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Las Fuerzas Aéreas estadounidenses estrenan nuevo juguete: la mortífera bomba «Quicksink», que tiene aspecto de torpedo, e impacta con increíble precisión gracias a un dispositivo de guía y GPS integrado.
La primera prueba fue un éxito: lanzaron la bomba hacia un navío en movimiento en el Golfo de México, y acertó de pleno, hundiéndolo inmediatamente. El torpedo se precipitó en espiral hacia el barco, y al impactar, lo partió por la mitad. Tardó menos de un minuto en hundirse: tras 39 segundos, no quedaban más que las olas.
El moderno sistema de dirección guiada convierte un obús de 900 kilos en ágil torpedo teledirigido. De cara al futuro, se prevé que las «Quicksink» serán efectivas a la hora de atacar convoyes enemigos y otros objetivos de gran tamaño en movimiento.
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