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Trump siempre se raja. ¿O no?

Los eventos de esta semana tienen un mensaje para los adversarios de Trump, especialmente en el frente comercial

Actualizada 04:30

Protestas en Los Ángeles contra Trump

Protestas en Los Ángeles contra TrumpEFE

En las últimas semanas, los enemigos de Donald Trump han encontrado un nuevo grito de guerra: TACO («Trump Always Chickens Out», o en cristiano, «Trump siempre se raja»). El término, acuñado por el columnista del Financial Times Robert Armstrong, se burla de los vaivenes de Trump en su política de tarifas, cediendo ante las presiones del mercado. Pero los eventos de esta semana en Los Ángeles e Irán sugieren que el «monstruo naranja» no siempre se echa para atrás.

Los Ángeles: ¿caos justificado o autogol demócrata?

La semana pasada, Los Ángeles estalló en violencia tras las redadas masivas de ICE, impulsadas por Stephen Miller y el propio Trump, que cumplían la promesa de campaña de deportar a inmigrantes ilegales. La prensa española, con su habitual miopía, omite un detalle clave: la gran mayoría de los detenidos tenían antecedentes penales de violencia graves. Por poner dos ejemplos, los primeros arrestos en Los Ángeles el 8 de junio fueron de Cuong Chanh Phan, acusado de asesinato en segundo grado, y José Hernandez-Buitron, acusado de robo armado. Esto esta en línea con los arrestos de los primeros 100 días. De los 66.000 arrestados, 498 eran asesinos, 1,300 violadores y más de 9,000 acusados de violencia doméstica. Las formas de ICE fueron torpes y agresivas —un exceso estatal típico—, pero el objetivo de hacer cumplir la ley y después, tras la violencia, priorizar la seguridad ciudadana es difícil de rebatir.

Las protestas iniciales de la comunidad latina, comprensiblemente indignada, eran pacíficas. Sin embargo, como suele ocurrir, las mentiras y exageraciones en redes sociales, amplificadas por activistas y legisladores demócratas como el asambleísta José Luis Solache Jr., alegando que ICE estaba haciendo arrestos en ceremonias de graduación (nunca ocurrió) transformaron la legítima preocupación en un polvorín. Para el 7 de junio, los enfrentamientos en Paramount ya incluían piedras, botellas y fuegos artificiales contra policías locales y agentes federales, que respondieron con gases lacrimógenos y balas de goma. El 8 de junio, los manifestantes incendiaron vehículos Waymo y bloquearon la autopista 101, evocando el caos de las revueltas por George Floyd en 2020.

Aquí entra el combustible demócrata. El gobernador Gavin Newsom y la alcaldesa Karen Bass, incapaces de controlar la situación en un inicio, minimizaron su importancia llegando a alegar que la violencia se parecía a una celebración cuando un equipo local gana algún campeonato. Cuando la violencia contra los agentes federales ya era innegable, en lugar de apaciguar los ánimos, creyeron ver una oportunidad política. Newsom tildó la federalización de la Guardia Nacional por Trump como un «abuso de poder» y las redadas como un intento de «sembrar terror». Bass, con su llamado a «mantenernos juntos» (Stand Together), avivó la resistencia. Ambos intentaron usar el sufrimiento de las comunidades para su propio beneficio político, mientras eludían su responsabilidad de mantener el orden.

Crece la tensión entre la Trump y California tras el envío de otros 2.000 soldados de la Guardia Nacional en Los Ángeles

Tensión entre la Trump y California tras el envío de otros 2.000 soldados de la Guardia Nacional en Los ÁngelesAFP

Trump, lejos de «rajarse», dobló la apuesta: añadió 700 marines a los 4,000 efectivos de la Guardia Nacional ya desplegados. ¿Arrogancia o estrategia? Las encuestas sugieren lo segundo. El 93 % de los votantes republicanos apoya las deportaciones, y un sorprendente 47 % de los latinos cree que se centran en criminales violentos, según un sondeo de CBS News/YouGov de junio de 2025. Los demócratas, con Newsom a la cabeza, parecen estar disparándose al pie, dilapidando capital político en un enfrentamiento que refuerza la narrativa de Trump como líder. ¿Será Newsom un candidato presidencial viable tras este fiasco? Su actuación no grita precisamente «líder».

Irán: los mulas miden mal al «Gran Satán»

En el frente internacional, los mulas de Irán también subestimaron a Trump. Durante semanas, los críticos del presidente se mofaron, asegurando que, tras sus bravuconadas, firmaría un acuerdo débil al estilo Obama, permitiendo el enriquecimiento de uranio y allanando el camino a un Irán nuclear. Trump, sin embargo, fijó un ultimátum claro: 60 días para negociar un acuerdo que prohíba el enriquecimiento de uranio y controle estrictamente las importaciones para uso civil. Nadie le tomó en serio. El plazo venció el 12 de junio, y Trump le quito el bozal a Bibi y al Ejército israelí. Con su precisión quirúrgica, los israelíes han comenzado a desmantelar el programa nuclear iraní y a «descabezar» al régimen. Los búnkeres bajo montañas protegen las centrifugadoras, pero el daño ya es significativo, retrasando años el sueño nuclear de los ayatolás.

Las opciones de Irán son sombrías. Si atacan intereses estadounidenses, Trump podría desplegar las bombas MOB (Massive Ordnance Penetrator), capaces de destruir búnkeres, algo que Israel no puede hacer solo. Eso certificaría el fin del programa nuclear iraní. Si escalan contra Israel, su Guardia Revolucionaria quedará en ridículo, como ya ocurrió con Hamás y Hezbolá. De los 200 misiles lanzados contra Israel, un 25 % falló por defectos propios, y menos de 10 llegaron a su destino, con tres misiles impactando y generando daños, según datos de Inteligencia. De los más de 100 drones, ninguno alcanzó su destino final. Cada salva de 100 misiles le cuesta a Irán entre 250 y 300 millones de dólares, insostenible para una economía en quiebra que produce apenas 60 misiles al año por la escasez de combustible sólido. La alternativa final —negociar con Trump— es una humillación impensable para los radicales del régimen. Trump no se rajó. Queda por ver si el éxito táctico, ejecutado a traves de Netanyahu, merece los potenciales costos a largo plazo de esta aventura.

Lección para los negociadores: no subestimen a Trump

Los eventos de esta semana tienen un mensaje para los adversarios de Trump, especialmente en el frente comercial. Trump fijó el 9 de julio de 2025 como plazo para acuerdos comerciales con la UE, tras pausar los aranceles iniciales. Sus titubeos fueron el origen del famoso TACO. Si yo fuera Ursula von der Leyen tomaría nota: esta vez, el ultimátum no parece un farol. Subestimarlo ha sido un error recurrente, y los datos de esta semana parecen confirmarlo. Lo único seguro es que no tardaremos en asistir al siguiente caos provocado. Pero que nadie dude que Trump, cuando cree que le conviene, no se raja.

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