Los campamentos de refugiados saharauis de la región argelina de Tinduf
Nueva misión de Trump: resolver el conflicto del Sáhara Occidental a favor de Marruecos
El último movimiento en política exterior del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, antes de abandonar la Casa Blanca en 2020, fue reconocer, a través de una publicación en su cuenta de X –aún no había lanzado su propia red social, Truth Social–, la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. A cambio, Trump se atribuyó haber conseguido que el reino alauí normalizara relaciones con Israel y, por tanto, pasara a formar parte del exclusivo grupo de países árabes que entablaban lazos con el Estado judío, como Emiratos Árabes Unidos, Baréin o Sudán en los famosos Acuerdos de Abraham.
Con un pie ya fuera de la Presidencia estadounidense, el republicano daba el espaldarazo final a la propuesta marroquí para la provincia española. Su sucesor en el cargo, el demócrata Joe Biden, mantuvo esta política, lo que llevó a otros países, antaño reticentes a dar el paso, a respaldar el plan de autonomía de Rabat para el Sáhara Occidental. En 2022, el Gobierno de Pedro Sánchez rompió con 40 años de consenso en política exterior cuando, de manera unilateral, reconoció «la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo», según se pudo leer en una carta enviada por el presidente del Ejecutivo español al Rey de Marruecos, Mohamed VI, en marzo de hace ya tres años.
A España le siguieron posteriormente otros países europeos, como el Reino Unido o Francia, este último de especial relevancia por sus vínculos tanto con Marruecos como con Argelia, país que apoya al Frente Polisario –representante oficial del pueblo saharaui–. Ahora, y con la vuelta de Trump al centro del poder en Washington, la cuestión del Sáhara Occidental vuelve a estar encima de la mesa. Otro conflicto más que el republicano quiere sumar a su lista de guerras resueltas que, según sus propios cálculos, ya suman siete. Sin ir más lejos, este jueves el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU) discute la prolongación y naturaleza de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), que, desde su formación en 1991, reconoce el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Estados Unidos presentó el pasado 22 de octubre un proyecto de resolución en el que aprueba alargar el mandato de la Minurso hasta finales de enero de 2026, y que además, y como novedad, menciona el plan de autonomía de Marruecos propuesto en 2007, según informó Le Monde. Una primera versión del documento, respaldada por la Administración Trump, defiende que la «autonomía bajo la soberanía marroquí constituye la solución más viable». Sin embargo, y debido a la oposición de varios miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, entre cuyos miembros permanentes se encuentran históricos aliados de Argelia, como China o Rusia, la resolución ha sido modificada.
El último borrador recoge ahora el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, aunque sin dejar de priorizar la hoja de ruta promulgada por Rabat y a la que se opone frontalmente Argel. Marruecos propone que el Sáhara Occidental pueda arrogarse ciertas competencias administrativas, judiciales y económicas, mientras que asuntos como la defensa, la política exterior, la moneda, la bandera y la religión quedarían bajo control de Rabat. Trump, por su parte, trata de presionar al Frente Polisario para que ceda en sus reclamaciones sobre la exprovincia española. Así lo insinuó el enviado especial de Washington para Oriente Medio, Steve Witkoff, hace diez días, durante una entrevista con la cadena estadounidense CBS, cuando anunció que su equipo «está trabajando con Argelia y Marruecos. Y habrá un acuerdo de paz allí en los próximos 60 días, en mi opinión».
Por ahora, el Frente Polisario ha rechazado negociar con Marruecos –con quien mantiene una guerra de baja intensidad desde noviembre de 2020, cuando el alto el fuego entre ambos, establecido desde 1991, se rompió– ante la imposición de precondiciones. Ante la votación de este jueves en el Consejo de Seguridad de la ONU, en los campamentos de refugiados saharauis –controlados por el Polisario– se han registrado masivas protestas contra el proyecto de Estados Unidos para su tierra. El movimiento independentista, que el pasado jueves envió una carta a Rusia, que ostenta la presidencia de turno del CSNU, ya advirtió de que «no participará en ningún proceso político ni de negociación basado en el contenido del proyecto de resolución» presentado por Washington.