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12 de mayo de 2024

Tanques ucranianos en las proximidades de la frontera con Rusia

Tanques del ejército ucraniano durante ejercicio militarestwitter.com/DefenceU

Análisis

Los tambores de guerra en el Este y el error de Chamberlain

Habíamos pensado que los futuros conflictos se darían en lejanos desiertos y en remotas montañas, pero no habíamos contemplado que una gran guerra se desencadenase nuevamente en Europa

Poco después de la anexión de Austria, en marzo de 1938, Hitler emitió una proclama exigiendo la toma de los Sudetes, algo que consiguió el 30 de septiembre a través de los acuerdos de Múnich, que reunieron a Hitler con Arthur Neville Chamberlain, su homólogo francés Édouard Daladier y Benito Musolini, que hizo de mediador. 
Aquí se exigió la anexión de estos territorios fronterizos de Checoslovaquia bajo amenaza de guerra. El Gobierno checoslovaco no tomó partido en las conversaciones y se opuso argumentando que la propuesta de Hitler arruinaría su economía y conduciría al país a un completo dominio alemán. 
Finalmente, Checoslovaquia capituló y Hitler añadió nuevas exigencias. El acuerdo y la inoperancia de los aliados dejó estratégicamente el territorio incapacitado para resistir una invasión que se produjo el 15 de marzo de 1939 cuando Alemania ocupó Bohemia y Moravia. Al día siguiente, el 16 de marzo, desde el Castillo de Praga, Hitler proclamó el protectorado alemán de la casi totalidad de Checoslovaquia, en flagrante contravención al Pacto de Múnich. Este paso fue el preludio de la posterior invasión de Polonia, el 1 de septiembre, con la que se inició la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, a finales de 2021, una posible campaña de invierno se avecina en el este de Europa. Tambores de guerra resuenan en las fronteras de la Unión Europea.

Habíamos pensado que los futuros conflictos se darían en lejanos desiertos y en remotas montañas. Tras la Guerra fría pensamos que las grandes guerras se habían desplazado para siempre y permanecerían alejadas de nuestra vieja Europa: Corea, Vietnam, Camboya (en el «paralelo 38»); el conflicto árabe – israelí (en próximo oriente); Afganistán (en los remotos confines de Asia); Kuwait; Irán; Irak; Siria (en oriente medio). Pero no habíamos contemplado la posibilidad de que una gran guerra se desencadenase nuevamente en Europa. Salvando la terrible guerra de los Balcanes de la década de lo 90’ que quedó aislada de una Unión Europea que miró para otro lado hasta que fue demasiado tarde y la sangre salpicaba por todos lados.
Tampoco habíamos pensado en las nuevas variantes para generar conflictos, pero en estos tiempos posmodernos, globalizados, movedizos y fluidos, también en el campo militar parece haber entrado lo difuso e incierto: La guerra híbrida.
Un concepto que se remonta a análisis militares sobre la insurgencia chechena contra Rusia y, más tarde, las tácticas de Hizbolá contra el Estado de Israel. Alcanza su forma más completa y sofisticada en las estrategias desarrolladas por la inteligencia militar rusa en Ucrania durante 2014 para anexionarse la península de Crimea. 

La guerra híbrida consiste en una conjunción de acciones ejercidas con ambigüedad en la amplia franja que divide la paz de la guerra.

La guerra híbrida consiste en una conjunción de acciones ejercidas con ambigüedad en la amplia franja que divide la paz de la guerra. Un concepto sinónimo al de «zona gris» (Gray Zone), es decir, provocar una tensión bélica sin llegar a constituir un casus belli, difuminando así la frontera entra la paz y la guerra. 
Se trata de combinar medios y tácticas militares regulares con formas asimétricas y no convencionales para desestabilizar gobiernos y desencadenar conflictos: Lo contemplamos en Crimea y en Donbás, en 2014. Lo estamos contemplando ahora en la frontera de Bielorrusia con Polonia y Lituania
Se trata de acciones informativo-técnicas, estrategias psicológicas y de desinformación, con influencia en el ciberespacio y uso de nuevos elementos globales como los movimientos migratorios y las barreras humanas. Al fondo, son tácticas de agitación y desestabilización de un territorio, herederas de las clásicas que usaron los soviéticos.

Calculan que el Kremlin ha estado desplazando tropas hasta un número de 175.000 efectivos apoyados por tanques y artillería.

La actual tensión en la zona tiene en vilo a los analistas occidentales, pues todo parece tender a un conflicto convencional inevitable. Calculan que el Kremlin ha estado desplazando tropas hasta un número de 175.000 efectivos apoyados por tanques y artillería. Hay que añadir las numerosas maniobras tácticas que no cesan ante la frontera de Ucrania
Militares ucranianos en ejercicios militares

Militares ucranianos en ejercicios militarestwitter.com/DefenceU

Hay que tener en cuenta que los dispositivos de defensa ucranianos son herederos de los antiguos sistemas soviéticos, lo que facilita a las fuerzas aeroespaciales rusas su inmediata neutralización. En Bielorrusia también se han efectuado maniobras conjuntas cerca de la frontera lo que añadido a los ataques híbridos con los que se ha hostigado a Lituania y Polonia hace temer, bien una maniobra de distracción, bien una posible ocupación de la «franja de Suwalki» que comunicaría los ejércitos rusos con su puesto avanzado en Kaliningrado y dejaría aislados a los países Bálticos del resto de la Alianza Atlántica.

Tal invasión encontraría la resistencia de 94.000 efectivos ucranianos en clara inferioridad numérica y estratégica.

Tal invasión encontraría la resistencia de 94.000 efectivos ucranianos en clara inferioridad numérica y estratégica. La tensión es lo suficientemente alta para que un leve error genere un conflicto de imprevisibles dimensiones.
Así mismo, las relaciones bilaterales entre Rusia y Estados Unidos no atraviesan su mejor momento y Putin presiona seriamente a la OTAN en contra de cualquier acercamiento a Ucrania.
La posibilidad de una invasión parece inminente. La inteligencia occidental maneja como fecha posible el mes de enero. Si se produjese lo peor: ¿Debe la Alianza Atlántica y la Unión Europea quedarse al margen? ¿Se puede permitir la OTAN y la Unión Europea no auxiliar a Ucrania, llegado el caso?
De ser así: ¿Se repetiría el craso error de cálculo que cometió Arthur Neville Chamberlain y sus homólogos de entonces?  
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