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Policía franquista en una manifestación de estudiantes a la Facultad de Ciencias en la Ciudad Universitaria de Madrid

Policía en una manifestación de estudiantes en la Facultad de Ciencias en la Ciudad Universitaria de MadridEFE

Así empezó la revuelta estudiantil contra Franco: los sucesos de febrero de 1956

Los movimientos de los estudiantes del 68 vienen precedidos, en España, por la intensa coyuntura universitaria de 1956, donde predominan manifestaciones, enfrentamientos callejeros y destituciones políticas del más alto nivel

Conocidos por ser la época del aperturismo al exterior, del baby boom, de la llegada de la lavadora y la radio, o de la popularización del Seat 600, los años 50 y 60 son uno de los periodos más complejos de la historia española reciente. En ellos coexisten los primeros síntomas de desestabilización del franquismo, fruto de las luchas internas entre las diferentes familias políticas, con la progresiva aceptación renuente de una modernización necesaria para la supervivencia del Estado.

Uno de los principales ejemplos de esta inestabilidad nacional, o por lo menos el reflejo de la tímida exigencia de un cambio social, lo encontramos en los movimientos subversivos juveniles de 1956. Este año, crítico para el caudillo y sus ya obsoletas leyes educativas, es el precedente de las grandes revueltas estudiantiles de 1968, en las que los universitarios ejemplifican la aparición de un nuevo sujeto revolucionario en Occidente. En la historiografía actual, son los que conocemos como 'Sucesos de Febrero', y que afectaron principalmente a la Universidad Central, actual Universidad Complutense de Madrid.

La policía española se enfrenta a manifestantes estudiantiles que protestan contra el régimen de Franco, Madrid, junio de 1968

La policía española se enfrenta a manifestantes estudiantiles que protestan contra el régimen de Franco, Madrid, junio de 1968

Fruto del incremento demográfico y de las diferencias generacionales entre jóvenes y adultos, surge una separación radical entre dos grandes sectores de la sociedad española. Los primeros, reivindicativos, ávidos de contacto con el resto de Europa, y con unas perspectivas formativas y económicas hasta ese momento desconocidas, se implican de forma activa en la política española. Los segundos, necesitados de paz tras sus duras experiencias tanto en la Guerra Civil como en la posguerra, se muestran críticos con la implicación de sus hijos en las manifestaciones universitarias.

Previo a 1956, Joaquín Ruiz-Giménez había sido nombrado ministro de Educación, con el objetivo de favorecer el aperturismo de las instituciones educativas y su aproximación a los métodos europeos. Ello va acompañado de la elección de Pedro Laín como nuevo rector de la Central, y de Antonio Trovar como rector de la Universidad de Salamanca; ambos eran colaboradores políticos del régimen, y figuras reconocidas en el ámbito social.

En 1954 se produce el primer altercado, como reacción a una visita de la recién coronada Isabel II de Inglaterra a varios territorios de la Commonwealth. Dentro de este itinerario se incorporó una polémica visita a Gibraltar, que despertó las proclamas nacionales que reclamaban esta zona como suelo español. El SEU (Sindicato Español Universitario) convoca una de las primeras manifestaciones de la época franquista, frente a la Embajada británica en Madrid.

Al año siguiente, y tras la muerte del filósofo José Ortega y Gasset, una gran mayoría de alumnos de la Central deciden organizar un «homenaje auténtico», alternativo al oficial, al que consideraban el maestro del pensamiento español reciente. Derivados de este encuentro surgen nuevos proyectos de comunicación juvenil, como la revista Aldebarán, así como las convocatorias de un Encuentro de Poesía y un Congreso Universitario de Escritores Jóvenes.

Todas estas propuestas cuentan con el apoyo de parte de la intelectualidad nacional, que busca la implicación política de los estudiantes, con la esperanza de provocar un cambio de rumbo en la dirección del régimen. La sospecha de implicación por parte de sociedades comunistas y anarquistas clandestinas lleva a la oposición gubernamental, que acaba prohibiendo la celebración del Congreso.

Poco después se publica el Manifiesto a los universitarios españoles, donde el estudiantado recoge sus principales reivindicaciones. Una de ellas, ya de forma abierta, es lo que consideran la limitación de la libertad de cátedra por parte de las autoridades franquistas. Se exige la celebración de un Congreso Nacional de Estudiantes, y comienza una oleada de manifestaciones y protestas progresivas que se alargan hasta el primer trimestre de 1956.

Entre los incidentes más comunes encontramos enfrentamientos de universitarios y falangistas, el cierre de la propia Universidad Central, y la extensión del conflicto a las calles de la capital. Entre el 11 y 12 de febrero del 56 dimite Pedro Laín, y varios decanos son relevados de sus puestos. La opinión pública llama la atención sobre el repentino estallido juvenil, y señala de forma particular la necesidad de cambios y, sobre todo, de integración en las dinámicas europeas del momento.

El punto y final a esta cuestión lo pondrá Franco, quien el 16 de febrero destituye oficialmente a Ruiz-Giménez como ministro, y a Raimundo Fernández-Cuesta como secretario general del Movimiento. Las reformas en educación no llegarán hasta los años 70, con la Ley General de Educación, que sienta las bases de la nueva educación que predomina en el postfranquismo.

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