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Alessandro Vanoli, historiador

Alessandro Vanoli, historiadorEFE

Entrevista al historiador Alessandro Vanoli

Alessandro Vanoli: «Nunca existió una Ruta de la Seda, es un término inventado en el siglo XIX»

Vatoli estuvo en Madrid para hablar sobre los 2.100 años de historia de la ruta de la Seda en una conferencia organizada la semana pasada por la Fundación Ramón Areces

Asia y Europa llevan siglos combatiendo, intercambiando y comerciando, uno de los mayores ejemplos de esa mezcla está en la famosa ruta de la seda, que no era una sola ruta, tampoco estaba limitada al textil y nunca ha dejado de existir del todo.

De hecho, China pretende crear una nueva ruta de la Seda. Para saber cómo era esa ruta, qué aportó a los occidentales y orientales y que presente y futuro le espera a la nueva ruta, converso con el reconocido historiador Alessandro Vanoli, experto en historia mediterránea y en la presencia islámica medieval en la península Ibérica y Sicilia, autor de Historia del mar y La invención de Occidente.

Vatoli estuvo en Madrid para hablar sobre los 2100 años de historia de la ruta de la Seda en una conferencia organizada la semana pasada por la Fundación Ramón Areces, que finalizó con un coloquio en el que participó Danat Mussayev, embajador de la República de Kazajstán en España y Manuel Ollé, profesor de la Pompeu Fabra de Barcelona.

–¿Sigue existiendo la ruta de la seda?

–Xi Jinping en el 2013 empezó hablando de una nueva Ruta de la Seda y en un sentido muy claro de reconstrucción. Era una idea económica y política también, porque se empezaba a reflexionar sobre la idea y la posibilidad de unir Occidente y Oriente con infraestructurales muy fuertes y complejas: trenes, autovías y redes navales.

Al principio de la guerra entre Rusia y Ucrania, los Estados Unidos presionaron fuertemente a los europeos en este sentido, y los europeos empezaron a reflexionar sobre los éxitos de una política fuertemente atada a China, pero al final esta idea de ruta de la Seda se ha reducido mucho.

Ahora se habla de una ruta de la seda que conecta, sobre todo, el Asia oriental desde más o menos Afganistán, Pakistán, hasta India y el sureste asiático. En un sentido un poco menos técnico, sigue siendo una ruta, así como lo fue en el pasado, es decir, una conexión de redes que ponen en contacto Occidente y Oriente que es fundamental.

–¿Cómo era esa primera ruta de la seda?

–Nunca existió una Ruta de la seda, porque esa palabra fue inventada en el siglo XIX por un alemán. La idea de una verdadera ruta para un solo producto (la seda) es fuertemente romántica y orientalista. No hablamos de una verdadera ruta, sino de una red de rutas muy variadas y complejas que transitaban diversos viajeros, comerciantes, militares y diplomáticos. Los siglos han alimentado esa posibilidad de conexión.

–¿Cómo era la ruta, había calzadas como las romanas, había posadas, vigilancia?

–No había nada de eso a nivel general, depende de la región y el periodo. En China, del 200 a.C., hasta el periodo Tang, es decir, más o menos 700 d.C., las rutas estaban controladas por el imperio. Durante la Edad Media, en el centro de Asia había senderos construidos para las grandes caravanas de camellos que llegaban hasta la Meca. Pero nunca existió nada con flechas de señalización como si hiciéramos el Camino de Santiago.

–¿Además de la seda, qué otros productos viajaron desde Oriente a Occidente y viceversa?

–Todo lo que hace rico al ser humano: especias, el papel, lapislázuli, perlas, piedras de jade, tecnologías, manufacturas, textiles, etc. Todo lo que es riqueza viajaba por esa ruta.

Aunque no es fácil estimarlo, podemos decir que casi todo el material que iba de Asia a Occidente pasaba por rutas como fueron la de las tierras del norte de China que llegaban hasta Afganistán más o menos y, sobre todo, las rutas marítimas del sur, es decir, de India hasta el Mediterráneo. Es decir, el 90% del comercio pasaría por esas dos rutas. Esto ya lo describe con gran precisión Plinio el Viejo, que nos habla de los puertos indios y de cómo se tiene que llegar desde allí al Mediterráneo. También el periodo islámico de los primeros siglos de la Edad Media fue esencial para la ruta de la Seda.

–¿El descubrimiento de América por los españoles y del Estrecho de Magallanes acabó con la ruta de la Seda?

–Fue debido a la aparición y desarrollo de todas las rutas oceánicas. Permitieron transportar mercancías desde, por ejemplo, China hasta Europa con una gran facilidad, porque dos galeones llevaban lo que equivaldría a una caravana kilométrica de camellos, por eso la diferencia empieza a ser muy clara. El descubrimiento de nuevas rutas oceánicas es la clave para entender el proceso. La ruta de la seda no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir ante rutas navales como el Galeón de Manila posterior.

–¿Además del comercio, qué ideas, artes y culturas llegaron a Europa desde Asia?

–No es solo una idea comercial. Por esa ruta viajaban, por ejemplo, monjes. Los budistas chinos fueron los protagonistas de la parte china, y ellos viajaban para conocer y conectar con comunidades diferentes en un espacio muy diverso. La recorrían también espías, diplomáticos y, por supuesto, mercaderes.

A nivel cultural viajó de todo a través de la ruta. Los pintores españoles o italianos utilizan lapislázuli proveniente de Afganistán para pintar los cielos azules de sus encargos, a finales de la Edad Media. La mayoría de las especias que se utilizaban en los banquetes aquí llegaban desde el sureste asiático y la India. Ahora estamos hablando solo de cosas materiales, pero si hablamos de conciencias sucede lo mismo: viajan ideas médicas a través de libros. Dentro de este complejo intercambio entre Asia y Occidente todo estaba conectado. Todo lo que nosotros somos formó parte de esas relaciones más grandes.

–¿La religión católica, el papado, utilizó la ruta para que su mensaje llegase a Asia?

–Intentaron hacerlo, claro. Sobre todo, a partir del siglo XIV, e intentaron evangelizar a los mongoles, chinos y también a los musulmanes. Pero sin un gran éxito. A China llegaron los jesuitas en el siglo XVI, pero misioneros dominicos, franciscanos también llegaron a diferentes puntos de la ruta. Al intento de evangelización le acompañaban actividades diplomáticas, porque a lo largo y ancho de las rutas asiáticas se realizó un fuerte trabajo diplomático entre gobernantes en diferentes siglos y regiones.

–Uno de esos personajes que recorrió la ruta fue Marco Polo ¿Qué contó de ella?

–Marco Polo era el hombre perfecto que vivió en el periodo justo para realizar aquel viaje comercial por Asia. Su libro no lo escribió él sino un poeta que redactó lo que le contó Marco Polo cuando estuvieron en prisión. Marco nos cuenta muchísimas historias y no es un libro que se puede leer como un romance, más bien como una guía turística hecha para mercaderes. No es una lectura muy divertida. Lo que pasa es que podemos confrontar muchísimos detalles gracias a otras informaciones que tenemos y por eso podemos decir que sí, es muy precisa su descripción, aunque también exagera, como cualquier otro autor. Es decir, los mercaderes que viajaban tenían en cualquier sentido nuevos ojos, porque estaban obligados a prestar a tención a las cosas que intentaban comprar. En Marco se ve el principio de este proceso, ese cambio, en el que se describen lugares que no ha visto, como cuando describe el unicornio, pero en realidad era un rinoceronte.

–Hemos empezado la entrevista hablando del presente de la Ruta de la Seda, hemos conocido su pasado histórico ¿Qué futuro le espera a la nueva Ruta de la Seda?

–El futuro de la Ruta está atado al proyecto chino. Pero este proyecto está muy reducido en cuanto a infraestructuras y capacidades. Hay también una proyección histórica y antigua, como ya hemos dicho, que nos une a Occidente y Oriente. Esto nos obliga a reflexionar sobre el hecho de que Europa y Asia son parte de un mismo continente. Esa continua conexión nos ha construido. La nueva ruta de la seda tiene un carácter simbólico, pero también un sentido claro de actividades comerciales. Sigue siendo una realidad que necesita construirse como una posibilidad futura.

Cuando hablamos de Ruta de la Seda tenemos que considerar todas las partes que son parte de esta conexión, es decir, el mundo árabe, el mundo persa, el mundo chino y el mundo de la India. La posibilidad de tener una reconstrucción y una proyección también en esta dirección creo que es bastante importante. Hoy hablamos demasiado de guerra, pero cuando se habla de guerra hay que reflexionar muchísimo sobre lo que pasará después. Lo que tendríamos que plantearnos es nuestra propia reconstrucción en un periodo donde Asia está en guerra, para fortalecer la conexión entre espacios diferentes. Es utópico, lo sé, pero se puede intentar hacer reflexionando desde un sentido no utópico. Para occidente debe ser una prioridad hablar con chinos, indios, y por supuesto con los árabes (porque tienen el petróleo). Todas son partes diferentes que tienen las mismas conexiones.