como se observa en la iglesia de Santa Clara de Nápoles, donde años más tarde, en el siglo XIV, se organizó un pequeño belén donde las figuras habían sido realizadas con cera. Sin embargo, en torno al siglo XV, éstas fueron sustituidas por piezas de barro o terracota más complejas.
El siglo XVI fue sumamente importante para la historia de los belenes en el contexto de los conflictos espirituales, ideológicos y culturales que originaron la convocación del Concilio de Trento (1545-1563). Una de sus consecuencias fue que se fomentara la celebración de la Navidad en Europa, especialmente en aquellos territorios que no habían cedido ante el protestantismo. El Belén fue empleado en los templos como un elemento que ayudara a transmitir este mensaje a los fieles y, como consecuencia de ello, el número de escultores y artesanos que crearan representaciones plásticas del nacimiento de Cristo como parte del propio arte popular aumentó significativamente.
El Belén de Greccio - Italia - Giotto di Bondone 1295

El Belén de Greccio - Italia - Giotto di Bondone 1295

La tradición llega a España

Entonces, una tradición que se había desarrollado sobre todo en los territorios que conocemos como Italia en la actualidad, por fin se arraigó en España naturalmente por el estímulo que Italia siempre ejerció sobre España. Sobre todo, se debió a las órdenes religiosas franciscanas y clarisas, quienes instauraron en el panorama hispánico series de belenes inspirados en los típicos de Nápoles, que todavía gozaba de una estrecha relación con España.
Algunos virreyes españoles e incluso parte de la alta aristocracia española que residía en Nápoles poseyeron delicadas escenas navideñas y, en muchas ocasiones, los llevaban con ellos en sus viajes a España, provocando que el gusto español por los montajes de belenes también incrementara. Una de las representaciones conservadas más antiguas es el conocido como Belén de Jesús, datado del siglo XV, y todavía hallado en la iglesia de la Anunciación-Hospital de la Sangre, en Palma de Mallorca. Este belén devocional es atribuido a Pietro y Giovanni Alamanno y, según la leyenda, llegó de manera milagrosa a España entre tormentas y tempestades en la mar.
Sin embargo, la verdadera introducción por la que la tradición belenística permaneció en España de manera permanente y definitiva fue gracias al monarca Carlos III de Borbón y su mujer, María Amalia de Sajonia. Cuando Carlos III fue nombrado Rey de España, habiendo reinado anteriormente en Nápoles como Carlos VI, trajo consigo esta tradición, y la instaló en España. Concretamente se inició en el Palacio del Buen Retiro, donde instaló un monumental belén del que todavía se conservan 89 figurillas en el Palacio Real.
Éste fue ampliado posteriormente con un nuevo encargo a los escultores José Esteve Bonet y José Ginés Marín de doscientas figuras en honor al hijo y heredero de Carlos III, Carlos IV. Se constituyó así el Belén del Príncipe, que rápidamente penetró el gusto de la nobleza española y completó la tradición como ya habían hecho las clases populares.
  • Grupo Natividad CEU: es un grupo de investigación sobre el origen y las manifestaciones de la Navidad formado por profesores y alumnos de Facultad de Humanidades y C.C. de la Comunicación de la Universidad CEU-San Pablo.

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