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16 de mayo de 2024

Vladimir Putin, Joe Biden y  Xi Jiping

Vladimir Putin, Joe Biden y Xi JipingAFP

Guerra en Ucrania

La «trampa de Tucídides» y los peligros de una guerra larga

Una Rusia con mayor dependencia y alianza con China, y una China dispuesta a financiar el régimen de Moscú llevaría a ambos a una alianza de facto para contrarrestar a Estados Unidos

Basándose en una cita del historiador Tucídides, al inicio de su, Historia de la Guerra del Peloponeso, donde afirma: «Fue el ascenso de Atenas y el temor que esto infundió en Esparta lo que hizo inevitable la guerra», el politólogo estadounidense Graham T. Allison planteó la hipótesis de la Trampa de Tucídides Thucydides's trap») que describe una tendencia hacia la guerra cuando una potencia emergente (ejemplificada por Atenas) desafía el estatus de una potencia dominante (ejemplificada por Esparta).
En un primer artículo de Financial Times (2012), y más tarde, en The Atlantic (2015) y que desarrolló, finalmente, en su libro Destined for War (2017), sostiene que «China y Estados Unidos están en curso de colisión para entrar en guerra».
Según este planteamiento, la tensión entre ambas potencias puede conducir a una guerra hegemónica en que, o bien la gran potencia venza y asegure su primacía, o pierda y sea reemplazada por la nueva potencia en ascenso. Lo que ocurrió en la antigüedad fue que los atenienses perdieron la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) poniendo fin a su ascenso.
El profesor Allison propone varios «casos históricos» donde se ven involucradas dos potencias, una en declive y otra en ascenso. Por ejemplo:
  • La relación entre Portugal y España a finales del siglo XV.
  • Entre el Imperio británico y Estados Unidos a principios del siglo pasado.
  • Entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
De los dieciséis «casos» que propone, doce de ellos acabaron en guerra entre las dos potencias, algo que se resolvió o afianzando a la gran potencia o dando paso a la hegemonía de la aspirante.
Según Allison, el escenario actual entre Estados Unidos y China parece similar. Un crecimiento sin precedentes en China que le está disputando la hegemonía a Estados Unidos en ámbitos como el económico, el militar o el tecnológico. Así, una nueva Atenas representada por China desafía al poder en declive de la nueva Esparta, Estados Unidos.
Reunión virtual entre el presidente Joe Biden y el presidente de China, Xi Jinping

Reunión virtual entre el presidente Joe Biden y el presidente de China, Xi JinpingMandel Ngan / AFP

No obstante, la trampa de Tucídides no siempre aboca a las potencias a una guerra abierta y, para evitarlo, Allison defiende que Estados Unidos debe hacer ver a China que no puede ganar esta guerra contra ellos. Así, es posible que China y Estados Unidos disipen la tensión pacíficamente y consigan escapar de esta trampa.
Lo más inquietante que podía ocurrir en un contexto así, es que otra hegemonía en alza se inmiscuyera e iniciara una guerra con gran violencia. Por eso, cuando el pasado 24 de febrero, Vladimir Putin tomó la fatídica decisión de atacar a Ucrania, el objetivo central de la política estadounidense sobre esta crisis fue disuadir esta invasión, aumentando los costes de cualquier operación militar que lanzara Putin y preparando un duro castigo económico.
Pero la disuasión fracasó. Por eso, las prioridades de Estados Unidos siguen siendo negar a Putin una victoria en la guerra y evitar el aumento de escalada del conflicto, para limitar sus costes humanitarios y económicos.
A mayor plazo, Estados Unidos quiere influir en el comportamiento de Rusia para minimizar más riesgos para los intereses geopolíticos de Estados Unidos y la estabilidad internacional. Si no se alcanza algún tipo de acuerdo con el Kremlin, el mejor resultado probable será una larga guerra que Rusia probablemente ganará.
Pero un conflicto prolongado aumenta enormemente los riesgos: llevando, por ejemplo, a un nivel extremo de hostilidad entre Rusia y Occidente, con la consiguiente tensión e inestabilidad en la zona.
Una guerra larga comporta también un número mucho mayor de muertes; una más amplia destrucción en Ucrania; un más elevado desplazamiento de emigración, casi insuperable para países vecinos; un aumento del desastre humanitario que arrastrará a una fuerte crisis política en la Europa, eslabón débil de las cuatro hegemonías en juego (EE.UU., Federación Rusa, China y Unión Europea).
Además, prolongar la guerra aumenta el riesgo de que la guerra entre Rusia y Ucrania se extienda a un enfrentamiento directo entre Rusia y Estados Unidos y sus aliados.
Está claro que la agresión de Rusia la hará mucho más dependiente de China, independientemente de lo que haga Washington ahora, Estados Unidos tiene un interés a largo plazo en evitar una nueva bipolaridad. Pero atendiendo a «la trampa de Tucídides»: Una Rusia que alcance mayor dependencia y alianza con China, y una China dispuesta a cooperar y financiar el régimen de Moscú llevaría a ambos a una alianza de facto para contrarrestar a Estados Unidos y sus aliados.
Más todavía, se aceleraría el choque entre ambas superpotencias.
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