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29 de abril de 2024

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán

El primer ministro de Hungría, Viktor OrbánEFE

La Policía de Bruselas irrumpe en una cumbre de líderes conservadores en la que iba a participar Orbán

La Conferencia Nacional de Conservadurismo se ha visto obligada a cesar su actividad

La Policía de la capital belga ha irrumpido, este martes, en el edificio donde varios líderes conservadores se habían dado cita en la Conferencia Nacional de Conservadurismo (NatCon). A este encuentro estaba prevista que asistieran, entre otros, el presidente de Hungría, Viktor Orbán, y el político británico Nigel Farage.
Sin embargo, las autoridades belgas decidieron clausurar el evento ante la posibilidad de «desorden público», según ha confesado un oficial de Policía al medio POLITICO. Anteriormente, el alcalde de la región de Saint-Josse-ten-Noode, en la capital belga donde se encuentra el Claridge, habría presionado a las distintas empresas que colaboraban en el acto para que cancelaran su presencia.
«Lo que tenemos es un intento sistemático de sabotear todo lo que tiene que ver con la conferencia», ha denunciado uno de los organizadores de la conferencia, el director ejecutivo de MCC Bruselas, Frank Furedi, al periódico Brussels Signal.«Amenazaron con cortar la electricidad y todo eso», ha asegurado.
En la notificación de la policía local se justifica la irrupción con el argumento del «riesgo para la seguridad», sin embargo, los detalles de la argumentación levantan la sospecha de que existe una intencionalidad política o ideológica.
Afirma la policía que «si se autorizara este evento, se temen graves perturbaciones del orden público en el territorio del municipio de Sanit-Josse-ten-Noode».
Señala también que «la organización de este evento corre el riesgo de perturbar gravemente la paz pública debido a su carácter aparentemente provocativo y discriminatorio».
¿Por qué cree la policía que este evento tiene un carácter «aparentemente provocativo y discriminatorio»? En primer lugar, porque, según el arbitrario parecer de las autoridades, algunos de los participantes están considerados «tradicionalistas, homófobos, irrespetuosos con los derechos humanos de las minorías».
Cita también que «podemos encontrar (entre los participantes) a un autor polaco de obras controvertidas sobre el islam».
Por otro lado, a la policía le preocupa que el evento «también se centra en la defensa de la soberanía nacional, lo que implica, entre otras cosas, una actitud euroescéptica».
Por ello, la policía cree que «este evento podría conducir innegablemente a reacciones violentas y, de hecho, a considerables alteraciones del orden público, en particular de la seguridad, la tranquilidad y la paz públicas».
En conclusión, apunta la policía, «es necesaria la adopción de un decreto policial que imponga la prohibición del evento».
Asimismo, la policía trata de anticiparse a posibles críticas de discriminación ideológica y se defiende argumentando que «no se presentó a la alcaldía ninguna solicitud de los organizadores» hasta las 22:11 del día anterior.
Por lo tanto «fue imposible realizar un análisis de riesgos detallado en un período de tiempo tan corto», teniendo en cuenta que «existe una amenaza contra los participantes», en referencia a que habrían sido amenazados por sus posiciones y opiniones políticas e ideológicas y que algunos incluso cuentan con escolta en sus países.
Por el momento, el evento sigue su curso, pero la policía no permite acceder al evento a nuevos asistentes.
Según el testimonio de los asistentes, la policía ha montado un cordón alrededor de la entrada del edificio donde se está celebrando el evento.
Según Politico, el alcalde socialista de Bruselas, Philippe Close, presionó para que no se celebrara el evento.
También el alcalde liberal de Etterbeek se implicó personalmente para que la conferencia no se celebrara en su municipalidad.
Politico también apunta a que Emir Kir, alcalde de Saint-Josse-ten-Noode, anunció «medidas inmediatamente para prohibir» el evento. De hecho, según reconoció, fue él el que llamó a la policía.
¿Se debe esta implicación de los alcaldes a la hora de prohibir el evento a una preocupación para la seguridad de los participantes?
Frank Füredi, uno de los organizadores, cree que no: «Es realmente algo sacado de una dictadura de poca monta».
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