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03 de mayo de 2024

El líder de la oposición rusa Alexei Navalny

El líder de la oposición rusa Alexei NavalnyAFP

Muere en prisión el opositor ruso Alexéi Navalni, principal adversario de Putin

A principios de año fue trasladado a la temida prisión conocida como el «Lobo Polar», en pleno Ártico

El opositor ruso, Alexéi Navalni, 47 años, ha muerto según han hecho público los servicios penitenciarios rusos. El activista fue trasladado a principios de año a la temible prisión conocida como el «Lobo Polar», en pleno Ártico. El equipo del opositor ha denunciado, en múltiples ocasiones, su deplorable situación en el centro penitenciario, que le estaba costando la salud.
«El preso Navalni se sintió indispuesto después de un paseo, perdiendo el conocimiento. Inmediatamente llegó el personal médico de la institución y se llamó a una brigada de ambulancias», afirma la agencia de noticias rusa Tass.
En el comunicado, explican que «se llevaron a cabo todas las medidas de reanimación necesarias, que no dieron resultados positivos». Los médicos de la ambulancia, señalan, «declararon la muerte del condenado». Moscú asegura que las «causas de la muerte se están investigando». Los medios rusos apuntan ya a que la causa del fallecimiento ha podido deberse a un coágulo de sangre.
Su entorno ha señalado que no tienen información sobre la muerte. «Todavía no tenemos confirmación al respecto», declaró en redes sociales la portavoz de Navalni, Kira Yarmish, añadiendo que «el abogado de Alexéi está en estos momentos de camino a Jarp», la ciudad del Ártico donde se encuentra la prisión. «En cuanto tengamos alguna información, informaremos sobre ello», señaló.
Navalni se une a una larga lista de opositores del presidente ruso, Vladimir Putin, que mueren en extrañas circunstancias. Muertes que nunca son investigadas y se quedan en el olvido, mientras se ahonda en la represión y la falta de libertades en Rusia. Un ecosistema que se ha exacerbado desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022.
Incluso desde la cárcel, Navalni ha sido una figura demasiado incómoda para Putin y ha seguido mostrando, junto con su extensa red de colaboradores en el exilio, una férrea oposición al mandatario ruso. De hecho, el pasado año presentó su candidatura para las elecciones rusas, que tendrán lugar el próximo mes de marzo. Unos comicios en los que Putin volverá a ganar por goleada, sin apenas rivales.
Los pocos candidatos que podían representar una mínima amenaza para el líder ruso han sido borrados del mapa o descartados de la carrera electoral por «irregularidades» en el proceso. La cabeza del Kremlin ya no pretende ni guardar las formas de cara a la comunidad internacional.
En este sentido, Navalni era otro cabo suelto. Poco después de anunciar que se presentaba como candidato a las elecciones rusas, su equipo denunció que había desaparecido y que eran incapaces de contactar con él. El Kremlin callaba. Un silencio que causó terror en su círculo. Tras una intensa campaña de sus colaboradores, Moscú finalmente se pronunció para no decir nada.
No sabían donde se encontraba. Rusia había perdido a uno de sus prisioneros más polémicos. Se trataba de una historia poco creíble. A los días, rectificó su versión y reconoció que había sido trasladado de prisión, pero se negó a ofrecer más detalles. El día después de Navidad, 26 de diciembre, Moscú informó de que había sido trasladado a una prisión del círculo Polar Ártico, cerca de los Urales y a casi dos días en tren de la capital rusa.
La noticia no supuso un alivio para su entorno, todo lo contrario aumentó los temores de que el régimen de Putin quería librarse de él a toda costa. Lo que le esperaba a Navalni en la penitenciaría IK-3, conocida como el «Lobo Polar», era lo más cerca de experimentar el infierno en la tierra. La cárcel se fundó en la década de 1960 como parte del sistema de gulag de campos de trabajos forzados soviéticos. El disidente ruso habría sido sometido a un régimen de duchas de castigo al aire libre a -30 grados centígrados y a un aislamiento absoluto, según publicó el diario británico The Times.
Ni la persona más sana del mundo podría haber soportado unas condiciones similares y Navalni, menos. El opositor ruso ya acarreaba problemas de salud derivados, precisamente, de su estancia en la cárcel en terribles condiciones. Llevaba entre rejas desde enero de 2021, por el simple hecho de destapar la corrupción de Putin. Durante el último tiempo, los supuestos delitos en su contra no dejaban de aparecer. El pasado agosto, fue condenado a otros 19 años más de prisión por un tribunal que lo acusó de «apoyar al extremismo».

Reacciones internacionales

La noticia ha provocado un tsunami de reacciones. El presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, ha acusado directamente al «régimen ruso» de la muerte del opositor. La Unión Europea considera que el «régimen ruso es el único responsable» por la muerte en prisión del disidente Alexéi Navalni, afirmó este viernes.

Navalni «luchó por los valores de la libertad y la democracia. Por sus ideales, hizo el máximo sacrificio», señaló Michel en la red X, antes Twitter. «Los luchadores mueren, pero la lucha por la libertad no termina nunca», añadió. En esta misma línea se ha pronunciado, el ministro de Exteriores francés, Stéphane Séjourné. «Su muerte en una colonia penitenciaria nos recuerda la realidad del régimen de Vladimir Putin», escribió en redes sociales.
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