Un hombre se abre paso entre los escombros de un edificio en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza
Qué está retrasando el alto el fuego en Gaza: los puntos clave del acuerdo entre Israel y Hamás
Las negociaciones para un alto el fuego de 60 días en la franja de Gaza avanzan más lento de lo que al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le hubiese gustado, mientras que los bombardeos israelíes contra el enclave se recrudecen. Trump recibió esta semana al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para superar los últimos escollos y peinar los flecos de la propuesta de su enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff. Sin embargo, el optimismo del republicano ha dado paso en los últimos días a una leve esperanza de que Hamás e Israel acerquen posturas este fin de semana o la próxima semana.
El presidente de Estados Unidos había asegurado que ese acuerdo para poner fin a los combates y liberar a los rehenes israelíes llegaría esta semana, pero la cruda realidad se ha vuelto a imponer a los deseos del republicano y las negociaciones se han vuelto más duras de lo que se esperaba. Witkoff, que tenía previsto viajar hasta la capital de Qatar, Doha, para tratar de cerrar el pacto este martes, no emprenderá su viaje hasta el fin de semana. Aun así, el enviado especial de Trump para la región aseguró que el número de problemas ha descendido de cuatro a uno.
«Teníamos cuatro problemas, pero ahora solo queda uno», respondió Witkoff a preguntas de los periodistas este martes. La principal dificultad que se presenta para lograr un acuerdo de alto el fuego es la presencia de las tropas hebreas en la Franja una vez entre en vigor la tregua. La organización islamista exige que Israel retire a sus uniformados hasta las posiciones anteriores al pasado mes de marzo, cuando el Estado judío rompió la tregua aceptada por ambas partes en enero y retomó su ofensiva contra el enclave, llegando a controlar más del 70 % del territorio.
Este punto es, quizás, el más espinoso de la propuesta estadounidense, junto con la exigencia de Hamás de unas garantías de que, una vez se agoten los dos meses, Israel no volverá a atacar Gaza. Por su parte, Tel Aviv se niega a retirar a sus soldados e insiste en retener el control del bautizado como corredor de Morag, que divide el sur del enclave palestino. Este pasillo, construido por los israelíes, separa la ciudad de Jan Yunis de la de Rafah, en la frontera con Egipto, y es precisamente en esta última donde Israel pretende construir lo que describe como «ciudad humanitaria».
El ministro de Defensa hebreo, Israel Katz, explicó, tras filtrarse el plan a varios medios, que su país quiere concentrar a unos 600.000 gazatíes en un nuevo campamento levantado sobre las ruinas de la sureña ciudad de Gaza. Una idea que sigue la línea del proyecto planteado por Trump el pasado mes de febrero de convertir el enclave en la «Riviera de Oriente Próximo», lo que supondría el desplazamiento forzoso de sus 2,3 millones de habitantes. Una iniciativa que provocó el rechazo frontal de la comunidad internacional, pero, sobre todo, de los países árabes fronterizos como Egipto o Jordania.
Sobre la mesa de negociaciones también se encuentran otros asuntos delicados, aunque, según Witkoff, estos ya se habrían solucionado. Entre ellos, la ayuda humanitaria: Hamás exige que su distribución vuelva a depender de las organizaciones de Naciones Unidas y no del opaco organismo creado por Estados Unidos e Israel, que opera bajo el nombre de Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), acusada de matar a tiros a unos 600 palestinos —según la ONU— que esperaban en las zonas de reparto para recibir su ración diaria de comida. Por su parte, Hamás anunció este martes que aceptaba liberar a diez rehenes israelíes, de los 50, durante los 60 días de tregua a cambio de la excarcelación de un número aún por determinar de presos palestinos.
En su comunicado, la milicia islamista no hacía mención a la liberación de cautivos muertos —según el borrador del acuerdo filtrado debía devolver 18 cadáveres— y aclaró que aún está por resolver «el flujo de ayuda, la retirada de la ocupación de la franja de Gaza y la provisión de garantías genuinas para un alto el fuego permanente». Así, Netanyahu, que se ha reunido hasta en dos ocasiones en tan solo 48 horas con Trump en la Casa Blanca, advirtió este miércoles que ninguno de los dos estaba dispuesto a aceptar un acuerdo en Gaza «a cualquier precio».
El primer ministro israelí insistió, una vez más, en su objetivo de que «Gaza deje de suponer una amenaza» para la seguridad de su país. «Para alcanzar este objetivo común tenemos una estrategia conjunta. No solo tenemos una estrategia común, sino también tácticas comunes. Esto no implica presión ni coerción, sino plena coordinación. El presidente Trump quiere un acuerdo, pero no a cualquier precio. Yo quiero un acuerdo, pero no a cualquier precio», zanjó Netanyahu.