
El excanciller alemám Schröder, a la derecha, en su visita tras las inundaciones en 2002
El ejemplo del canciller alemán Schröder en las inundaciones de 2002 frente a la inhibición de Sánchez
Si Schröder utilizó su presencia física como un gesto de solidaridad y liderazgo, la inhibición de Sánchez se va al otro extremo y representa el abandono a un pueblo
El manejo de desastres naturales es un terreno donde diferentes líderes en la historia reciente de la política europea han demostrado su capacidad, o no, de conectar con los ciudadanos y liderar a la población en momentos críticos. Dependiendo de la capacidad del líder de turno de manejar una situación compleja como esta su popularidad subirá o descenderá, marcando su futuro político.
En el año 2002, en Alemania, unas devastadoras inundaciones provocadas por las crecidas del Elba y el Danubio mataron a 110 personas y causaron daños materiales por valor de 15. 000 millones de euros, de los que solo un 15 % estaban asegurados, en la República Checa, Austria, Alemania, Eslovaquia, Polonia, Hungría, Rumanía y Croacia.
Ese mismo verano, el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder enfrentaba una reelección complicada. La economía alemana estaba estancada, el desempleo rondaba el 10 %, y las encuestas favorecían al opositor conservador Edmund Stoiber. Sin embargo, las inundaciones del río Elba, que arrasaron Sajonia y dejaron un panorama desolador, ofrecieron al canciller una oportunidad inesperada.
Schröder actuó con rapidez: visitó las zonas afectadas, supervisó personalmente las labores de rescate y reconstrucción, y prometió ayudas significativas a los damnificados. Las imágenes del canciller con botas de agua, hablando con los afectados y ofreciendo soluciones concretas, calaron hondo en la opinión pública.
Como consencuencia de todo esto, Schröder venció a los sondeos previos, a las críticas negativas de su gestión y a las expectativas de que Stoiber iba a alzarse con la victoria. El canciller logró una ajustada reelección y demostró que la manera de actuar en períodos de crisis puede calar en el ciudadano, al menos lo suficiente como para que te dé una segunda oportunidad.

Los Reyes de España junto a Pedro Sánchez y Carlos Mazón durante su visita a Paiporta
En contraste a todo esto, el presidente español, Pedro Sánchez, ha enfrentado una situación similar tras la devastadora dana que afectó a la Comunidad Valenciana el pasado mes de octubre. Sin embargo, el mandatario español ha adoptado una estrategia completamente distinta. Tras una visita inicial a Paiporta junto a los Reyes y el presidente valenciano Carlos Mazón, Sánchez se retiró de la escena, dejando el protagonismo a sus ministros y gestionando la crisis desde Moncloa.
La visita a Paiporta estuvo marcada por incidentes con vecinos indignados, que increparon al presidente, reflejando una desconexión palpable entre los afectados y sus líderes. Desde entonces, Sánchez no ha vuelto a las zonas afectadas.
Si Schröder utilizó su presencia física como un gesto de solidaridad y liderazgo, demostrando que los ciudadanos sí valoran un liderazgo comprometido, la inhibición de Sánchez se va al otro extremo y representa el abandono a un pueblo. Una imagen como la de Schröder, embarrado y ayudando en el terreno, marca la diferencia en términos políticos y sociales.
En España, sin embargo, la gestión de la dana es una oportunidad perdida, otra más, del gobierno. La política no solo se mide en decretos y presupuestos, sino también en la capacidad de los líderes de estar presentes cuando más se les necesita. En este sentido, el ejemplo de Schröder en 2002 sigue siendo una lección sobre cómo convertir la adversidad en una oportunidad para liderar.