Primer despacho de Miguel Primo de Rivera con Alfonso XIII tras el golpe de 1923
Aranceles, obras públicas y monopolios: así fue la política económica de Primo de Rivera
Ahora que están de moda los aranceles de Trump, es bueno echar la vista atrás y recordar que durante la dictadura de Primo de Rivera los aranceles españoles eran de los más altos del mundo, con un 35 %
Durante la dictadura de Primo de Rivera la economía se convirtió en un asunto de estado cuya herencia llega incluso hasta la actualidad. Aunque empezó amparado en la constitución, se convirtió en una dictadura también económica, que reestructuró la precaria sociedad agrícola del momento y fomentó la nacionalización de la economía.
En marzo de 1924 se creó el Consejo de Economía Nacional, y aparecieron empresas estatales que no necesitan presentación, como Campsa (un monopolio petrolífero que duraría décadas), y la Compañía Telefónica Nacional, entre otras. Aunque puede parecer la parte más aburrida, en la historia los números (economía) también cuentan, y sirven para conocer cómo hemos cambiado.
Ahora que están de moda los aranceles de Trump, es bueno echar la vista atrás y recordar que durante la dictadura de Primo de Rivera los aranceles españoles eran de los más altos del mundo, con un 35 %, solo superado por el 43 % de la Unión Soviética, mientras que el de los británicos estaba en un 16 %.
En aquella España rural, la balanza de pagos era muy negativa y para combatirlo Primo de Rivera creó el Banco Exterior de España dentro de estas medidas económicas. A pesar de este contexto negativo, el gobierno consiguió reducir el déficit. Mientras que en 1923 las exportaciones fueron de unos 1.526 millones de pesetas, en 1929 se exportaba por un valor de 2.113 millones de pesetas. Aunque esta cifra está influenciada y afectada por la producción agrícola favorable, los datos sirven para conocer cómo cambió España durante la dictadura.
A nivel financiero e impositivo, en 1925, el gobierno tomó medidas para poner en orden las deudas que había acumulado en años anteriores, también se financió el gasto público con emisión de deuda y se creó un sistema bancario público especializado. Fue una economía proteccionista en la que llegado a cierto punto el gobierno tuvo que aumentar la base impositiva, lo que provocó un incremento recaudatorio del 20 %.
Al final de la dictadura se implementó un impuesto sobre la renta único, de tipo progresivo; también aumentó la fiscalidad y la inspección fiscal. En su libro Historia de la Hacienda Española, Francisco Comín advierte que la presión fiscal aumentó en un 26 % entre 1925 y 1930, un porcentaje considerable si se compara con el 3,9 % de aumento entre 1930 y 1935.
El agua, clave en la dictadura
Uno de los puntos esenciales de la dictadura de Primo de Rivera fue la obra pública, y en especial la creación en marzo de 1926 de las confederaciones hidrográficas. Formaba parte de un plan de aprovechamiento del agua de los ríos, a través del regadío en presas, energía hidráulica y, si era posible, navegación y repoblación de las dehesas. Es algo que parece muy moderno, pero que ya se pensó hace cien años. La primera en nacer es la Confederación del Ebro, con Lamas Pardo como presidente. Para financiarse se permitió que las confederaciones emitieran deuda con aval del estado.
Las hectáreas de regadío aumentaron en unas 94 mil, un éxito sin precedentes teniendo en cuenta que el objetivo inicial era de 4.000. A finales de 1927 se creó la del Guadalquivir, después la del Duero y más tarde, la Confederación del Segura. En 1927 se firmó un acuerdo con Portugal para hacer un aprovechamiento de la zona compartida, dando origen a Saltos del Duero que se sumó a Hidroeléctrica Ibérica, empresas germen de Iberdrola. A pesar de los esfuerzos, esta política hidrográfica terminó con la llegada de la República.
El resto de las infraestructuras españolas se modernizaron a través del Plan Urgente de Construcción. De carácter radial, se crean nuevas carreteras y las provinciales se duplican. En cuanto al ferrocarril, seguía suponiendo un reto para los ingenieros por la orografía de la península, lo que aumentó costes. Al Estado le costó 162 millones de pesetas al año. A pesar de las dificultades, se modernizaron vías y vagones, lo que mejoró el tráfico de mercancías. Primo de Rivera realizó, en esencia, una política económica de carácter keynesiano, un sistema que cayó con la dictadura y la llegada de un nuevo ministro de Hacienda.