Fundado en 1910
Carlota de Luxemburgo y el príncipe Félix antes de su abdicación, 11 de noviembre de 1964

Carlota de Luxemburgo y el príncipe Félix antes de su abdicación, 11 de noviembre de 1964

Dinastías y poder

La Gran Duquesa que vestida de Lanvín combatió la ocupación nazi de Luxemburgo

Elegante y amante de los diseños de alta costura, se ganó el respeto y admiración de su pueblo: combatió desde el exilio la ocupación nazi y a su regreso capitaneó la reconstrucción del país devastado por los alemanes

La Gran Duquesa Carlota se convirtió en una de las soberanas más carismáticas del siglo XX. Las circunstancias de Europa tras la Gran Guerra llevaron a su proclamación en 1919, pero cuando nació nadie pensó que sería ella quien tuviese que ponerse al frente del pequeño estado de Luxemburgo. Elegante y amante de los diseños de alta costura, se ganó el respeto y admiración de su pueblo: combatió desde el exilio la ocupación nazi y a su regreso capitaneó la reconstrucción del país devastado por los alemanes. Junto a su marido, Félix de Borbón-Parma -hermano de la Emperatriz Zita y del pretendiente carlista Javier de Borbón-Parma vio la transformación de Luxemburgo en un estado en expansión económica.

Carlota de Nassau era la segunda hija del Gran Duque Guillermo IV de Luxemburgo y de María Ana de Braganza, infanta portuguesa. Nació en 1896 en el castillo de Berg durante el reinado de su abuelo Adolfo, fundador de la dinastía surgida tras la separación de los Países Bajos. Carlota, como su hermana María Adelaida, se educó bajo la supervisión católica de su madre y a la espera del nacimiento de un heredero varón que no llegó: los soberanos tuvieron seis hijas que hicieron necesario el cambio de la Ley de Sucesión.

La primogénita accedió al trono en 1912 aunque como consecuencia de su implicación hacia el kaiser Guillermo II durante el curso de la Primera Guerra Mundial, pese a la neutralidad formal del país, abdicó en su hermana Carlota. Muchos consideraban esto necesario para salvar la Monarquía.

Era el 14 de enero de 1919, Carlota tenía 23 años, era muy guapa y estaba a punto de contraer matrimonio con el príncipe Félix de Borbón-Parma. Esta dinastía había perdido la corona de Parma a causa de la unificación italiana, pero heredaron enorme fortuna y patrimonio por su pariente el conde de Chambord. Aunque Félix había combatido en el ejército Austro-Húngaro y servido al Emperador Francisco José durante la Gran Guerra, supo ganarse el afecto de los luxemburgueses que al principio lo vieron con recelo. Para arreglar la desconfianza a Félix se le naturalizó como francés. Se casaron en la catedral y Carlota lució la imponente «tiara imperio» de su dinastía. La pareja fijó su residencia en el Gran Palacio Ducal. De esa unión nació el príncipe Juan, primogénito y otros cinco hijos.

Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo, Duquesa de Nassau (1919)

Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo, Duquesa de Nassau (1919)

Luxemburgo era una monarquía constitucional y parlamentaria, que durante estas décadas había aprobado una avanzada legislación social. Sus cerca de 300.000 habitantes hablaban francés o alemán, pero también existía un dialecto luxemburgués. Aunque minúsculo territorialmente y con un ejército que apenas llegaba a los doscientos cincuenta efectivos, tenía una industria del acero que ocupaba el segundo lugar en Europa (Ahora, 25 noviembre 1933) lo que resultaba tremendamente atractivo para los ejércitos alemanes de Hitler.

La expansión nazi frenó esta prosperidad: el 10 de mayo de 1940, los carros de combate alemanes entraban en Luxemburgo y la Familia Ducal se marchó al exilio. Primero estuvieron en Francia, aunque el avance imparable de los nacionalsocialistas los llevó a atravesar España para embarcar en Portugal rumbo a Inglaterra (ABC, 14 mayo 1940). En su periplo tuvo un papel destacado el cónsul y banquero, Manuel Espírito Santo.

Establecieron su residencia en Londres y Carlota utilizó la cobertura que le ofreció la BBC y el rey Jorge VI para animar a sus compatriotas a la libertad y la independencia. Todas sus alocuciones comenzaban con un sentido «Queridos luxemburgueses…». Carlota y Félix se implicaron en la lucha contra Hitler y viajaron a Estados Unidos para solicitar al presidente Roosevelt su intervención en la guerra, igual que hizo la princesa heredera Marta de Noruega. Sus hijos se quedaron en américa durante el conflicto, aunque ellos volvieron a Reino Unido para alentar a la resistencia.

Luxemburgo fue liberado a finales de 1944 por las tropas aliadas. El norte había quedado devastado tras la batalla de las Ardenas. El 14 de abril de 1945, la Gran Familia Ducal regresó a su país. Comenzaba un periodo de reconstrucción hasta convertirlo en uno de los motores de la nueva Europa. Luxemburgo se integró como miembro de la C.E.C.A. (Comunidad Europea del Carbón y del Acero). Tras el «Tratado de Roma» tuvo que modernizar su industria y transformar la agricultura emprendiendo trabajos de infraestructuras en el campo de la producción energética.

En 1964, Carlota de Nassau abdica en su primogénito Juan, quien había combatido en Caen como oficial y que es el padre del actual soberano. Josefina Carlota de Bélgica –hermana de Balduino y Alberto, e hija de la llorada reina Astrid– pasaba a ser la nueva consorte. Carlota y Félix se trasladaron al castillo de Fischbach, a veinte kilómetros de la capital. Félix de Borbón-Parma falleció en 1970. Carlota sobrevivió quince años. Moría en 1985 víctima de un cáncer. El país entero se vistió de luto para despedir a su símbolo de la libertad y la independencia en uno de los estados más prósperos de Europa.

comentarios
tracking