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29 de abril de 2024

Gonzalo Rosillo Odriozola
Gonzalo Rosillo Odriozola

Macron afronta un 2024 lleno de retos tras su 'annus horribilis'

Una de las fechas clave de este próximo año será el 6 de junio, ya que la conmemoración del 80º aniversario del desembarco de Normandía coincide con la primera jornada de las elecciones europeas

Actualizada 04:30

El presidente francés, Emmanuel Macron

El presidente francés, Emmanuel MacronAFP

Para Emmanuel Macron 2023 ha sido sin duda su particular annus horribilis. A la división política y las protestas por las reformas de las pensiones e inmigración se han unido el crecimiento del apoyo a los partidos de derecha, la ralentización del crecimiento, el aumento del crimen, y la creciente amenaza terrorista.
La situación es análoga en política exterior, ámbito en el que se acentúa aún más la discrepancia entre aspiraciones y recursos. El año entrante será por tanto clave para demostrar las bondades de la «tercera vía» ante los numerosos retos a los que se enfrenta el país galo, ahora que las esperanzas en el proyecto que representa Macron parecen ir difuminándose.
En política interior, el principal objetivo del presidente francés siempre ha sido el de lograr una Francia más «unida, audaz y ambiciosa». Sin embargo, el eslogan parece haberse tornado en «trilema», pues a la audacia y ambición los ha acompañado la desunión. A pocos meses de que se calmaran las aguas por la polémica reforma de las pensiones, la tercera vía volvió a dejar expuestas sus carencias con el debate sobre la nueva ley de inmigración.
Aunque la virtud pueda residir en el centro, no suele ser así con los votos para cuestiones tan candentes. Macron hizo de la inmigración una de las prioridades de su segundo mandato con la intención de frenar el crecimiento de los partidos de derecha arrebatándoles lo que se conoce como issue ownership, esto es, la percepción de los votantes de que éstos son más aptos a la hora de gestionar la inmigración.
La Asamblea Nacional rechazó en primera instancia debatir el proyecto de ley de Macron, quien se vio obligado a convocar una comisión paritaria para lograr un compromiso con el resto de los partidos. Finalmente se sacó adelante la iniciativa plegándose a muchas de las exigencias de Los Republicanos, lo que supuso endurecer los aspectos restrictivos de la ley. La propia Marine Le Pen alabó la propuesta final, lo que provocó un terremoto en el Ejecutivo de Élisabeth Borne –primera ministra francesa–, del que dimitió el ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau.
En cuanto a política exterior, en su pretensión de liderar el proceso de integración europea, profundizando en la autonomía estratégica y posicionándose como un actor internacional de primer orden, Macron se ha topado con más reveses que éxitos. En primer lugar, el recelo de varios países subsaharianos hacia Francia se ha intensificado, especialmente este año bajo el lema «France, dégage» (Francia, lárgate). La pérdida de influencia en la francofonía africana preocupa mucho en París, que ve como la «epidemia» de golpes de Estado en la región abre el camino a gobiernos con posturas abiertamente antifrancesas.
Más al norte, en la región del Magreb, Macron ha lidiado con la quimera de mantener unas relaciones cordiales con Argelia y Marruecos, algo que se antoja imposible principalmente por sus posturas antagónicas en cuanto a la cuestión saharaui.
En un intento por mantener su prestigio internacional, París se ha erigido como el principal aliado de Armenia, sustituyendo a Rusia y enfrentándose a los intereses de Turquía en la región, con quien no oculta sus profundas desavenencias a pesar de ser supuestos aliados. Además, las notorias limitaciones en ámbito internacional continúan evidenciándose con su falta de protagonismo tanto en la guerra de Ucrania como en la de Gaza.
Macron encara por tanto un año clave en circunstancias poco favorables. A principios de este mes el presidente declaró en una entrevista a Le Monde que «ha llegado el momento de un gran encuentro con la nación». A pesar de la grandilocuencia, por ahora tan solo se han anunciado algunas propuestas para principios de año, entre las que destaca una nueva ley de eutanasia.
Una de las fechas clave de este próximo año será el 6 de junio, ya que la conmemoración del 80º aniversario del desembarco de Normandía coincide con la primera jornada de las elecciones europeas, en las que Macron podrá tomar el pulso a la sociedad francesa, si bien los sondeos no son benévolos con su formación.
Según Euractiv, todo apunta a que la derecha de Le Pen ganará las elecciones con alrededor del 30 % de los votos, creciendo casi siete puntos con respecto a las elecciones de 2019 a costa de la coalición del presidente, que perdería en torno a tres para quedar con el 20 % de los votos. No obstante, la cita más importante para Macron será la inauguración de los Juegos Olímpicos de París, el 26 de julio. Siempre y cuando las amenazas terroristas no trunquen la celebración, Macron, que se sabe hábil en estos contextos, espera sacar rédito y presentar los Juegos como uno de los éxitos de su presidencia.
Por último, a pesar de los esfuerzos por insuflar mayor cohesión en la sociedad a través de proclamas y proyectos, Francia se enfrentará, al igual que el resto de los países de la Unión Europea, a la más que probable vuelta de las políticas de austeridad, viéndose obligada a hacer recortes o a aumentar la recaudación debido a su falta de holgura fiscal. Aunque las palabras puedan convencer a algunos, solo los hechos arrastran a todos. Desde París, bonne année à tous.
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