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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Oficina Oval de la Casa BlancaAFP

Cronología de los hechos que forzaron a Trump a cambiar de opinión y liberar los aranceles

Los mercados de todo el mundo disfrutan de un breve respiro tras el anuncio del presidente de Estados Unidos de pausar los gravámenes a todos los países, durante 90 días, excepto a China

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a dar un brusco giro en su política económica, este miércoles, al anunciar una pausa de los aranceles sobre todos los países durante 90 días. El magnate, además, ofreció un gravamen universal del 10 %, a diferencia del 20 % impuesto a la Unión Europea (UE), del 46 % que llegó a aplicar a Vietnam o del 49 % a Camboya. El único país que no se libró de los aranceles fue China, al que no solo no se los quitó, sino que se los elevó al 125 %, como represalia a la respuesta del gigante asiático de imponer tasas del 84 % a todos los productos estadounidenses.

De la entrada en vigor de estos aranceles, en la medianoche del miércoles, al anuncio de Trump de que daba marcha atrás pasaron unas convulsas 13 horas.

Los mercados del mundo entero, una jornada más, abrieron en rojo, el S&P 500 perdió un 12 % de su valor en tan solo una semana, hasta los bonos estadounidenses –que suelen ser un refugio habitual en tiempos de incertidumbre–, dejaron de ser fiables. Las líneas rojas y las advertencias de grandes economistas empezaron a resonar en la conciencia del republicano.

Entonces, el anuncio del republicano llegó para tranquilizar a la economía mundial, a través, como suele ser habitual en él, de una publicación en su red Truth Social. «Basado en el hecho de que más de 75 países han llamado a representantes de los Estados Unidos, incluyendo los Departamentos de Comercio, Tesoro, y el USTR (Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos), para negociar una solución a los temas que se discuten relativos al Comercio, Barreras Comerciales, Aranceles, Manipulación de Divisas, y Aranceles No Monetarios, y que estos países no han tomado, por sugerencia mía, represalias de ningún tipo contra los Estados Unidos, he autorizado una PAUSA de 90 días, y un Arancel Recíproco sustancialmente reducido durante este período, del 10 %, también con efecto inmediato», escribió.

En el mensaje de Trump no pudo faltar la referencia a que su política había provocado que gran parte de los Estados mostraran su intención a negociar, menos China, a quien castigó con más aranceles por su «falta de respeto con los mercados mundiales». Aún así, el republicano se mostró optimista porque «en algún momento, esperemos que, en un futuro próximo, China se dará cuenta de que los días de estafar a los EE.UU., y otros países, ya no es sostenible o aceptable». Pero hasta llegar a esta decisión de, al menos durante tres meses, dejar de lado su guerra comercial contra países aliados y no aliados, tuvieron lugar una serie de acontecimientos que lograron remover la conciencia de Trump.

El martes por la noche, y tras emitirse el programa de Sean Hannity en la cadena Fox News, el presidente mantuvo, como informa The Washington Post, una larga llamada con algunos de los senadores republicanos que habían participado en la emisión como el tejano Ted Cruz, John Neely Kennedy (Luisana), o Lindsey Graham (Carolina del Sur), quienes habían expresado su preocupación por la entrada en vigor de los aranceles.

Unas declaraciones que, además, coincidían con la intranquilidad que se palpaba en el mercado de bonos donde, como confesó el propio Trump, «la gente se estaba poniendo un poco nerviosa». Por su parte, Cruz señaló que le había advertido al presidente sobre los «terribles resultados» que supondría su política proteccionista. Trump empezó a verse presionado por los senadores de su propio partido y sobrepasado por el torrente de llamadas telefónicas de representantes del todo el mundo –más de 70, según la Casa Blanca–.

Las llamadas con varios líderes como la presidente de Suiza, Karin Keller-Sutter, el primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, o el presidente interino de Corea del Sur, Han Duck-soo, entre otros, también empezaron a calar. A esto se suma que, durante todo el día del miércoles vio cómo en la televisión, grandes empresarios como Bill Ackman – gestor de fondos de cobertura multimillonario– o Jamie Dimon – presidente ejecutivo del gigante bancario JPMorgan Chase– alertaban en programas de máxima audiencia sobre una recesión. En ese momento, y para añadir aún más tensión al panorama económico, China anunciaba que elevaba los aranceles sobre todos los productos de estadounidenses al 84 %. Las bolsas volvieron a reaccionar con caídas y el rojo volvió a ser el color predominante.

El presidente, y como si no fuera con él la cosa, recurrió a su red social para animar a sus seguidores a comprar acciones de su empresa de tecnología. «¡¡¡ESTE ES UN GRAN MOMENTO PARA COMPRAR!!! DJT (Trump Media & Technology Group)», escribía Trump. «¡ESTAD TRANQUILOS! Todo va a salir bien. ¡EEUU será más grande y mejor que nunca!», aseguraba en otra publicación. Unas afirmaciones que pillaban al mundo por sorpresa, justo en el peor momento de la guerra comercial.

Lo que poca gente entonces sabía es que Trump, como ha publicado The Washington Post, reunido con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, estaba planteando un drástico giro de guion. Unas horas después, el presidente de la mayor potencia mundial dio marcha atrás en los aranceles, anunció una pausa de 90 días, y los mercados disfrutaron y disfrutan de un breve respiro.