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Juan Rodríguez Garat Almirante (R)
Análisis militarJuan Rodríguez GaratAlmirante (R)

Rota y Morón: dos piezas de caza mayor

En realidad, a Israel lo que España haga le importa bastante poco. No se lo tome a mal el lector, pero no producimos nada que no pueda encontrar en otro lado

La Base De Rota, Cádiz

La Base De Rota, CádizEuropa Press

La debilidad parlamentaria del Gobierno de Pedro Sánchez nos está dando muchos disgustos a los españoles. Y, por desgracia, las cosas pueden ir a peor. A la interminable lista de concesiones al nacionalismo catalán y vasco –una cuestión política que se aleja de los asuntos militares sobre los que El Debate me pide la opinión– se unen ahora las presiones de los socios del presidente para tratar de sacar a España de la órbita occidental que los ciudadanos hemos elegido cuando nos incorporamos a la OTAN.

Aprovechando el poder que les da la posibilidad de mantener o derribar al tambaleante Gobierno, la pequeña minoría de españoles que militan en esa izquierda irredenta que aún llora su derrota en la Guerra Fría sueña con imponer a la inmensa mayoría de sus conciudadanos un camino imposible hacia una ridícula y políticamente desfasada «no alineación».

Un hito más –ni ha sido el primero ni será el último– de este camino está en las nueve medidas contra Israel alegremente anunciadas por el presidente de Gobierno. Destinadas al consumo doméstico, es menos relevante lo que el presidente anuncia –imagino a Netanyahu sin poder dormir, preocupado porque, sin las armas de España, tendrá que apañárselas con las norteamericanas y las alemanas– que lo que calla. ¿No podría el hombre haber aprovechado la ocasión para pedir a Hamás que liberara a los rehenes? Supongo que habrán sido los insaciables socios del presidente los que, para no disgustar a quienes estos días tratan de reventar nuestra vuelta ciclista, han vetado toda mención a la única posibilidad realista que hay sobre la mesa para poner fin a la guerra en Gaza.

Yo no como rancho, que se fastidie mi comandante

Por lo demás, el contenido de las medidas me recuerda a una expresión de los años en los que los españoles hacían la mili: «Yo no como rancho, que se fastidie mi comandante». En realidad, a Israel lo que España haga le importa bastante poco. No se lo tome a mal el lector, pero no producimos nada que no pueda encontrar en otro lado.

En realidad, a Israel lo que España haga le importa bastante poco

Nosotros, en cambio, dependemos de firmas israelíes para la capacitación de nuestra industria de defensa –son muchas las áreas en las que los necesitamos como socio tecnológico–, para la adquisición de nuevos sistemas de armas que solo sus empresas ponen en el mercado –por mencionar uno, solo ellos comercializan los sistemas de protección activa que necesitan nuestros blindados– y para el mantenimiento de equipos adquiridos en el pasado a empresas españolas pero que tienen componentes críticos de procedencia israelí.

OTAN no, bases fuera

Con todo, es probable que lo peor todavía esté por llegar. En los medios españoles empieza a debatirse la posibilidad de que las prohibiciones de sobrevuelo y de entrada en nuestros puertos establecidas por nuestro Gobierno puedan ser burladas por los EE.UU. haciendo uso de las bases de Rota y de Morón. El argumento no tiene demasiado sentido. Las bases están abiertas, con las limitaciones que constan en los acuerdos bilaterales, al tráfico militar, aéreo y naval; pero las entregas de armas a los aliados de los EE.UU. no son responsabilidad de la Navy ni la USAF. Son casi siempre buques mercantes –entre otros, los portacontenedores de Maersk, que solían recalar en Algeciras y ahora prefieren hacerlo en Marruecos– los que llevan las bombas a Israel, y no los destructores basados en Rota.

Rota y Morón serían dos magníficos trofeos de caza mayor

A pesar de todo, los insaciables socios del Gobierno seguramente aprovecharán la ocasión para volver a presionar al presidente para que denuncie los convenios vigentes. Para la izquierda marginal del «OTAN no, bases fuera», la Alianza Atlántica es hoy un objetivo fuera de su alcance. El Real Instituto Elcano publicó no hace mucho una encuesta sorprendente que mostraba que un 85 % de los españoles –conociéndonos, seguramente éramos menos los compatriotas de Alcaraz que deseábamos su triunfo en el US Open– respaldaba nuestra pertenencia a la organización. Sin embargo, para nuestra voraz vicepresidenta, Rota y Morón serían dos magníficos trofeos de caza mayor.

Si ve amenazada la legislatura, es posible que Sánchez ceda a las presiones de sus socios. Y, si así fuera, tendríamos la tormenta perfecta: una España que mantiene serios contenciosos con Marruecos debilita a propósito sus Fuerzas Armadas a la vez que empuja a Israel y a los EE.UU. a alinearse más y más con nuestro incómodo vecino. ¡Y todavía habrá a quien todo esto le parezca una buena idea!

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