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29 de marzo de 2024

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Zbigniew Brzezinski, uno de los politólogos más influyentes de la política exterior estadounidense contemporáneaEl Debate

Claves geopolíticas del siglo XXI

El último gran estratega americano profetizó la actual guerra de Ucrania

Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional con el presidente Carter, predijo con detalle el conflicto que actualmente asola al país de Europa oriental

Pocos individuos durante las últimas décadas han tenido tanta influencia en la política exterior de los Estados Unidos como Zbigniew Brzezinski (1928 - 2017). Su conocimiento de las Relaciones Internacionales le llevó a ejercer su magisterio en múltiples terrenos: el universitario e intelectual –formaba parte del Council on Foreign Relations y fue profesor en la Johns Hopkins University–, el mundo de los negocios y la economía –el banquero David Rockefeller le encargó la creación de la Comisión Trilateral, de la que fue su primer director– y la política; el presidente Jimmy Carter le nombró durante su mandato Consejero de Seguridad Nacional. Brzezinski, considerado un halcón en el mundo de Washington, fue el gran asesor en cuestiones internacionales del Partido Demócrata, desempeñando un rol similar al que Henry Kissinger ha ejercido para el Partido Republicano.
Zbigniew Brzezinski con el presidente Jimmy Carter en el despacho oval

Zbigniew Brzezinski con el presidente Jimmy Carter en el despacho ovalEl Debate

Dentro de su prolífica bibliografía se encuentra El gran tablero mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, libro publicado en 1997 y editado en España por Paidós –fue traducido a un total de 19 idiomas–. En dicha obra, Brzezinski señala que «la independencia de Ucrania privó a Rusia de su posición dominante en el Mar Negro, donde Odesa era la puerta de entrada insustituible para el comercio con el Mediterráneo y el resto del mundo».
Brzezinski es tributario del pensamiento de Halford John Mackinder (1861 – 1947), el geógrafo inglés creador de la Geopolítica. Mackinder imagina Eurasia como un gran espacio conjunto –Europa no es más que una península de Asia– que, a su vez, forma parte de la Isla-Mundial que aúna tres continentes: Europa, Asia y África, siendo este gran territorio el más poblado y rico dentro de todas las combinaciones posibles.
Localización del Área-Pivote según Halford John Mackinder

Localización del Área-Pivote según Halford John MackinderEl Debate

Para Mackinder, quien domine el Área-Pivote de Eurasia, una región comprendida entre Europa Oriental y Asia Central, adquiere tal superioridad estratégica sobre el resto de las naciones que ello le permite extender su dominio sobre el conjunto del orbe. «Quien gobierne en Europa del Este dominará el Área-Pivote; quien gobierne el Área-Pivote dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo»; así resume Mackinder su pensamiento.

Democracias versus Autocracias

Inspirado en las teorías del británico, Brzezinski –un discípulo de Nicholas Spykman, a su vez discípulo crítico de Alfred Thayer Mahan, y continuador del enfoque geoestratégico de Halford Mackinder– percibe que tras la caída del Muro de Berlín se produce un hecho inédito en la Historia universal: por primera vez una potencia externa a la Isla Mundial –hablamos de Estados Unidos, un país-continente situado en América del Norte– adquiere un claro dominio sobre el conjunto del globo.
Brzezinski tiene interés en afianzar la posición de prevalencia de Washington en particular y del Occidente democrático en general. Siguiendo a Mackinder, el Consejero de Seguridad Nacional norteamericano ve que en torno al Área-Pivote, el arco que Mackinder llama el Creciente Interior, resulta necesario tejer una alianza de países –UE, Turquía, Irán, China, India, Japón– para, a modo de eslabones de una cadena, realizar una labor de contención en torno a Rusia. De ahí proviene el énfasis de EE.UU. por constituirse en árbitro entre las diferentes potencias euroasiáticas y, tras la caída del Telón de Acero, extender el poder estadounidense hacia Europa Oriental y los territorios postsoviéticos de Asia Central.
Menachem Begin, primer ministro israelí, jugando al ajedrez con Zbigniew Brzezinski, entonces consejero de Seguridad Nacional. Camp David, 1979.

Menachem Begin, primer ministro israelí, jugando al ajedrez con Zbigniew Brzezinski, entonces consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. Camp David, 1979El Debate

La ampliación del poder occidental ha sido bien acogida tanto por países de Europa Oriental, que sufrieron espantados el doble yugo –comunista e imperialista ruso– que les impuso la URSS tras la Segunda Guerra Mundial, como por varios países extraeuropeos; por ejemplo, India y Japón. Y es que muchas naciones prefieren el modelo de democracia liberal, capitalismo y Derechos Humanos al Hard Power característico de las autocracias orientales, más tendentes hacia la Estatolatría y el colectivismo.
Otros países, sin embargo, han virado sus alianzas, pasando del orden liberal, típico de Occidente, al paradigma autocrático, más característico del Área-Pivote euroasiática; tal es el caso de Turquía e Irán. Luego hay países con sus singularidades. Arabia Saudí es una teocracia y, al mismo tiempo, un aliado de EE.UU. China desde 1949 es un país comunista, pero en la época de Mao Zedong estaba muy alejada de Rusia —incluso llegaron al enfrentamiento armado en el conflicto fronterizo sino-soviético de 1969—. En la actualidad, sin embargo, la China de Xi Jinping es uno de los máximos aliados de Rusia.
A la hora de cumplir con sus objetivos políticos, Brzezinski ve a EE.UU. paradójicamente lastrado por el éxito de la propia sociedad que había creado. En otro libro suyo, Fuera de control (1994), traducido y editado en México por la editorial Porrúa, el exconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca habla de la «cornucopia permisiva» para referirse al modelo de sociedad que se impone tras el vacío que en 1989 deja la implosión del mito comunista. Una vez acontecido el «suicidio de la revolución», la mayor parte de las sociedades occidentales viran hacia la filosofía del «dejar hacer, dejar pasar; el mundo va solo», básicamente orientada hacia el disfrute consumista.
Cornucopia

Alegoría del río Tíber con una cornucopia, en Campidoglio, RomaEl Debate

Volviendo a Ucrania, Brzezinski considera que este país desempeña un papel clave. Si caeyese dentro del dominio ruso, el conjunto del Área-Pivote estaría en manos de Rusia, que pasaría de nuevo a ser un imperio autocrático con enormes posibilidades de acción. En cambio, si Ucrania se orientase hacia Occidente, Rusia se quedaría coja y cercada en términos geopolíticos. De consumarse esta opción, entonces Rusia podría iniciar su definitiva occidentalización o bien optar por encapotarse, virando definitivamente hacia Oriente. Ninguna de estas dos opciones satisface la característica visión autónoma e imperialista de Rusia.
Zbigniew Brzezinski conversando con Juan Pablo II

Zbigniew Brzezinski conversando con Juan Pablo IIEl Debate

La finlandización de Ucrania

Tras la invasión de la península de Crimea en 2014, Brzezinski advierte que el próximo paso podría ser una guerra de Rusia contra Ucrania. «Si la guerra en Ucrania fuera un éxito militar demasiado fácil para Rusia, entonces sería necesario contemplar la posibilidad de que algo sucediera en los países bálticos. Nuevos focos también podrían explotar en Moldavia, Georgia y Azerbaiyán. Dentro de esta lógica de los acontecimientos, Polonia podría convertirse en un nuevo objetivo», reflexiona Brzezinski.
El politólogo estadounidense no tiene una visión especialmente halagüeña sobre los propósitos de Vladimir Putin. En una entrevista concedida a Euronews en 2014, Brzezinski señala sobre el premier ruso que «él quiere reconstruir la Unión Soviética y Ucrania es el precio. Si consigue Ucrania, es una primera brecha hacia ese proyecto».
En otra entrevista, concedida en este caso para El País, el politólogo norteamericano señala cuál podría ser, a su juicio, la mejor opción para Ucrania, un país históricamente situado a caballo entre Occidente y Rusia: «La solución definitiva para Ucrania sería convertirse en algo así como Finlandia con respecto a Rusia; es decir, mantener una relación en la que haya tanto relaciones económicas abiertas con Moscú como conexiones en expansión con la Unión Europea, pero sin participar en ninguna alianza militar».
Funerales de militares ucranianos en la ciudad de Lviv, en el oeste de Ucrania

Funerales de militares ucranianos en la ciudad de Lviv, en el oeste de UcraniaYuriy Dyachyshyn / AFP

En otras palabras, una Ucrania independiente y sólida evitaría, a juicio de Brzezinski, la re-creación del imperio ruso, por lo que convendría que los ucranianos estableciesen un Kiev ni rusófilo ni rusofóbo, que, en una suerte de finlandización, no excluyese la adhesión a la Unión Europea, pero en todo caso dejando a Ucrania fuera de la OTAN.
De hecho, en abril de 2017, un mes antes de su fallecimiento, Brzezinski aconsejaba a Ucrania, en su propio interés, algún tipo de relación cooperativa con Rusia, supeditada siempre a que Moscú a su vez iniciase un acercamiento hacia Europa occidental.
Los planteamientos teóricos del politólogo norteamericano se han visto sobrepasados por la propia evolución de los acontecimientos, cuando Suecia y la propia Finlandia han solicitado su ingreso acelerado en la Alianza Atlántica tras la abrupta ruptura del orden internacional que ha significado la invasión de Ucrania. En todo caso, si Zbigniew Brzezinski estuviese vivo probablemente interpretaría la guerra de agresión rusa como el fatal cumplimiento de sus peores pronósticos.
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