Práctico
Pizza, capuchino… Ferrari, puede que sean los mayores iconos de la cultura italiana y no precisamente por ese orden. Maranello es al automóvil lo que Valencia a la paella, el kilómetro cero de los deportivos de altas prestaciones italianos.
Así, nadie con un poco de sentido común llega a entender la decisión tomada por Matteo Lepore, alcalde de Modena, localidad a la que pertenece Maranello, sede de Ferrari, y de algunos otros constructores de supercar como Pagani.
Matteo Lepore redujo recientemente la velocidad máxima a 30 kilómetros a la hora dentro del 70 % del casco urbano, una normativa que ha caído como un jarro de agua fría entre los vecinos de la zona y entre los propietarios de Ferrari.
Los primeros protestan porque consideran irracional circular a esa velocidad tan anormalmente lenta, un límite que ya se usa en Bruselas, París o Madrid.
Pero el problema es aún mayor para los propietarios de Ferrari o para los simples aficionados por dos motivos. Por un lado, hay muchos Ferrari que es sencillamente imposible de llevar a 30 kilómetros/hora, una velocidad tan baja que incluso la electrónica del coche se vuelve loca, pues el coche identifica que se va a parar y el cambio automático hace 'cosas raras', en este caso el motor puede llegar a calentarse.
Por otro lado, los aficionados a la firma, básicamente toda la ciudad, no están dispuestos a vivir sin el mágico bramido de los motores de la marca. Basta pisar Maranello para darse cuenta de que allí la banda sonora de la ciudad se mueve el ritmo de motores V8 y V12.
El alcalde se defiende diciendo que la accidentalidad ha caído ya más de un 20 % y que los atropellos causan menos lesiones. Respecto al ruido, Matteo confirma que a 30 kilómetros/hora los Ferrari emiten un ruido tan bajo que se ha recuperado el canto de los pájaros, antes inaudible.
Sea como fuere, hasta el ministro de Transportes italiano, Matteo Salvini, ha intervenido para oponerse a la medida diciendo que los habitantes de la ciudad tienen derecho a llegar a su hora a trabajar circulando a velocidades normales, en concreto a 50 kilómetros/hora, el límite anterior.
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