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02 de mayo de 2024

Presidential candidate for the Juntos por el Cambio party, Patricia Bulrich, speaks during the presidential debate in Santiago del Estero, Argentina, on October 1, 2023, ahead of the October 22 presidential election. (Photo by TOMAS CUESTA / POOL / AFP)

Patricia Bullrich durante el debate televisidoAFP

Entrevista a Patricia Bullrich, candidata presidencial argentina

«Es una inmoralidad reducir la situación de los desaparecidos a una cuestión de números»

La exministra de Seguridad de Mauricio Macri pelea cabeza a cabeza con Sergio Massa, el ministro de Economía de Alberto y Cristina Fernández, para entrar y enfrentar en segunda vuelta a Javier Milei

La entrevista fue posible una tarde, al terminar un acto en una localidad de la provincia de Buenos Aires. La candidata a presidente por Juntos por el Cambio tuvo que abandonar la «Patoneta», la autocaravana con la que se traslada durante la campaña, y volver en su automóvil a cumplir con otra cita.
Contra reloj tenía que llegar a un canal de televisión que la esperaba para abrir uno de los programas de noticias más vistos en Argentina. Viajamos solo con su chofer y su secretaria. Una hora de charla sobre esta campaña particular que creyó que podría encarar como favorita.
Pero la vida te da sorpresas, y el candidato de la derecha, Javier Milei, fue la revelación en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del pasado mes de agosto. Patricia Bullrich salió entonces segunda, con menos de dos puntos de diferencia detrás del libertario.
Ahora ya no tiene la ilusión de ganar en la primera vuelta que se celebrará el próximo 22 de octubre y da la pelea por entrar al ballotage, previsto para noviembre.
El candidato oficialista, Sergio Massa, le está pisando los talones. Pero ella no afloja ni se da por vencida. Se apoya en la fuerte empatía que logró con buena parte del electorado y la seguridad de que ya la vieron ganar batallas políticas inolvidables cada vez que fue Ministra, de Seguridad (2015-1019), de Seguridad Social (2001-2013) o de Trabajo (2000-2001), entre otros cargos públicos.
–¿No le asusta la situación dramática en la que está Argentina? ¿Es posible gobernar con la herencia que dejará el kirchnerismo?
–No, para nada. Estoy convencida de que cuando decides qué quieres hacer de tu vida, vas para adelante sin importar el inventario. Son decisiones muy personales sobre las que no dudo una vez que las tomo.
Tengo muchos amigos que me preguntan eso. Y yo pienso en (Volodomir) Zelenski. Para él todo fue mucho más difícil. Venía de una vida muy distinta, tomó una decisión y se encontró con el desafío de Rusia sobre su país. Fue la peor situación que vivió Ucrania en décadas y, sin embargo, siguió adelante con una agenda inesperada, para la que no estaba preparado, y no perdió popularidad, sino todo lo contrario.
El Presidente argentino culpa de todos sus fracasos, de su bajísimo índice de popularidad, a la pandemia, a la sequía, a la herencia que le dejó Mauricio (Macri). Un líder se hace en las circunstancias que le toca gobernar, no en condiciones ideales.
–Cuando ganó Macri, Argentina tuvo credibilidad, confianza global y hasta recibió algunas inversiones, pero nuestro país volvió a decepcionar. ¿No cree que usted tendrá que cargar también con ese peso?
–Mi impresión es que cuando se vea cómo nos plantamos en el Gobierno, cuando mostremos que nos regimos por reglas bien claras en materias claves como la educación, la economía, la seguridad, cuando el orden que vamos a imprimir se perciba, va a venir el capital externo. No tengo dudas de eso.
Creo que Argentina, cuando salga de la crisis, tiene fenomenales oportunidades y lo primero que hay que hacer es que garantizar que esta vez esas oportunidades no se pierdan. Además, estoy segura de que los propios argentinos invertirán en la Argentina, el campo desplegará su potencia y los empresarios argentinos producirán más porque podrán exportar sin trabas y mover a nuestro país a su destino de progreso.
–¿Cuál es el principal problema que tiene la Argentina hoy?
–La tendencia de unos pocos a ir para atrás, a no respetar las leyes, a desafiar el orden a través de piquetes, querer domesticar la justicia, promover un sistema de privilegios para cualquier cosa, desde obtener un plan social (subvención) hasta un permiso para exportar o importar. Pero yo tengo la receta para eso: no dar marcha atrás.
Si Argentina quiere volver a ser un país donde haya trabajo, educación y se pueda vivir sin miedo, la receta es no dar marcha atrás, aguantar las presiones de los pocos y apoyarte en tus propias convicciones y lo que quiere la mayoría, que es orden y progreso.
–Sacó en las primarias menos votos de los que esperaba. ¿No teme perder todavía más de cara a la primera vuelta electoral, que Javier Milei le saque votos por derecha?
–Yo no veo ese peligro. Primero porque Milei estuvo muy cerca de los votos que yo saqué. Por otro lado, él tiene un estilo controvertido. Una cosa es sumarse al cambio y otra es tirarse a la pileta.
El cambio es posible si tienes una fuerza política con la que aguantar a los que quieren ir para atrás, un gobierno asentado en una fuerza política que acompañe el cambio, un liderazgo con templanza y espaldas.

En Argentina nunca más podemos tener esos enfrentamientos fratricidas

–¿Qué opina de lo que dijo Javier Milei en el primer debate obligatorio para las elecciones presidenciales sobre la cantidad de desaparecidos de la dictadura?
–Lo que me parece una inmoralidad es seguir reduciendo la situación de los desaparecidos a una cuestión de número. Yo volví a la Argentina clandestina y con mi hijito en brazos. Fue una experiencia traumática como la de tantos argentinos que tuvimos que salir huyendo de la dictadura.
Al volver, nos abrazamos a la democracia y al ¡Nunca más! y quisimos consolidar las instituciones para darle un marco a la convivencia social. Es la experiencia de miles de argentinos independientemente de si fueron 30 mil, 8 mil o los que fueron. Lo de fondo, lo realmente importante, es que en la Argentina nunca más podemos tener esos enfrentamientos fratricidas ni la resolución de las diferencias por medio de la violencia.

Toda mi trayectoria siempre fue en el marco de la democracia, en la que creo firmemente

–¿Por qué Milei la acusa de guerrillera?
–Me gustaría saberlo. Es probable que sea por ignorancia de lo que pasó en la Argentina en los últimos 40 años o también porque él mismo sea violento. Ahora anda por los programas acusándome de poner bombas en jardines de infantes, cuando no hay registro de ningún jardín de infantes al que le hayan puesto una bomba. Lo he dicho cada vez que me lo preguntaron, y desde hace mucho tiempo. Yo no usé la violencia, yo participé de una organización de jóvenes en otro tiempo de América Latina. Y toda mi trayectoria siempre fue en el marco de la democracia, en la que creo firmemente.
–¿Piensa que corre riesgo la democracia argentina, que está cumpliendo 40 años?
–La democracia liberal del siglo XIX está atravesada por un momento de la historia donde la población está viviendo en el aquí y el ahora, queriendo soluciones aquí y ahora.
Definitivamente hay una relación compleja en el tiempo de espera y la solución a los problemas. Esto supone desafíos para los que la política tiene que estar preparada y sin equipos experimentados es imposible encarar cualquier cosa. No es tiempo de iluminados. No hay margen. Hay que tomar los problemas por las astas y darlos vuelta para encontrar soluciones rápidas y sostenerlas. No es para cualquiera.
–Si llega a la Presidencia, ¿Cómo piensa que será su relación con España?
–Conozco mucho a España, incluso viví unos años en Madrid, en tiempos de la dictadura argentina. Y miro siempre con mucho interés el debate político en España, una nación que por los vínculos que tenemos y hasta por idioma tiene las condiciones para ser la puerta de entrada a la Unión Europea, junto a Alemania e Italia, que también nos conocen mucho, nos acompañaron en momentos difíciles, creyeron en nosotros y tantas veces defraudamos.
Confío en iniciar una nueva etapa también en ese sentido, reconstruyendo lo que se rompió, cumpliendo con nuestros compromisos.
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