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09 de mayo de 2024

Soldiers prepare to cover the coffins of 44-year-old soldier Tereshko Volodymyr, and 41-year-old soldier Simakov Oleksandr, during their funeral ceremony, after being killed in action, at the Holy Apostles Peter and Paul Church in Lviv, western Ukraine, Monday, April 4, 2022. (AP Photo/Nariman El-Mofty) 
 
Funeral militar, el pasado 4 de abril en Leópolis, Ucrania

Funeral militar en Leópolis, Ucrania, el pasado 4 de abrilAP vía GTRES

Guerra Ucrania-Rusia

43.000 soldados muertos, el balance (oficial) de la invasión de Ucrania

Rusia asevera que ha matado a 23.000 militares ucranianos desde el comienzo de la guerra, diez veces más que lo admitido por Kiev, que afirma haber acabado con la vida de 20.000 efectivos enemigos

53 días después del inicio de la invasión rusa, Naciones Unidas ha constatado casi 2.000 bajas civiles entre la población ucraniana –aunque admite que la cifra real podría ser mucho mayor–. Esto supone unas diez veces menos que las aproximadamente 22.000 personas que habrían perdido la vida solo en la devastada ciudad de Mariúpol, según su alcalde, lo que da fe del desfase a la hora de establecer la magnitud fatal del conflicto.
Como la imagen superior, la información que llega de Ucrania es difusa. Solo se acierta a distinguir la muerte, pero, a día de hoy, es imposible saber exactamente cuánta. Las informaciones «oficiales» deben tomarse en cuarentena más que nunca, al ser en buena parte propaganda. Y esto es así especialmente en lo referente al daño que supuestamente se ha causado al enemigo y a la hora de reconocer el propio.
Rusia admitió solo hace un puñado de días que había sufrido un «elevado número de bajas» entre los militares enviados al país vecino a desarrollar la denominada «operación militar especial». El sábado, Ucrania aseguraba haber perdido a entre 2.500 y 3.000 soldados a la vez que afirmaba haber matado a 20.000 militares rusos. Esto es, por cada baja ucraniana se habrían producido casi diez rusas.
Sea verdad o no, Rusia se ha visto obligada a responder, de la mano del portavoz del Ministerio de Defensa, Igor Konashénkov: «El Ministerio de Defensa ruso tiene estadísticas confiables sobre las pérdidas reales en el Ejército ucraniano, la Guardia Nacional y entre los mercenarios extranjeros que llegan, que Zelenski teme comunicar al pueblo de Ucrania. Hasta la fecha, las pérdidas irrecuperables son 23.367».
Konashénkov dijo en una rueda de prensa que su Departamento iba a publicar próximamente fragmentos de documentos ucranianos sobre sus bajas militares, que este sábado habrían ascendido por encima de los 4.000 efectivos solo en Mariúpol, epicentro de la guerra en estos momentos. A ello habría que sumar las bajas producidas en los distintos combates que se están produciendo en ciudades como Járkov, así como en los bombardeos sobre otras urbes como Kiev o Leópolis.

¿Son realistas estas cifras?

Más de 43.367 soldados caídos en total entre los dos países, según sus Gobiernos. Cuatro veces más que la cifra total de defunciones entre civiles y militares que se dio desde 2014 en la guerra del Donbás. Más de 800 soldados muertos de media por cada día de invasión... Ante estos datos, cabe preguntarse si, más allá de ciertos, son posibles.
La OTAN calculaba hace un par de semanas que el Ejército enviado a Ucrania por el presidente ruso, Vladimir Putin, había podido perder entonces entre 7.000 y 15.000 efectivos, por lo que, en este caso, y aunque la Alianza Atlántica no sea un actor imparcial en el conflicto bélico, sí sería posible que a estas alturas hubiera perdido el número de hombres que ofrece de forma aproximada el Ejecutivo de Volodimir Zelenski.
En el caso de los soldados muertos del Ejército de Ucrania, la respuesta la podría haber ofrecido de manera indirecta el propio Zelenski cuando estimó ante los micrófonos de la BBC el sábado en 2.500-3.000 muertos las bajas de sus Fuerzas Armadas. El mandatario reconoció que habían resultado heridos 10.000 de sus soldados, pero que era «difícil saber cuántos de ellos van a sobrevivir». Unas cifras que, en todo caso, quedan desfasadas a cada minuto que pasa; a medida que se enquista una guerra que está a punto de cumplir dos meses sin grandes avances, más allá de los del difuso contador de fallecidos.
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