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Despliegue militar tras la caída de varios drones rusos en territorio polacoEFE

Polonia y las claves históricas de sus fronteras sensibles

Ni la Rusia de Vladimir Putin, ni la Unión Europea de la alemana Ursula von der Layen inspiran confianza a Polonia, que prefiere estrechar lazos con la primera potencia del mundo, los Estados Unidos

La entrada en el espacio aéreo polaco de una veintena de drones señuelo desarmados ha provocado la alerta temprana y su derribo sin consecuencias, pero ha causado tensiones internas en la dividida sociedad polaca y ha subrayado la alta sensibilidad que los polacos tienen por sus fronteras.

Polonia ya introdujo el 7 julio pasado controles temporales en las fronteras con Alemania y Lituania para impedir la entrada ilegal de inmigrantes rechazados en otros países de la Unión Europea, ante la presión de su ciudadanía.

A nivel geográfico, los polacos viven en una amplia llanura llena de bosques y sin fronteras naturales.

Los diferentes acontecimientos históricos han hecho que su territorio sea cambiante a lo largo de la historia y no tenga una forma definida como España o Italia por sus determinismos peninsular e isleño.

Cuando Polonia desapareció como estado organizado en 1795, el mantenimiento de la identidad polaca será la principal labor de la sociedad polaca.

En Rusia y Prusia la labor será difícil al encontrarse en el seno de dos imperios con religiones dominantes diferentes.

En el Imperio Ruso, la Iglesia ortodoxa fue uno de los instrumentos de rusificación.

En Prusia la realidad era parecida, el luteranismo era la fe oficial y los católicos no serán vistos como ciudadanos en igualdad de condiciones, los polacos fueron víctimas de los intentos de germanización de los territorios otorgados a Berlín.

Durante ese siglo los polacos protagonizaron diversas rebeliones, en 1830 y 1863, en busca de su independencia, especialmente en el área de dominio rusa.

Las causas que ayudaron a la derrota final fueron la imposibilidad de hacer frente a la superioridad militar rusa, la división política entre los polacos, y la falta de apoyo material y diplomática de las potencias extranjeras a favor de los polacos.

La represión fue acompañada de un importante proceso de rusificación que estableció el ruso como lengua de instrucción y de la administración.

En la zona ocupada por los rusos existían dos universidades polacas la Universidad de Varsovia y la Universidad de Vilna.

La revolución de 1830 provocó su cierre y sus depósitos de libros fueron trasladados a San Petersburgo.

En la revolución de 1863, la Universidad Imperial de Varsovia, el idioma ruso fue empleado para la instrucción. En aquella revuelta, los polacos tampoco tuvieron ayuda del resto de los europeos y la falta de respaldo militar a las pretensiones polacas llevó al fracaso del alzamiento.

El aplastamiento de la revuelta provocó veinte mil muertos y una cifra similar fueron condenados al destierro en Siberia, otros diez mil se fueron al exilio.

En el ámbito prusiano, el canciller Otto von Bismarck unificó Alemania y su intento de asimilar a los polacos provocó el incremento del nacionalismo entre los polacos y su simbiosis con la Iglesia católica, única institución donde los polacos podían hablar en su lengua.

Los prusianos, confesionalmente protestantes, tendieron a germanizar a las escasas comunidades evangélicas polacas para incrementar el número de germanos sobre el censo, mientras el catolicismo era visto como el rasgo distintivo más visible de la identidad polaca.

El clero diocesano polaco se encargó de organizar un movimiento cooperativo agrario que se opusiese e hiciese fracasar el proceso de germanización en la región de Poznania.

Estas experiencias alimentaron la desconfianza creciente de los polacos hacia sus vecinos rusos y alemanes. Después de la Primera Guerra Mundial, Polonia recuperó sus existencia como estado soberano, pero tuvo que definir las fronteras del nuevo estado, ante tres imperios en plena descomposición.

En Silesia frente a los germanos, y en el este, frente a rusos bolcheviques, con los nacionalistas ucranianos en medio.

Polonia se encontró indefensa a nivel material, pero no espiritualmente, Jósef Piłsudski alzó el patriotismo armado y fue su primer jefe de Estado, y la Iglesia Católica levantó la moral de una Polonia resucitada, que se visualizó cuando el 15 de agosto de 1920, día de la Asunción de la Virgen, los polacos derrotaron a los bolcheviques, fue el denominado «Milagro del Vístula».

La recuperación de la independencia polaca también trajo problemas con las comunidades minoritaria, los polacos eran el 60 % de la población total, y alemanes, judíos, ucranianos y bielorrusos tenían puntos diversos a la mayoría polaca.

El inicio de la Segunda Guerra Mundial será una de las más duras pruebas que tengan que afrontar los polacos. El 1 de septiembre de 1939, los alemanes les invadieron y el 17 de septiembre, los soviéticos hicieron lo propio por su lado oriental colapsando las defensas y procediendo a un reparto del país, como parte de un acuerdo secreto entre la Alemania nazi y la URSS (el Pacto Ribbentroop-Molotov).

La conquista del país supuso la pérdida de 70.000 vidas del ejército polaco, sin embargo, durante los años del conflicto los polacos perderán seis millones de vidas, gran parte de la comunidad judía por el holocausto, pero también el resto por los polacos por la aplicación represiva de los regímenes totalitarios nazi y comunista.

Las matanzas de Katyn con 22.000 oficiales del ejército polaco asesinados por el NKVD soviético quedó como uno de los mayores crímenes de Stalin.

La victoria final de los aliados y el abandono por parte de las potencias anglosajonas de los intereses de Polonia a Stalin, los volvió a condenar a un nuevo totalitarismo.

La proclamación de un Papa polaco en 1978, San Juan Pablo II, y la caída del comunismo en 1989 dieron una nueva oportunidad a Polonia que se reintegró a la comunidad de países democráticos.

En la actualidad, ni la Rusia de Vladimir Putin, ni la Unión Europea de la alemana Ursula von der Layen inspiran confianza, prefiriendo construir su propio escudo defensivo y estrechar lazos con la primera potencia del mundo, los Estados Unidos. Los liberales de la coalición cívica en el gobierno con los demócratas y los conservadores del PiS de la oposición con los republicanos de Trump.