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Aquilino Cayuela
AnálisisAquilino Cayuela

Espías en Europa: una «Guerra Fría 2.0» con epicentro en Berlín

Si estamos viviendo una «Guerra Fría 2.0», como sostienen muchos analistas, las operaciones de inteligencia se han multiplicado y continuarán haciéndolo en el futuro

Actualizada 04:30

Como ocurrió durante la Guerra Fría, Berlín se ha vuelto a convertir en la ciudad de los espías

Como ocurrió durante la Guerra Fría, Berlín se ha vuelto a convertir en la ciudad de los espíasGTRES

Desde que los países se ocultan secretos, han intentado robárselos unos a otros. El espionaje ha sido y seguirá siendo parte integrante del arte de gobernar, sobre todo en un periodo de conflictos.

Durante la Primera y, especialmente, la Segunda Guerra Mundial el campo emergente de la inteligencia cobró una relevancia crucial. Pero fue durante la Guerra Fría cuando el conflicto llevó a primera línea a los espías y puso en las trincheras las capacidades de inteligencia.

El mundo se enfrenta hoy a uno de esos raros momentos, como en los comienzos de la Guerra Fría o en el periodo posterior al 11-S, donde la guerra de espías es crucial para el desarrollo de los acontecimientos.

China y Rusia, principalmente, plantean retos geopolíticos de enormes proporciones en un mundo de intensa competencia estratégica y de creciente conflicto.

En la era digital y con la llegada de la Inteligencia Artificial las técnicas han cambiado, pero por mucho que el mundo esté cambiando, el espionaje sigue siendo una interacción entre el factor humano y la tecnología.

Como reconocía, en enero de este año, el director de la CIA, «seguirá habiendo secretos que sólo los humanos puedan recoger y operaciones clandestinas que sólo los humanos puedan llevar a cabo».

El factor humano es decisivo en esta guerra sin fronteras, tanto para las misiones operativas llevadas a término por agentes de campo, como para la búsqueda de activos al servicio de unas potencias y de otras, como para el análisis y la interpretación de la información.

El espionaje es la primera línea de defensa y la vanguardia de cualquier agresión.

Si estamos viviendo una «Guerra Fría 2.0», como sostienen muchos analistas, las operaciones de inteligencia se han multiplicado y siguen aumentando. Al mismo tiempo, Europa vuelve a ser el terreno de operaciones, el lugar de los espías.

El entorno de la comunidad europea junto a la descoordinación de sus miembros y los puntos de vista discordantes y el crecimiento de la OTAN hacia el norte, con Finlandia y Suecia junto con el apoyo militar y estratégico a Ucrania, son hechos que invitan a la inteligencia rusa a operar con intensidad dentro de los países de la Unión. De igual forma actúa China en su competitividad hegemónica con EE.UU. y sus aliados.

La última muestra de este juego de espías la encontramos hace unos días cuando un tribunal de Dusseldorf juzgó al soldado alemán Thomas H., de 54 años, por espiar para Rusia.

Thomas H. servía en el Departamento de Adquisiciones Militares y desde su puesto podía entregar a los agentes rusos información secreta sobre compra, fabricación y envío de armas a Ucrania.

También, a mediados de abril, la Policía alemana detuvo a dos presuntos espías rusos por orden de la Fiscalía porque estos dos individuos estaban preparando actos de sabotaje con explosivos en Alemania por encargo de los servicios secretos rusos.

La Fiscalía consideraba que un tal Dieter S. y su cómplice, Alexander J., ambos ciudadanos ruso-alemanes vigilaban instalaciones de las Fuerzas Armadas de EE.UU., entre ellas un importante campo de prácticas en el que reciben instrucción militares ucranianos, con la idea de perpetrar sabotajes o incluso un atentado.

Se considera probado que Dieter S. tenía contactos con los servicios secretos rusos y que preparaba posibles actos de sabotaje, desde octubre de 2023, para socavar el respaldo militar prestado por Alemania a Ucrania.

Asimismo, estaban dispuestos a cometer atentados contra infraestructura militar e industrial en Alemania, por lo que contaban con información sobre posibles objetivos.

Se sospecha que Dieter S. cuenta con preparación militar y que estuvo luchando, entre diciembre de 2014 y septiembre de 2016, en una unidad armada prorrusa de la República Popular de Donetsk.

Además, hacia finales de abril, el colaborador del eurodiputado alemán, cabeza de lista de Alternativa para Alemania (AfD), Maximilian Krah, fue detenido el 22 de abril bajo sospecha de espiar para China, según informó la Fiscalía alemana.

El detenido es un hombre de 43 años, identificado como Jian G., y se cree que había proporcionado información a Pekín sobre opositores chinos y sobre asuntos relacionados con el Parlamento Europeo.

El comunicado de la Fiscalía indica que el sospechoso trabaja para un eurodiputado desde 2019. La detención se produjo en Dresde por parte de agentes de la Oficina Regional de lo Criminal (LKA) de Sajonia, basándose informaciones recabadas por la Oficina Federal para la Protección de Constitución.

Asimismo, el político Maximilian Krah está bajo sospecha de haber recibido dinero de un activista prorruso y al igual que su correligionario de partido, el diputado del Bundestag, Petr Bystrom.

Esta detención se suma a la de otras tres personas que habían sido detenidas el lunes también bajo sospecha de espiar para China. Todos estos casos se producen pocos días después de un viaje del canciller, Olaf Scholz, al país asiático, que es uno de los principales socios comerciales de Alemania.

El Servicio Federal de Información (BND) alemán y su Oficina para la Defensa de la Constitución, como vemos, no han parado en los últimos meses, pero ¿y el resto de Europa? ¿Estamos a la altura para esta batalla en la sombra?

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